“Guadalupe vivía en México y era bióloga marina. Su especialidad eran las tortugas marinas que estaban en las costas de su país. Ella se había encariñado con uno de estos reptiles y se lo había llevado a su casa. Llenaba su bañera y dejaba que Nina se sumerja por horas allí. Pasaron los meses y Nina no dejaba de crecer, así que Guadalupe tuvo que llevarla a un lugar seguro de la costa mexicana. Empezó a visitarla cada dos o tres días. Llegó un momento en el cual Nina tenía el tamaño de un elefante. Una tarde la bióloga se subió encima de Nina y la tortuga se elevó en el aire y comenzó a volar. Parecían salidas de un cuento de hadas.
-¡Qué cosas extrañas produce la biología! – dijo Guadalupe asombrada.
En realidad Nina era una tortuga especial. Había nacido de una sirena que había sido desterrada de su reino y como no tenía un hogar que darle convirtió a su bebé en tortuga marina. Una tarde de verano, Nina voló hasta las Islas Canarias y se sumergió en el mar. Buscó en las profundidades a su madre y la halló. Ella ya era vieja y se alegró mucho al ver a su hija. Dijo unas palabras y desencantó a su hija. Nina se convirtió en una sirena y nadó hasta la costa de México para encontrarse con Guadalupe. La halló buscando a su tortuga marina pero ella no existía más ahora era una joven con cola de pez. Cuando estuvieron cara a cara, Nina le contó su historia y de lo muy agradecida que estaba de los cuidados que había recibido por parte de Guadalupe. Ellas continuaron su amistad aunque a veces Nina viajaba para visitar a su madre y tardaba meses en regresar. Nina pudo comprender que los padres a veces hacen cosas increíbles para proteger a sus hijos.”
por Valeria O.
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Escrito el 02/06/2019
F A C E B O O K: “Escribiendo entre las nubes”
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Editado: 02.06.2019