Prometo recordarte

Desastroso asesinato

No hizo falta usar más fuerza bruta de la que se utilizó con el padre Jacob cuando lo llevaron a la Estación de Policía, lo reveló todo: Al ver que todo Whippersnapper Town le tenía cierta devoción al padre Callum, su envidia fue creciendo cada vez más, hasta el punto en el que la monja que recién asesinó, le sugirió la idea de envenenarlo. Jacob lo pensó durante un mes, un mes en el que fue alimentado no solo de envidia, sino de odio por los pequeños contrastes de superioridad que el padre Callum demostraba ante Jacob cuando este le preguntaba por el secreto de cómo es que la gente confiaba ciegamente tanto en sus palabras como en sus acciones.

Al final inyectó el veneno en el lado derecho de su corazón y el padre Callum no tardó en morir. Todo fue de noche, incluso el ocultamiento del cuerpo. Jacob descubrió esa misma noche aquella guarida debido a que en un intento desesperado de ocultarlo enrollando el cuerpo con la alfombra, la puerta quedó al desnudo. Al amanecer, se contactó inmediatamente con un escultor para que hiciera todo lo posible por ocultar el cuerpo en una fabulosa estatua de San Pedro, que serviría como una espléndida entrada como el nuevo padre de iglesia en Whippersnapper Town.

Sin embargo, el padre Jacob no duró absolutamente nada en prisión, ni siquiera llegó a presentarse en su juicio. ¿La razón? Fue asesinado de noche, en su celda. Se desconoció quién pudo ser el culpable, más se estipulaba que fue nada más ni nada menos que Oriol, quien por cierto, desapareció no solo de la Estación de Policía, sino de Whippersnapper Town. Le dieron una semana para que volviera, sino se consideraría una búsqueda para enjuiciarlo.

Dejando de lado la tragedia y pasando a noticias alentadoras, Myers quiso darle el mérito del caso a Napoleón y así entregarle la oficina tan deseada por los trabajadores de dicho establecimiento, no obstante, el oficial se negó y le recalcó a su jefe que el héroe había sido el ingenio de Hansen. A pesar de que Hansen mostró un rostro avergonzado con el tenue rosado de sus mejillas, se sentía orgulloso y premiado por su trabajo, además, bien ayudado por su compañero Nanashi, quien lo veía desde la esquina, con una sonrisa tranquilla, algo manchada de nostalgia por los recuerdos que él tenía del huérfano, de aquellos días en los que todavía residían en el mal recordado Orfanato Blair. El tiempo voló tan rápido para él, que sintió que esos acontecimientos apenas transcurrieron el día de ayer. ¿Cómo podía ser que de la noche a la mañana, el niño de unos doce o trece años, se había convertido en un adulto asalariado, con un jefe arrogante y con problemas de gente de su edad? No le sorprendería que de un día para otro, él encontrara el amor. ¿Eso significaría que él pasaría a segundo plano en su vida? La vida como un alma en pena era dura y fácil a su vez, cruel y bárbara, trágica y posiblemente eterna.

 

El señor Myers le dio permiso de establecerse en su oficina nueva y tirar todo lo que no necesitara, solo después de la jornada laboral o en sus días de descanso. Hansen prefirió hacerlo esa misma noche del día en a que la obtuvo y fue acompañado de Nanashi.

Al principio solo barrieron el suelo y limpiaron tanto la silla, como el polvoriento escritorio de esa oficina. Prefirieron por el momento, no tirar nada. Ambos compartían el extraño presentimiento de que algo valioso encontrarían ahí. Hansen trajo consigo el diario de Isabelle, se sentó en la silla y Nanashi se colocó detrás de él. Tras abrir el diario y avanzar de páginas, encontró la indicada, aquella en la que su corazón pidió que detuviera la búsqueda. La página decía lo siguiente:

“¿Hace cuántas tazas de té dejamos de vernos todos los sábados? Porque desde que escribí esta página para ti, siento como si hubiese transcurrido una eternidad y me hace extrañarte.

¿Cómo está Nanashi? Y hablando de él, tengo noticias verdaderamente importantes, que más bien, considerando lo escasas, poco informativas o ambiguas que pueden llegar a leerse por parte mía, podrían resultarles lo más cercano a un acertijo. Les ofrezco mis más sinceras disculpas.

Para aquellos habitantes de Whippersnapper Town, que tienen una mente más amplia que sus pueblerinos promedio, se cree que el pueblo está presente en el mundo, pero a su vez, oculto en una clase de dimensión. Pocos externos a el, pueden notarlo, saber de su existencia o incluso introducirse, perderse en él y hacer su vida como uno más del pueblo. Mis suposiciones son que el señor K. Fukui tuvo la dicha (o la desdicha) de habitar en Whippersnapper Town por un tiempo.

El señor W. Myers tiene una oficina desocupada por el personal de su estación de policía, pero a su vez, ocupada por material poco servible para su persona. Con respecto al material, hallarás diversas copias de periódicos viejos escritos por la editorial del pueblo, fundada a nombre de mi familia y a su vez, una extensión de las propiedades del señor W. Myers, afiliada a la estación de policía.

Rezo porque el señor Myers no se haya deshecho de aquellas réplicas.”

Hansen dejó el diario abierto y se mantuvo estático por algunos segundos, aunque su cabeza y mirada fue lo único que le interesó mover tan pronto como terminó de leer; las levantó.

—¿Entonces ese hombre tiene más poder de lo que pensábamos? —refunfuñó Nanashi— ¡Vaya señor Myers! Va a tener un funeral más parecido a una despedida de solteros.

—Tienes razón. Quién sabe qué fue lo que hizo para llegar tan lejos en tan poco tiempo… Supongo que algunos nacen con grandeza e inconscientemente hacen lo necesario para pulirla, mientras que otros se hacen de grandeza con el paso de los años y tratan de mantenerla, por último, aquellos a quienes la grandeza les queda bastante grande.



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En el texto hay: boyxboy, drama, lgbt

Editado: 02.05.2022

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