MOMENTO DESCISIVO
Una columna de fuego se erguía majestuosa, desafiando al cielo con su resplandor ardiente. Un grupo de valientes viajeros se lanzaba audaz sobre aquella columna, su destino incierto envuelto en la danza de las llamas y el viento.
Los corazones de los presentes palpitaron con fuerza al divisar a dos figuras en lucha sobre la columna de fuego. Michell y Eisen, dos nombres que resonaban en el aire como susurros. Adael, con ojos como espejos del alma, reconoció a sus amigos en apuros y la angustia se adueñó de su ser.
— "¿Es posible que sean Michell y Eisen?". — Cuestionó Adael, con voz temblorosa como una hoja en invierno.
Suyen, con su mirada aguda como la de un halcón, observó la lucha con preocupación.
—"¡Están en peligro! ¡Michell está en peligro!". — Exclamó con urgencia.
— Tetsu, debemos ayudarlos. ¡Rápido, antes de que sea demasiado tarde!". —Gritó Adael con determinación, instando a la acción.
El cielo se estremeció con la velocidad con la que Tetsu viró la columna de fuego, desviándola de su trayectoria hacia la meta para dirigirse al rescate de sus amigos. Descendieron vertiginosamente, como astros fugaces cortando el firmamento.
En aquel momento fugazmente Adael descendió como un rayo, descargando eléctricamente sobre el psíquico que sostenía a Michell.
El grupo cayó desde la columna, Tetsu extendió sus brazos protectores para evitar una caída brusca de Evans y Pablo.
— "Ten cuidado. Intentaron detenernos con violencia, estaban dispuestos a matarnos". — Advirtió con voz serena Eisen.
Michell, yacía desmayada en el suelo, su rostro pálido como la luna oculta entre las sombras. El aliento faltaba en sus pulmones, víctima de la cruel asfixia impuesta por el psíquico malévolo.
En el silencio del campo de batalla, la pregunta resonaba en la mente de Tetsu como un eco ominoso: —¿Matarlos?. — Sus ojos, oscurecidos por la determinación, se perdían en el horizonte, buscando respuestas en el paisaje invernal.
— Si. ¿No vieron el cartel?. En la entrada había un cartel que decía; “EL LUGAR DONDE REINA LA MUERTE”.
— No, nosotros veníamos por los aires, no nos adentramos por tierra en este terreno. — Comentó Suyen en respuesta a lo que decía Eisen.
— "Tienen la audacia de atacar a los nuestros". — Declaró Tetsu con una mezcla de ira y determinación en su voz, una llama ardiente que amenazaba con consumirlo por completo. En ese instante, un psíquico surgió de las sombras, invocando una tormenta de barrillas que se convertían en lanzas mortales al acercarse a ellos.
Pero Tetsu, en un alarde de poder sobrenatural, desplegó su aura ígnea, un manto invulnerable que convertía en cenizas todo lo que osaba desafiarlo. Su cuerpo era como una forja al rojo vivo, un bastión invencible que desafiaba a la mismísima oscuridad.
El caos se desató entonces, con psíquicos lanzando sus de todo cuan tenían al rededor, como flechas poderosas hacia el grupo. Evans y Pablo, en un acto de valentía y astucia, erigieron un muro de tierra, Evans rápidamente cubrió el muro, echadole agua para convertir este en un lodo sólido como de ladrillo que los protegía de la lluvia de ataques, una barricada improvisada que los mantenía a salvo en medio de la tormenta.
Adael, con los ojos centelleantes de ira contenida, desencadenó un torrente de rayos que iluminaron el campo de batalla con una luz sobrenatural, mientras el estruendo resonaba como un trueno en la noche. Los escudos psíquicos se erigieron débiles ante su furia, incapaces de contener la explosión de poder que los consumía.
En medio de aquel caos, una figura destacaba entre la penumbra del bosque. Suyen, con su mirada penetrante y su destreza sobrenatural, tejía ramas con un gesto elegante y letal. Sus creaciones vegetales serpenteaban sigilosas bajo la oscuridad, acercándose sigilosamente a dos de los psíquicos indefensos. Con cautela y precisión, las ramas se enroscaron alrededor de los cuellos de sus víctimas, apretando lentamente hasta sofocarles, ahogándoles en un abrazo mortal que les arrebataba la vida.
Un grito desgarrador rompió la quietud. Uno de los psíquicos restantes, presa del pánico y la desesperación, intentó huir de aquella pesadilla viviente. Pero sus esfuerzos fueron en vano, pues Tetsu, un guerrero de mirada implacable y determinación férrea, se abalanzó sobre él con una velocidad asombrosa. En un ágil salto, Tetsu alcanzó a su presa y sujetó su rostro con manos ardientes, desatando llamas que danzaban con furia voraz sobre la piel del desdichado, consumiéndole hasta extinguir su último aliento en un espectáculo dantesco de poder desatado.
« Tiempo antes de que llegaran Adael y los demás a donde estaba Michell y Eisen.»
Kyomi, Leo, Neli, Nan, y Hiroto ya se encontraban en las gradas observando las pantallas.
Leo y los demás se cargaron de furia, al observar por medio de las pantallas lo que aquellos psíquicos le hacían a Michell y Eisen.
— Voy a volver allá y les daré una paliza a esos malnacidos. — Expresó Leo con gran irá, mientras caminaba.
— “Detente ahí Leo”, ya finalizaste la prueba, no puedes volver a entrar. — Dijo esto Tariq, con una mirada que desmotraba dolor y enojo en su rostro.
— Confiemos en que algo sucederá, solo tengamos Fé.
«Vuelta a Tetsu, Suyen y Adael»
Y así acabaron con aquellos psíquicos malevolos qué habían asesinado a varios en aquel terreno.
— “Michell sigue inconsciente”, Eisen también se desmayo. — Gritaba Suyen con gran preocupación por sus compañeros.
Al momento un grupo grande paso al lado de ellos, corrían a gran velocidad ya que estaban próximos a llegar a la meta.
— A lo cual Tetsu,grito. — Corramos, tenemos que llegar rápidamente a la meta.
Rápidamente Tetsu, tomo a Michell en su hombro, y corrió a gran velocidad.
Adael cargo a Evans y Pablo, mientras Suyen tomaba a Eisen.
Todos salieron ferozmente hacia la meta, más que un deseo de llegar a la meta para poder pasar, tenían en mente el llegar para que atendieran a sus compañeros que estaban heridos.