Propósito Celestial

SEGUNDA TEMPORADA CAP 10

EL DESPERTAR DEL SEGUNDO DON

El valle estaba en silencio. Un silencio profundo, casi sagrado, que parecía envolverlo todo después de dos semanas de tormenta incesante. El círculo de piedras seguía allí, marcando el lugar donde la energía había rugido y se había desbordado una y otra vez, pero ahora sólo quedaban rastros: marcas quemadas en la tierra, grietas en las rocas, y el olor seco de la electricidad que aún flotaba en el aire.

En el centro, Adael yacía recostado sobre la hierba, respirando con dificultad. Su cuerpo no podía moverse. Cada músculo dolía como si hubiese sido golpeado, quemado y reconstruido desde cero. Incluso abrir los ojos era una tarea pesada.

Anne estaba a su lado, también agotada, aunque un poco más consciente. Lo observaba con una mezcla de alivio y preocupación.

—Aún sigues aquí conmigo… — Susurró ella con voz débil.

Adael no pudo responder con palabras. Solo logró mover los dedos para tomar la mano de su madre.

Pasaron horas antes de que pudiera incorporarse.

Pasaron días antes de que pudiera ponerse de pie sin caer.

Pasaron semanas antes de que pudiera caminar sin tambalear.

Anne lo cuidó durante todo ese tiempo.

Lo ayudó a comer.

Lo ayudó a levantarse.

Lo cubrió con mantas cuando su cuerpo tiritaba por la energía inestable que circulaba dentro de él.

Por las noches, pequeños destellos de rayo escapaban de su piel mientras dormía, y a veces su cuerpo cambiaba de temperatura sin explicación: caliente como una llama un segundo, frío como la piedra al siguiente. Era la prueba viva de que el don de Anne estaba dentro de él… pero no domado.

—Tienes dos fuerzas dentro de ti — Explicó Anne una tarde mientras le daba agua — Tu don del rayo siempre fue directo: rápido, violento, puro. El mío en cambio se adapta… toma forma… cambia según lo que toco o lo que siento. Ahora ambos conviven en ti. Por eso tu cuerpo está tratando de aprender qué eres… y qué puedes llegar a ser.

Adael respiró hondo, sintiendo un leve ardor en el pecho.

— Se siente como si… como si mis poderes discutieran entre sí — Diijo Adael intentando bromear.

Anne sonrió con dulzura.

— Es exactamente lo que está pasando.

Después de varias semanas, Adael finalmente se sintió estable. Sus pasos eran firmes. Sus manos ya no temblaban. La energía interna, aunque intensa, ya no lo hacía arder por dentro.

Y entonces, comenzó el entrenamiento.

Al principio fue lento.

Anne le hizo tocar pequeñas cosas: una piedra, una flor seca, un recipiente de agua. Cada vez que sus dedos rozaban un material, el don de su madre se activaba y su cuerpo intentaba copiarlo.

Una mañana, Adael tocó una roca lisa.

Sintió un peso extraño recorriendo su brazo. Su piel se volvió gris y dura por unos segundos antes de volver a la normalidad.

— Eso es — Dijo Anne, asintiendo — Estás copiando su resistencia. Aunque aún es inestable.

Otro día, tocó agua.

Su mano se volvió ligera, fluida, casi translúcida. Podía moverla con una suavidad imposible para un cuerpo normal… pero sólo por unos instantes antes de que su poder del rayo reaccionara y produjera un chispazo que evaporó el agua de golpe.

Anne se llevó la mano a la frente.

— Tendrás que aprender a mantenerlos en equilibrio. No puedes dejar que el rayo sobrescriba el don adaptable… ni que el don adaptable bloquee el rayo.

Adael exhaló, agotado.

— Entonces… aprenderé — Dijo, decidido.

Los días siguientes pasaron entre explosiones pequeñas, cambios involuntarios de textura en su piel, descargas eléctricas y momentos en que el viento alrededor de Adael se comportaba de forma extraña, respondiendo a la mezcla de poderes inestables.

Pero cada día, mejoraba un poco.

Cada día, se acercaba más a controlar lo que había dentro de él.

Anne lo observaba entrenar desde la puerta de la pequeña casa, con una mezcla de orgullo y temor.

Sabía que tener dos dones era algo que podía cambiar el destino de Adael.

Pero también sabía que el precio sería alto.

— Estás avanzando rápido — Dijo ella una tarde mientras Adael manipulaba una chispa eléctrica que no explotaba por primera vez.

— No tan rápido como quisiera — Respondió él.

— No importa la velocidad — Replicó Anne, tranquila.

Adael se quedó en silencio.

*APRENDIENDO A CONTROLAR EL DON*

El sol apenas iluminaba el valle cuando Anne llevó a Adael a un claro cercano a la casa. El aire estaba fresco y el viento soplaba suavemente, moviendo la hierba y las hojas de los árboles. El ambiente parecía preparado para lo que venía.

— Aprenderás a controlar tu don — Dijo Anne, su voz calmada pero firme — Has logrado recibirlo, pero ahora debes aprender a guiarlo. Recuerda: no es sólo fuerza, es adaptación. Debes sentirlo, no imponerlo.

Adael asintió, concentrándose. Su cuerpo todavía se adaptaba a la combinación del rayo y el don de su madre, pero estaba decidido. Quería aprender. Necesitaba aprender.

— Primera lección — continuó Anne — el viento. Está aquí, a tu alrededor. Siente su flujo, su dirección. No intentes moverlo todavía. Sólo siente cómo fluye.

Adael cerró los ojos y respiró profundo. Sintió la brisa rozar su piel, acariciar sus cabellos, deslizarse entre sus dedos. Por primera vez desde que recibió el don, comprendió que la energía de su madre no era destructiva; era flexible, maleable, una extensión del mundo que podía tocar.

— Ahora… intenta moverlo — Susurró Anne — Haz que siga tu voluntad, aunque sea un hilo pequeño.

Adael abrió los ojos, concentrándose. Levantó una mano lentamente. Sintió cómo la corriente del aire respondía apenas, como si dudara. Respiró profundo y dejó que su mente se fundiera con el viento. Poco a poco, el aire empezó a girar alrededor de su mano, formando un remolino leve que apenas levantaba hojas secas del suelo.

— Bien… — Dijo Anne, con una sonrisa tranquila — No mucho, pero lo sientes. Eso es suficiente para empezar.




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