SEGUNDA TEMPORADA CAP 15

PRESENTACIONES

Adael se limpió el polvo de las manos con calma, como si acabara de terminar una tarea sencilla. Luego levantó la mirada hacia Rosa.

Sonrió suavemente.

— Hola, Rosa… es bueno verte de nuevo.

El corazón de ella pareció detenerse. Aquella voz… aquel gesto… esa sonrisa tranquila.

— A… Adael… — Susurró, acercándose con pasos lentos — No… no puedo creer que seas tú.

Él inclinó la cabeza con naturalidad, como si nada hubiera pasado.

— Claro que soy yo. Perdón por llegar tarde… estaba más lejos de los que pensaba.

La chica del espacio-tiempo tragó saliva y retrocedió un paso, abriendo un portal pequeño por si tenía que luchar.

El chico de la ceniza apretó la lanza, aún temblándole los dedos.

El robusto tensó los hilos, listo para reaccionar.
La chica del agua levantó una pequeña esfera líquida frente a ella, defensiva.

Adael los miró con serenidad.

— Ah… no se preocupen. No pienso atacar otra vez. Solo me estaba defendiendo.

La frase, dicha con un tono amable y completamente sincero, desconcertó a los cuatro.

Rosa respiró hondo, intentando ordenar sus ideas.

— Adael… ellos… — miró al grupo y luego volvió a él —. Esto puede sonar extraño después de todo lo que paso… pero ellos son mi equipo.

Adael arqueó una ceja, sorprendido de forma muy suave, sin tensión.

— Estos son los que irán con nosotros, entiendo.

Rosa asintió, ahora más tranquila al ver su actitud habitual.

— Sí. Tu equipo también, si decides venir.
Yo… yo preparé este grupo para ir a las *ruinas del desierto*.

Estábamos aquí esparandote.

— Ah, entonces todo esto era una mala coincidencia.

— Sonrió levemente — Me alegra que se estén preparando bien. Y… por supuesto que iré contigo.

Los demás intercambiaron miradas.

El robusto carraspeó y comenzó a hablar con voz profunda.

— Eh… supongo que… deberíamos presentarnos.

El chico de la ceniza lo interrumpió, aún apuntando su lanza hacia Adael, aunque con menos firmeza.

— S-solo por aclarar algo… ¿tú… eres Adael? ¿El mismo que Rosa mencionó? ¿El mismo que supuestamente solo tenía el don del rayo?

Adael asintió sin complicación alguna.

— Sí, ese mismo.

La chica del agua abrió mucho los ojos.

— ¿Cómo puedes manejar tantos elementos?

Rosa levantó la mano rápidamente, antes de que Adael respondiera.

— No lo presionen. Luego lo explicará.
Ahora… dejemos que se presente el equipo.

Adael, amable, hizo un gesto invitándolos a continuar.

Las Presentaciones

El chico de la ceniza dio un paso adelante, todavía desconfiado pero intentando mantener la compostura.

— Yo soy **Kalem**. Manejo la ceniza… y sí, aún sigo procesando cómo no pude darte ni un solo golpe.

Adael le sonrió con cortesía.

— Fue un buen intento, además se bien que no están usando toda su capacidad, de lo contrario no se si habría ganado.

Kalem sintió una mezcla rara entre vergüenza y respeto.

La chica del espacio-tiempo hizo aparecer un portal pequeño como demostración.

— Me llamo **Erya**. Controlo los portales y el espacio-tiempo.

Aún estoy evaluando si eres una amenaza… pero al menos no pareces hostil.

Adael le guiñó un ojo.

— Tranquila. Solo uso mis dones si me atacan o si alguien corre peligro.

Erya apretó los labios, sin saber si eso la tranquilizaba o la preocupaba más.

La chica del agua levantó una pequeña ola en su palma.

— Soy **Lune**. Mi don es el agua.

Adael asintio con la cabeza, amable.

Finalmente, el robusto cruzó los brazos. Sus hilos brillaban levemente entre sus dedos.

— Yo soy **Dargus**. Hilos reforzados, tan duros como acero.

Y quiero que sepas que si vuelves a mover una raíz cerca de mí, te ato entero.

Adael rió suavemente.

— Intentaré controlarlo.

Rosa, al ver que todos se habían calmado un poco, se permitió respirar por fin.

Se acercó a Adael, lo miró de cerca, tocó su brazo como asegurándose de que no era una ilusión.

— No sabes cuánto… cuánto me alegra que estés aquí, pensé que no vendrías.

Adael respondió con una sonrisa cálida y sincera.

— Ya estoy aquí. Y voy con ustedes… a las ruinas del desierto.

El equipo quedó en silencio por un instante.
El aire ya no estaba cargado de tensión… sino de expectativa.

Y de algo nuevo:

*un respeto incierto hacia el chico capaz de dominar varios elementos con calma absoluta.*

Fin.