Propósito Celestial

SEGUNDA TEMPORADA: CAP 1

LOS HEREDEROS DEL PODER DEL RAYO: LOS TRES AÑOS

En un remoto lugar, Esteban contemplaba el brillo plateado del mar, rodeado por la danza de las llamas de aquella fogata que acariciaban el cielo estrellado. El aroma del pescado asado bailaba en el aire.

Adael emergió de aquella cabaña que estaba detrás, con muchas preguntas e inquietudes.

— ¿Dónde estamos?. — Cuestionó con urgencia, sus ojos buscando respuestas en el rostro imperturbable de Esteban. — ¿Quién eres tú?, ¿Qué hago aquí?, ¿Dónde están mis compañeros?, ¿El comandante Tariq?, ¿Kyomi?, ¡Por favor, dime, ¿dónde está Kyomi?.

La voz de Esteban, melodiosa y cautivadora, rompió el silencio nocturno: — Calma, muchacho. Nos encontramos lejos de las intrigas y los peligros que acechan en tus pensamientos. Tariq y algunos de tus compañeros han partido hacia el Refugio de Viento, mientras que Kyomi, según sé, ha sido llevada al Refugio de Hielo por Frank, donde su destino aguarda. Las sombras de un mundo desconocido se ciernen sobre nosotros.

— ¿Separados?, ¿Por qué?, ¿Qué ha ocurrido?. Debo encontrarlos, no puedo quedarme aquí. — Las pupilas de Adael brillaban con una determinación febril.

Con gesto sereno, Esteban mostró un cartel donde las letras danzaban en la claridad de la hoguera. La recompensa ofrecida gritaba en silencio: "Se busca a este hombre, recompensa de 30 millones".

— ¿Me buscan a mí?. — La confusión y la incredulidad se reflejaban en los ojos de Adael.

— Sí, muchacho. A ustedes los han marcado como forajidos al desafiar “La GRAN ORDEN”. No te apresures en regresar, pues tu juventud y candidez serían tu perdición.

— No me importa que hayan puesto una recompensa por mi cabeza, voy a ir por Kyomi y los demás. — Inquirió Adael con fervor.

— Al parecer no has entendido, eres prófugo, buscan para matarte, además no eres los suficientemente fuerte para ir en contra de nadie, solo eres un pez de poso. Toma estas cartas, Nan me dio esta carta de parte de Kyomi, la otra es de Tetsu, si sigues insistiendo después de leerlas aceptaré tu decisión.
Adael tomo apresuradamente las cartas, buscando respuestas sobre lo sucedido.

«CARTA DE KYOMI»

— Querido Adael, seguramente estarás conmocionado por los sucesos, si estas leyendo esta carta es porque sucedió lo que preveía, no quiero estar lejos de ti, te amo, pero a veces así es el destino, voy a volverme fuerte, quiero tomar yo misma mis decisiones y seguir mi propio camino. El propósito del Refugio helado es que yo siga como emperadora, ya que su trono esta vacío, yo soy la sucesora del emperador, y por eso me fui con mi abuelo, el me protegía, pero ya el no está y ahora los perdí a todos ustedes.
Por favor no vengas por mi, no tienes el poder aun para enfrentarte a ellos, vuélvete fuerte, no mueras, espero volverte a ver algún día.

Atentamente: Kyomi Roosevelt —

«CARTA DE TETSU»

— Hermano, espero estés bien y soportes lo sucedido, eres mi gran amigo, lamento lo de Kyomi, tampoco puede hacer nada, pero voy a entrenar me volveré fuerte, los demás también anhelan la fuerza y quieren poder contra el mundo, queremos luchar y volver a ver a Kyomi algún día.

Mi padre me va a entrenar, no te quedes atrás y sigue a Esteban, tal vez ante el desmayo no lo viste, pero es muy fuerte.

En la gran asamblea han decidido el matarnos, por eso hay carteles por nuestras cabezas, no mueras, que sea propicio el destino.

No desmayes, recuerda que tu Dios esta contigo. Espero vernos de nuevo algún día. Siempre serás mi amigo.

Con cariño: Tetsu —

Al leer las cartas Adael lloro amargamente, su corazón fue afligido y recordó los días de su pasado. La soledad lo acompañaba de nuevo y lo que más amaba se había esfumado.

—"¿Entiendes ahora?". — Vociferó Esteban, su tono grave resonando en la habitación. — "Lamento profundamente la situación, pero en la vida hay acontecimientos que escapan a nuestro control. “¿Quieres ser fuerte y caminar conmigo en este mundo incierto?, ¿Deseas ser mi discípulo?".

Adael, con la mirada aún nublada por las lágrimas, elevó una pregunta cargada de incertidumbre.

— "Antes de aceptar tu propuesta, debo indagar en lo más profundo de mi ser. ¿Quién eres tú en realidad?, ¿Qué fortaleza posees para conducirme por senderos desconocidos?".

Con solemnidad, Esteban respondió: — "Yo soy Esteban, tu hermano. Soy uno de los más poderosos más allá de las murallas que nos circundan."

La sorpresa invadió el rostro de Adael, incrédulo ante la revelación.

—"¿Hermanos?". — Musitó, escrutando el rostro de Esteban en busca de alguna señal de parentesco. — "No te reconozco, nunca he oído hablar de ti".

Esteban, con calma sobrecogedora, desveló la verdad oculta.

— "Tus hermanos, aquellos a los que has conocido, no son tus hermanos de sangre. ¿Acaso ignoras quién es tu verdadero progenitor?".

Ante la confesión de Esteban, Adael sintió el mundo temblar bajo sus pies.

— "Nunca conocí a mi verdadero padre, solo se de mi padrastro y mis hermanastros, mamá solo me hablaba de él en sus susurros nocturnos."

Con solemnidad, Esteban continuó revelando los enigmas que rodeaban su origen.

— "Tenemos el mismo padre, solo que de madres diferentes, mira mi poder, es igual al tuyo". — Susurró Esteban, dejando entrever en su gesto una sombra de complicidad fraternal.

Adael, con la incredulidad dibujada en su rostro, musitó: — "¿También posees el rayo?".

Con una serenidad que contrastaba con la efervescencia del tema, Esteban explicó con solemnidad: — "Sí, el poder del rayo emana de la descendencia de los ángeles. Nuestro padre es un ser celestial, de ahí proviene nuestro legado. ¿Nunca te has cuestionado por qué solo unos pocos ostentan este don?".
La mente de Adael bullía de interrogantes, y con cautela indagó: — "¿Por qué los rayos presentan diferentes colores, entonces?".

Esteban, con la sabiduría imperturbable que parecía haber acumulado a lo largo de siglos, respondió: — "No son distintos poderes de rayo, sino que cada portador imprime su esencia en ellos. El mío es sombrío como la noche, el tuyo, un azul oscuro que roza la oscuridad. Ambos somos guardianes de la misma fuerza, pero con matices únicos, reflejos de nuestra propia esencia". — Sentenció Esteban.




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