Propuesta del jefe

Capítulo 4: Una taza rota y muchas cosas más

Capítulo 4: Una taza rota y muchas cosas más

Los lunes siempre me parecieron días difíciles. Pero ese lunes fue distinto. Tenía gusto de un cuchillo. A algo afilado que no sabe bien por dónde te va a cortar.

Me desperté temprano, como siempre, con Milena abrazada a mi pierna y Vera babeando mi hombro. Me reí bajito, porque no hay nada más lindo que tener dos cachorritas humanas tan cerca. Pero poco duro.

Cuando entré a la cocina, ya estaba él. El señor Impecable. Sentado, como una escultura de hielo, con una taza blanca entre las manos y la mirada perdida en la ventana.

—Buen día —le dije, con el tono más amable que tenía disponible.

—Emilia, necesitamos hablar.

Listo. Así, sin anestesia. Sin café ni contexto.

—¿Sobre qué?

—Sobre los límites.

Lo miré. No entendía. ¿Qué límites?

—Tus hijas están dejando juguetes por toda la casa. Hay crayones en el respaldo del sillón. Ayer encontró un medio en el lavavajillas.

Saliva tragué. Me crucé de brazos.

—Hijos niñas. No son hijos soldados.

—No estoy pidiendo rigidez —respondió él, con esa voz tan medida que parecía leída—. Estoy pidiendo respeto por mi espacio.

Mí. Otra vez mía .

Respire hondo. Me dolia el orgullo. Me dolía la espalda. Me dolía la idea de que, para él, todo esto era una molestia envuelta en moñito.

—Tus hijas también dejan cosas tiradas —le dije, cruzando los brazos.

—No es lo mismo. Ellas saben cómo comportarse.

Ahí se me cruzó un cable. Algo se me quebró adentro.

—Me estás diciendo que mis hijas no saben comportarse?

Él se quedó en silencio. Y ese silencio me quemó.

—No dije eso.

—Pero lo pensás. Se nota. Cada vez que te mirarás el reloj cuando están hablando. Cada vez que finís que no las escuchás reír. Cada vez que fruncís la cara cuando Vera canta a los gritos.

—Emilia…

-¡No! No me digas Emilia como si fueras el tipo razonable en esta conversación. Estás jugando a tener una familia de mentira, pero no querrás lidiar con lo que implica. ¿Qué pretendías? ¿Que trajera a dos estatuas? ¿Que mis hijas eran fantasmas mudas?

Sus ojos se abrieron apenas. Como si no esperara ese arranque. Como si, después de cinco años viéndome ser eficiente y obediente, no supiera qué hacer con una versión de mí que se enoja.

Yo tampoco lo sabía, en realidad.

—Yo acepté esto porque necesitaba el dinero —continué, bajando apenas la voz—. Porque no tengo una roja. Porque todo lo que mis hijas tienen… soy yo. Y vos lo sabías. Me ofreciste este trato. Y ahora pareciera que te arrepentís de cada detalle de nuestra presencia.

Él se levantó. Lento. Pero su mirada era intensa. Firme.

—Yo no me arrepiento. Solo quiero orden.

—Entonces comprate un robot —disparé sin pensarlo—. Pero no me pides que se conviertan a mis hijas en sombras.

Fue ahí cuando sucedió.

Quise agarrar la tetera para hacerme un té. Estaba nervioso. Con las manos temblando. Pero choqué sin querer una taza. Una blanca, sencilla, de esas que él seguro alinea por tamaño en el mueble. Se cayó al suelo y se rompió en dos.

Silencio.

Yo me agaché enseñada.

—Perdón. Perdón, fue un accidente.

Lo dije con un nudo en la garganta. Porque sabía que ese pequeño detalle iba a ser otra mancha en el historial.

Él también se agachó. Levantó uno de los pedazos. Lo observará como si fuera una escena del crimen. Y luego dijo:

—No era ninguna taza. Era de mi esposa.

Ahí me quedé helada.

—Pensé que nadie conocía a tu esposa —susurré.

Él no respondió.

Me miré. Pero por primera vez en días, no supe leerle la mirada. Estaba vacía y llena a la vez. Como si se le hubieran cruzado todos los cables internos y no supiera con qué emoción quedarse.

—Lo lamento mucho —dije, sincera.

Guardó los pedazos en silencio. Sin dramatismo. Como quien recoge partes de algo que hace tiempo estaba roto.

—No es tu culpa —murmuró.

Y se fue.

Y yo me quedé ahí, en el suelo frío de la cocina, sintiéndome como esa taza: rota en dos, con pedacitos de mí por todas partes.

¿Te gustaría que en el próximo capítulo Emilia descubra algo del pasado del jefe? ¿O quieres que aparezca un nuevo personaje (quizá alguien que sospecha del “matrimonio”)?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.