FUERZAS CONSTRUIDAS
Han transcurrido dos años desde que Adael se encontraba bajo la tutela de Esteban, entre enseñanzas y desafíos.
En medio de un bosque que se desplegaba cerca del susurro del mar, Adael se erguía con su espada manchada de la sangre de los vencidos, con gotas de esfuerzo y determinación deslizándose por su rostro.
Alrededor, yacían despojos de brujos y demonios, testigos mudos de la batalla feroz que había librado; una danza mortal que parecía haber llegado a su desenlace.
Inmerso en un estado de alerta aguda, Adael captó un sonido familiar, un tintineo de campanas y el arrastrar de cadenas, preludio indiscutible de la presencia de un ser demoníaco. No hubo que esperar mucho para que una monstruosidad emergiera de las sombras: un demonio de cabellera caprina y un hacha empuñada con violencia.
— “Te he estado buscando, jovencito. Esta noche, tus días llegan a su fin". — Espetó el demonio con un tono cargado de sed de sangre y desafío.
Adael, impávido, interrogó con determinación: — "¿Quién eres?".
La respuesta del demonio resonó como un eco oscuro del pasado, recordando cicatrices y afrentas antiguas. Estaba claro que el enfrentamiento era inevitable, una batalla que ansiaba saldar viejas deudas en un reguero de sangre y retribución.
— ¿No recuerdas?, fui yo aquel que hizo esa cicatriz sobre tu ojo.
— Así que a ti fue quien corte el brazo. — Respondió Adael.
— Voy a cobrar venganza, hoy vas a morir. — Inquirio aquel demonio con gran sed de sangre.
— Eres muy débil, para enfrentarte a mi. — Respondió Adael.
Aquel demonio lanzó con fuerza aquella hacha hacia Adael en diagonal, destruyendo muchos árboles en el proceso y llegando le a Adael por su lado izquierdo, Adael con su mano izquierda poderosa imbuida con el poder de su rayo destruyó aquella hacha y jalo la cadena qué estaba en el hacha la cual era sostenida por el demonio. Atrayendo fuertemente al demonio jalando la cadena con gran fuerza. En aquel instante Adael lanzó múltiples golpes con rayo hacia aquel demonio haciendo grandes huecos sobre su estómago.
Pero rápidamente aquel demonio regenero su cuerpo y envío un gran golpe contra Adael.
Cubriendo Adael el golpe con su espada, fue arrojado hacia atrás fuertemente, ya que la gran fuerza lo impulso, destruyendo varios árboles y chocando contra ellos.
— “Tal parece que has matado bastante gente”. — Inquirió Adael.
— Sus muertes me alimentan, su sangre es deliciosas, me he alimentado mucho de tu especie, por eso puedo regenerarme cuando quiera. El brazo qué me cortaste tardo en recuperarse. Pero ahora mi cuerpo está saciado de poder. — Respondió aquel malévolo demonio. Al finalizar su palabras, el demonio saco de su cuerpo múltiples ciempiés, qué crecieron gigantescamente.
— Ahora prueba el poder de mi maldición — Inquirió.
Los ciempiés atacaron a Adael, aquellos eran grandes y pesados y su piel muy dura difícil de cortar.
— Son bastantes, — Inquirió Adael — pero no son nada para mi.
Adael lanzo rayos por medio de su espada hacia los ciempiés, destruyendo partes de ellos, y cortándolos con el soplo de su espada por la Mitad, aunque aquellos ciempiés también empezaban a regenerarse.
— No podrás contra mi, estos ciempiés se regeneran al igual que yo. — Alegó aquel demonio con una carcajada.
Adael siguió partiéndolos por la. Mitad, y creo una bola de rayo tan pequeña, más pequeña que una pelota de tenis. Con una velocidad descomunal desaparece, y luego reaparece a espaldas del demonio y dice: — Aver si después de esto, te vas a regenerar.
Y la bola impacto en el demonio, destruyendo hasta el polvo más mínimo, un gran hueco se hizo en aquel lugar y múltiples árboles quedaron pulverizados.
El demonio y los ciempiés fueron destruidos, todo en un radio de quinientos metros quedo pulverizado.
Mientras los ecos del enfrentamiento se desvanecían entre los árboles mutilados, Adael retornó a la cabaña que compartía con su hermano Esteban. El aire se hallaba impregnado de un olor siniestro, una amalgama de sangre coagulada y descomposición. Ante la llegada tardía de Adael, Esteban lo recibió con una inquisitiva mirada y unas palabras ávidas de relato sobre su victorioso combate.
— “Hueles asqueroso”. — Inquirio Esteban, al ver a Adael lleno de sangre de demonio — Ve a bañarte.
Adael, tras deshacerse de las impurezas de la batalla en un baño restaurador salió de la cabaña.
— “¿Qué hacías?”, tardaste. — Pregunto Esteban a a Adael.
— "Estuve resolviendo asuntos pendientes, lidiando con un demonio. — Respondió Adael.
ADAEL VS ESTEBAN
Después de un breve intercambio de palabras, Esteban propuso el enfrentamiento final, un duelo donde la maestría y el poder se pondrían a prueba. Con un gesto de aceptación y una mirada cargada de determinación, Adael asintió ante el reto.
— Te has fortalecido mucho, hermano. Hoy culminará tu entrenamiento, y te enfrentarás a mí para ver todo mi poder. ¿Crees poder aguantar? — Inquirió Esteban, con una mirada desafiante.
Adael, erguido y decidido, respondió con orgullo en su voz y una sonrisa en los labios, rebosante de confianza en sus habilidades.
— No estoy seguro de ganar, pero tampoco creo que vaya a perder — Respondió, manteniendo su mirada firme en la figura de su hermano.
Una carcajada resonó en el aire cuando Esteban dejó escapar su risa, llena de desafío y complicidad.
— El discípulo no es mayor que su maestro — Declaró, con una chispa de orgullo en sus ojos.
El enfrentamiento comenzó con la velocidad de una estocada, los aceros chocando y relampagueando en un baile mortal. El viento zuñía alrededor de los guerreros, acompasando cada movimiento con la sinfonía de la lucha que se desplegaba ante sus ojos.
La tormenta se cernía sobre ellos, los rayos iluminando el cielo con su danza eléctrica, mientras los dos hermanos se enzarzaban en un duelo feroz. Golpe tras golpe, esquivando relámpagos y filos mortales, los dos se enfrentaban con la destreza de auténticos maestros de la espada.
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Editado: 21.12.2025