Prometo recordarte

Bienvenido a casa

Algunas veces las cosas no tienden a salir como uno esperaba… ni a ser como creíamos que eran.

El simple hecho de que Hansen regresara a Whippersnapper Town después de todo el problema con lo de los niños, volvía su presencia un hecho increíble para las personas que formaban voluntaria e involuntariamente parte de su problema. Claro, las cosas no se relajaron ni se mantuvieron igual en su ausencia, pero vamos por partes.

La entrada de Rigel, el huérfano y los niños perdidos por la puerta de la Estación de policía, fue tan gloriosa que casi casi salía un rayo de luz de sus espaldas y esto fue más gratificante para Manel O’Connor; estaba tan conmocionado que comenzó a gritar “¡Están de vuelta!”, “¡Ellos están de vuelta!”, “¡Por fin regresaron!” a tal punto en que sus compañeros de trabajo, tanto como su jefe, se acercaron al muchacho.

Myers no podía negar que estaba aliviado con la presencia de Hansen, tanto que ni siquiera prestó atención a Rigel o a los niños al principio. Desde el momento en el que desaparecieron, la señorita Elizabeth recuperó el carácter que tuvo el día del secuestro y nadie, a excepción de Napoleón, se salvó.

—¡Napoleón! —exclamó Myers refiriéndose a Manel — ¡Llama a la señorita Cooper!

—¡Sí, señor! —Respondió Manel. Poco le importó ser confundido por enésima vez.

—Dios, niño… ¿dónde te habías metido? Tu madre no ha dejado de asfixiarme lentamente desde que te fuiste.

—Dijo que nos devolvería el trabajo si le comprobaba la existencia del hombre enmascarado que robaba niños —Hansen volteó a ver a Rigel—. Es él y viene con todos los muchachos que raptó.

—Dije que tenías prohibido realizar acciones de policía cuando claramente tu trabajo es ser el detective del lugar.

—Dijo que nos había despedido —corroboró firme.

El hombre del bigote que lideraba el lugar colocó su mano sobre su frente, cerró sus ojos y suspiró.

—No puedo enfadarme contigo. Odio decírtelo, Puppy…, Pero tenías razón. Dile a Napoleón que llame a la casa de todos estos niños y que está nuevamente contratado. También interroga al chico este. Hablaré con la prisión del pueblo.

Y desapareció de la vista del resto después de entrar y cerrar la puerta de su oficina. Su carácter no cambió estos últimos días.

Si hablamos de Rigel, estaba tan nervioso por sus acciones que temblaba al punto en que parecía un movimiento anormal.

—¿Te encuentras bien, Rigel?

—No… ¿No escuchaste a ese hombre? ¡Iré a prisión! ¡A prisión!

—¿Y por qué te preocupas? Lo que hiciste fue terrible y tampoco creo que vayas a dejar tan fácil que vayan a encerrarte en un lugar cualquiera. No hay nada más que deba preguntarte.

Quizá dejándolo con las palabras en la boca, Hansen caminó al lugar de Manel.

—Señor O’Connor, el jefe quiere que comience a llamar a los padres de los niños. Puedo ayudarle con las llamadas.

Tan pronto como se dio la vuelta, Nanashi apareció frente a él con los ojos vidriosos y luego entró Elizabeth en el mismo estado; ambos se abalanzaron contra él, ahogándolo en un abrazo y llamándolo por su nombre varias veces. Rigel no le quitó la mirada de encima, podía sentirlo. A su cabeza vino la discusión que tuvieron en ese lugar extraño y lo hizo sentir vacío.

Resumiendo lo que ocurrió con los niños perdidos, todos volvieron a casa. Anelisse fue recogida por su tío y esto le hizo preguntarse a Hansen por la existencia de su compañero de trabajo.

—Fue internado en el hospital horas después de que su hija fue secuestrada—respondió Nanashi, como si hubiera leído su mente—. Fallé la única misión que tenía, porque el sujeto de la máscara terminó llevándosela cuando utilizó toda su magia para distraerme.

—¿Y él está bien?

—¿Hablas de Napoleón?

Hansen asintió.

—Él se encuentra mucho mejor, pero sigue en el hospital —respondió Elizabeth—. ¿Qué hay de ti? ¿Te encuentras bien?

—Esto—Esto bien, señorita Elizabeth. No me pasó nada.

Elizabeth acarició el cabello de Hansen bajo una serena sonrisa llena de tranquilidad, también besó su frente y lo unió a ella con un profundo abrazo. Rigel y Nanashi fueron los espectadores de tal acto. Nanashi se sentía feliz, mientras que a Rigel se le apachurraba el corazón. El espectro pudo percatarse de esto, así que abandonó su lugar y se clavó frente al hombre de la extraña apariencia, después juntó sus manos y apegó los costados de sus dedos contra sus labios, así mostrando una afligida careta.

—Pobre cosita fea…

Rigel frunció el ceño a pesar de que el antifaz no dejase que nadie comprendiera visualmente sus emociones.

—Cállate… puedo escucharte.

—Oh por Dios, ¿desde cuándo puedes hacer eso? ¿Cómo? ¿Por qué?

—No, no tiene caso… —suspiró— No lo entenderías…

—¡Hay muchas cosas que entiendo y que son complicadas! Así que, si me dices, puede que yo lo entienda, ¿sabes?

—No estoy muerto, pero tampoco es como si estuviera completamente vivo. Soy un ente desde hace mucho tiempo y cuando digo que es desde hace mucho tiempo, es porque estoy hablando de siglos… —se dio la vuelta y su vista salió por la ventana— Todos los padres que han entrado aquí por sus muchachos, están al borde de las lágrimas… ¿Y qué hay de mí? Hansen tenía razón, chico; soy demasiado egoísta…



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En el texto hay: boyxboy, drama, lgbt

Editado: 02.05.2022

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