Propósito Celestial

SEGUNDA TEMPORADA CAP 14

BATALLA EN EL BOSQUE

El viaje de Adael lo alejó gradualmente del valle y lo llevó por senderos que se estrechaban entre colinas y arroyos. El mapa que Rosa le había dejado señalaba un punto específico cerca de un pequeño pueblo rodeado por un bosque espeso. .

El Pueblo en el Camino

Antes de llegar al bosque, Adael atravesó un pueblo modesto, construido con madera oscura y techos cubiertos de musgo. Las personas lo observaban con la tranquila desconfianza típica de los lugares pequeños.

Caminó entre puestos improvisados, y pronto un objeto llamó su atención: una máscara de cuero endurecido, colgada en el puesto de un artesano viajero. Junto a ella había ropa adecuada para pasar desapercibido entre viajeros y cazadores.

— Si buscas no ser reconocido — Dijo el vendedor, un hombre de barba rala y ojos astutos — esta máscara te serviría. Y estas prendas te harán ver como uno más y pasar desapercibido.

Adael tomó la máscara. Era de color negro con esquinas azules, con detalles simples, perfecta para ocultar su rostro. Luego eligió una capa azul, ligera y silenciosa.

— ¿Cuánto? — Preguntó.

El vendedor señaló la botella de vino que sobresalía de la mochila de Adael.

— Eso basta. Se ve elegante… y por aquí no llegan vinos así.

Adael vaciló, recordando que la botella era de Anne, una que ella había guardado en su mochila, Pero sabía que necesitaba pasar inadvertido.

— Está bien — Dijo finalmente, entregándola.

El comerciante le dio la máscara y la ropa. Adael se cambió rápidamente detrás del puesto, ajustándose la nueva vestimenta.

El Bosque y la Sospecha

El camino hacia el punto de encuentro lo llevó a un bosque profundo. La luz se filtraba en líneas doradas entre los árboles, y el olor de la tierra húmeda lo envolvía. Sus pasos se volvieron más silenciosos por instinto, como si el entorno exigiera cuidado.

Finalmente, llegó al lugar señalado.

Era un claro rodeado de árboles altos. Desde las sombras, Adael escuchó voces.

Se tensó y se escondió detrás de un tronco grueso. Lentamente, se asomó.

Y allí estaba ella.

El Grupo de Rosa

Rosa permanecía en medio del claro, observando un mapa extendido sobre una roca. Su expresión era seria, concentrada. Pero lo que llamó la atención de Adael no fue su presencia, sino los que la acompañaban.

A su lado había dos mujeres:
Una con cabello corto y oscuro, gesto firme; la otra de ojos verdes intensos, que parecían analizar cada detalle del entorno.

Y dos hombres:
Uno alto, con una lanza decorada con plumas; otro robusto, con una sonrisa arrogante que no se borraba del rostro.

Todos hablaban con Rosa como si la conocieran desde hace tiempo. Como si formara parte de su grupo. Como si no estuviera esperando a nadie más.

Adael sintió un nudo formarse en el estómago.

— ¿Rosa no dijo nada de estas personas? ¿Qué clase de reunión es esta?

No podía simplemente caminar hacia ellos sin entender qué ocurría primero.

Se ajustó la máscara, se agachó entre las raíces de un árbol y continuó observándolos desde las sombras, atento a cada palabra, cada gesto.

Algo en su instinto le decía que debía ser cauteloso.

Muy cauteloso.

Batalla.

El claro del bosque hervía de tensión contenida. Rosa se mantenía cerca del centro, revisando el mapa, mientras los otros cuatro miembros de su equipo preparaban armas y verificaban provisiones.

Desde su escondite, medio oculto entre raíces gruesas y la oscuridad húmeda del bosque, Adael observaba. La máscara negra cubría la mitad de su rostro, pero sus ojos seguían cada movimiento con precisión silenciosa.

El chico de la lanza — Alto, cabello atado, plumas negras oscilando — Resopló con impaciencia.

— Rosa… ¿y ese tal Adael? Llevamos horas esperándolo. No sé por qué confías tanto en él.

Rosa apretó los labios, evitando mirarlo.

— Lo esperaremos hasta el amanecer. Si no llega… partiremos.

Las palabras lo atravesaron como un filo. Había venido por ella… los otros chicos del equipo pensaban que Adael no iria.

Adael aun no salia.

Algo en ese grupo era extraño.

De pronto, el chico de la lanza se tensó. Sus pupilas se afilaron.

— Ey… — Susurró, con un tono que heló el aire — Hay alguien ahí.

Sin más aviso, apuntó su lanza hacia el árbol donde Adael estaba oculto. Una nube espesa y oscura brotó del arma, como carbón molido ardiendo.

Ceniza viviente.

Adael apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando el joven lanzó un corte horizontal y la ceniza salió disparada en forma de hoja afilada.

— Ascenso… tierra.

Adael golpeó el suelo con la palma.Una muralla de piedra emergió de golpe, bloqueando la ceniza que estalló en una nube gris el arma de aquel chico quedo en el suelo siendo detenida por el muro de tierra de Adael.

Rosa retrocedió de inmediato.

— ¿Quien es? ¿Yo no senti su presencia?

Los otros cuatro ya estaban en guardia.

El de la lanza volvió a cargar atrayendo su lanza con un brazo que extendio hecho de ceniza, canalizando ceniza alrededor del arma. La lanza dejó una estela negra en el aire mientras apuntaba al pecho del intruso.

Adael se deslizó hacia atrás, chasqueó los dedos y varias raíces salieron disparadas del suelo.

— Embestida… raíces.

Las raíces envolvieron la lanza, frenando el avance. El chico gruñó y liberó una explosión de ceniza que rompió algunas, pero Adael ya había retrocedido.

El Hombre Robusto — Poder de Hilos

El robusto golpeó el suelo con ambos puños.

— ¡Ahora yo!

De sus manos brotaron hilos finísimos, casi invisibles, como telas de araña metálicas. Los lanzó hacia Adael en un patrón envolvente, intentando atraparlo.

Adael respondió elevando varias columnas de tierra como escudos.

Pero el robusto sonrió.

Los hilos cortaron la piedra como si fuera mantequilla.




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