TRAGEDIA: HOMENAJE A LOS CAÍDOS
La mañana se filtraba lentamente en la habitación, acunando a los durmientes con la suave caricia de la luz. Mas la voz enérgica de Adina, resonando como el eco de una trompeta lejana, sacudió a varios de los jóvenes aún sumidos en el sueño y la pereza.
Adael, Tetsu y Nan eran los únicos que, madrugadores por naturaleza o por deber, ya se encontraban despiertos, alertas a las palabras de su líder.
— "Mi nombre es Adina, y soy la encargada de guiarles en esta misión". — Les informó con firmeza. — "Hoy partimos en nuestra expedición matutina para alejar a las huestes enemigas que amenazan nuestro refugio."
Se esforzó en brindarles un contexto, sobre todo para los recién llegados, antes de elevar su voz con determinación. — "Despierten todos ahora mismo, el comandante Tariq nos espera junto a los demás."
Después de una veloz preparación y un desayuno apresurado, el grupo se reunió fuera, en presencia del imponente comandante Tariq. Sus palabras resonaron como un toque de clarín, anunciando la tarea que les aguardaba ese día: exterminar todo rastro enemigo en un radio de quince kilómetros. La estrategia y el trabajo en equipo fueron resaltados como pilares fundamentales para el éxito de la misión.
Con Tariq al frente y los líderes y cadetes distribuidos en grupos, iniciaron su viaje al norte, adentrándose en un bosque frondoso y oscuro que prometía desafíos insondables.
En un instante de descuido, un demonio acechó y atacó, desencadenando un duelo de poderes y habilidades entre los jóvenes reclutas y las criaturas infernales. La valentía y destreza de cada uno brilló en medio del caos, con movimiento ágiles y poderes desatados.
Suyen, maestro de la naturaleza, hizo temblar al bosque, sacudiendo a los enemigos con el poder del manejo de sus ramas salvajes.
Kyomi, en su elemento helado, erigió un muro de hielo que detuvo a la avalancha demoníaca, congelando a muchos en el proceso.
Con ojos brillantes Tariq grita. — Eres genial Kyomi, vamos chicos hay que sobrevivir.
Mientras Adael, con la velocidad de un relámpago, fulminaba a sus adversarios con descargas eléctricas mortales.
Tetsu enojado por la gran oleada de demonios, lanza grande llamas sobre ellos, parado por la advertencia de Tariq ya que incendio varios árboles.
Tariq — Adina usa tu agua para detener el fuego, se puede extender hasta el refugio.
Sin vaciló fue de inmediato Adina.
Los pensamientos de Tariq resonaba. — “Son muchos demonios”. Hay que cambiar los días. “Esto era lo que me temía, ya saben los días que atacamos y así crearon esta estrategia”. — Pensaba Tariq.
Aquella jornada marcada por la furia desatada de Tetsu y la astucia de Tariq, los destinos de los valientes guerreros se entretejían en un baile de poderes y desafíos, donde cada movimiento era crucial para preservar la vida y la esperanza en un mundo asediado por sombras inexpugnables.
En el seno del bosque frondoso, donde los árboles se erigían como testigos silentes de la contienda, los protagonistas se enfrentaban a una hueste de demonios voraces, cuya presencia amenazaba con sumir todo en un manto de oscuridad indomable. Tariq, con su temple sereno y ojos perspicaces, comprendía el peso de la batalla que se avecinaba, mientras sus compañeros desplegaban sus poderes con destreza y valentía.
Adina, con su don sobre el agua, desafiaba las llamas que amenazaban con devorar la vegetación, mientras Kyomi erigía un muro de hielo que detenía la avalancha demoníaca, congelando a los adversarios en un abrazo gélido. La destreza de Adael, los embates certeros de Hiroto y la visión aguda de Rachell se conjugaban en una danza letal, donde cada movimiento era una brasa encendida en la oscuridad.
Tras la victoria precaria sobre la oleada de demonios, el grupo se reunió en un instante de respiro, donde las palabras de Tariq resonaban con solemnidad.
— Descansen un momento voy a contactar a los otros grupos y partimos.
Mas, en medio del descanso. un giro inesperado sacudió la tranquila rutina de duelo y reconstrucción. La cabeza de Rachell yacía inerte en el suelo, un presagio macabro que fracturaba la paz efímera de aquel rincón asediado por sombras ominosas.
El inminente peligro se materializaba en la figura de humanos cómplices de demonios, una alianza aberrante que desafiaba las leyes mismas del cosmos.
Perplejo se quedaron viendo la cabeza de rachell qué se paseaba por el suelo, y pensaron. ¿Son humanos.?
Mientras estos humanos qué parecían zombies, pálidos, estaban a las espaldas de Adina.
Al voltear Tariq qué estaba distraído intentando contactar a los demás se da cuenta del dramático suceso.
— A lo cual al verlos idos y ante el peligro que se acercaba aun a ADINA. “Grita”. — ADAEL, “ESCRITO ESTA”.
— “Entonces los siguió otro ángel, el tercero, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe una marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino del furor de Dios, que está preparado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y en presencia del Cordero”.
— Ellos ya han vendido sus almas, prosiguió Tariq.
Adael entendió a lo que Tariq se refería, con una destreza sobrenatural, Adael desató el poder de su super velocidad, una fuerza imparable que lo llevó a eliminar a los cinco desdichados humanos que habían caído bajo el influjo de las tinieblas. Leo, por su parte, desplegó su control sobre la gravedad, enfrentándose con bravura a los dos demonios que amenazaban la vida de Adina, su valentía enarbolada como un estandarte de luz en medio de la oscuridad.
El fragor de la batalla cesó, dejando paso al eco de las lágrimas que brotaban de los corazones afligidos por la pérdida irremediable de Rachell, cuyo sacrificio se erigía como un monumento de coraje y lealtad en aquel campo de tragedia.