Protégeme

He llegado al cielo

Al llegar a la casa subo de inmediato a mi cuarto impidiendo encontrarme con Julio o con mi madre, no siento rencor ni resentimiento por ella, pero no logro entender como es que no se preocupa ni siquiera por protegerme. Cierro la puerta con seguro y me tumbo en la cama las lágrimas empiezan a salir, el pecho duele y mi cabeza no deja de pensar en todas las cosas que he vivido en la felicidad que tenía mucho antes de que mi madre se casara. Me quedo acostada y pierdo la noción del tiempo.

Ya es de noche deben ser al menos las 8 de la noche, me siento en la cama y acaricio mis muñecas creo que es hora debo dejarlo ir, debo permitirme descansar por fin, busco entre mis cosas algo filoso, sin embargo, no encuentro nada más que un lápiz con la punta filosa, presiono la punta en mi piel un pequeño dolor se hace presente y hago la primera raya no sale sangre, pero si siento el ardor, presiono nuevamente en la misma ubicación y unas pequeñas gotas empiezan a salir, no puedo, no puedo, no puedo. Suelto el lápiz y me acuesto nuevamente las lágrimas no dejan de salir, necesito buscar una manera mejor. El sonido del móvil me espanta es la madre de Michelle.

— ¿Buenas?

— ¿Maya?— su voz se escucha agitada.

— Si.

— ¿Michelle está en tu casa? - lo pienso, de seguro Michelle le dijo que venía para acá.

— Si está aquí - miento con los nervios de punta.

— ¿Puedes pasármela? - rayos no contaba con eso.

— Ella no, no ella - no sé que decir ¿y si le cuelgo?

— Entiendo por favor dile que me llame necesito hablar con ella.

— Claro yo le digo - Gracias a Dios no insistió, cuelgo el teléfono y me dispongo a llamar a Michelle esta chica me debe una. El teléfono suena varias veces hasta que lo toma.

— ¿Si? - su voz se escucha diferente.

— ¿Michelle? - pregunto ya que no estoy segura de que sea ella.

— Si Maya soy yo.

— Puedes salir afuera no te escucho - la música en el fondo estaba siendo insoportable.

— ¿Puedes venir por mí?

—¿Qué pasa Michelle? Tu madre me ha llamado.

— No quiero hablar con esa zorra por favor Maya, estuve bebiendo no puedo salir así.

— No te preocupes voy por ti, ¿dónde estás? - Michelle me pasa la dirección es una discoteca a las afueras de la ciudad, me visto y salgo corriendo.

— ¿A dónde crees que vas?

— Julio por favor ahora no - Julio está subiendo las escaleras no puedo permitir que me impida salir ahora.

— ¿A dónde vas?

— Mi amiga me necesita por favor debo irme - intento caminar, pero me lo impide poniéndose frente a mí.

— No lo creo Maya.

— Cuando vuelva podrás hacer lo que quieras solo por favor déjame ir - era la verdad, en este momento necesitaba saber que Michelle estaba bien ya lo que me pasara no me importaba en lo absoluto.

— Por favor - le repito, por unos segundos sentí que no me lo iba a permitir, sin embargo, una sonrisa en sus labios me confirmo que si y se echó a un lado, corrí como pude para salir antes de que cambie de opinión, respire aire fresco, camine hasta tomar el bus o encontrar un taxi, luego de caminar por dos minutos no encontré nada, marque a Michelle nuevamente.

— Michelle.

— Maya ¿dónde estás?

— Llegando - miento.

— ¿Estás bien?

— Sí, sabes un tipo me ofreció dinero para acostarme con él y sus amigos, seré igual que mi madre Maya.

— Michelle ¿qué dices? No hagas eso ya voy para allá por favor mátente donde estás.

No lo podía creer lo que sea que allá pasado entre Michelle y su madre fue serio, nunca las vi discutir por nada y a mí pensar la relación de ellas dos era impecable, pero esto confirma que no siempre lo que se ve es lo que es, el sonido de un auto detrás de mí me espanta, me giro para comprobar que es él. Mike baja del auto y camina en mi dirección, se veía mejor aunque la poca luz de la calle no me permitía apreciarlo del todo, su abrigo blanco se pega también a sus músculos que por momentos me provoca tocarlo.

— ¿Maya? ¿qué haces aquí? - pregunto acercándose.

— Yo solo esperaba un taxi.

— Puedo llevarte si quieres.

— No está bien, gracias - a lo lejos un taxi se acerca por fin le hago señas, pero sigue como si no me hubiera visto.

— Vamos Maya, puedo llevarte - me quedo mirándolo debatiéndome en sí aceptar o no, él iría más rápido, dice mi mente rayos.

— De acuerdo - Mike abrió la puerta del copiloto subí, daba paz estar en este asiento nuevamente, él entra y pone el auto en marcha.

— ¿A dónde vamos?

—  Al Dinks Night - Al mencionar esto Mike me dedica una mirada que no pude descifrar del todo.

— Entiendo - es todo lo que dice sé que no debería de darle ninguna explicación, pero no creo que sea buena idea dejarlo con una duda que de igual forma no es cierta.

— Iré por Michelle.

— De acuerdo - el silencio se hizo presente y el ambiente empezó a sentirse incómodo.

— Debí darte la nota yo mismo.

— Debiste - no quería sonar ruda, pero era inevitable.

— Entiéndeme por favor, no sabía que decir o hacer.

— Porque no solo lo dejas así - Mike detiene el auto.

— No puedo solo dejarte ir, no después de encontrarte, aquel día en la tienda Maya, no pude dejar de pensarte - mi corazón no encontraba la forma correcta de latir, me quede mirando la calle porque si lo veía a los ojos me iba a derretir, después de unos segundos esperando respuesta por parte mía volvió a poner el auto en marcha, en ese momento Michelle me llamo.

— ¿Maya?

— Michelle ya estoy llegando espera - en el fondo escuche un hombre hablándole.

— Michelle ¿con quién estas? Por favor espérame ahí ya voy llegando - Colgué la llamada y mire a Mike por primera vez en la noche nuestros ojos se encontraron.

— Descuida llegaremos pronto - enfoca su vista en el camino y acelera el auto por un momento sentí que nos ibamos a estrellar contra algo, pero la destreza en el volante era insólita. Después de 10 minutos de camino llegamos, la música se escuchaba afuera.



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En el texto hay: madre, amor, maestro

Editado: 09.12.2021

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