Protégeme

Libres al fin

Estoy frente a la puerta de mi casa con el miedo a flor de piel, pero el corazón tan vivo como nunca, después del beso con Mike no dijimos nada al parecer ninguno de los dos quería dañar el momento, al despedirnos lo hicimos con la mirada es como si él entendiera lo que le quiero decir y yo lo entendiera a él.

Tomo aire es hora de enfrentar mi vida de nuevo y olvidarme de los cuentos de hadas hasta mañana. Entro a la casa, pero todo está en silencio subo las escaleras intentando no hacer ruido, perfecto he llegado abro la puerta del cuarto la cierro con llave y coloco el escritorio detrás, por fin puedo respirar en paz, me tumbo en la cama soñando con el beso de Mike, ¿porque nadie me dijo que el primer beso se siente así? Como si volara como si nada en el mundo fuera más importante; el sonido del móvil me interrumpe los pensamientos la pantalla refleja número desconocido.

— Buenas.

— Maya - es él, es Mike.

— ¿Llegaste bien?

— Si ¿y tú?

— Aún no llego, pero quería escuchar tu voz - mis nervios crecen.

— Ok - ¿en serio? ¿Es todo lo que puedo decir?

— Quizás fue un atrevimiento de mi parte el besarte perdona.

— No, descuida me gusto - me sincero .

— A mi igual Maya.

— Hablamos mañana - no quería despedirme, pero ya era tarde y además no quería que Julio se diera cuenta de que he llegado.

— Hasta mañana.

Cuelgo la llamada y me llevo el móvil al pecho por fin después de muchas noches de llorar hoy puedo dormir con una sonrisa pegada en los labios y el corazón bailando.

Necesito poner una cortina nueva aquí, pienso mientras el sol entra a la habitación despertándome, me pongo en pie, retiro el escritorio de detrás de la puerta y salgo al baño para asearme. Al terminar tomo mis cosas y bajo a la cocina, mi madre al parecer debe de seguir durmiendo ha entrado en una depresión por culpa de los golpes de Julio y no deja que yo la vea. Tomo un plato de cereal y leche y me siento a comer, luego de terminar me dispongo a lavar el plato.

— No te vi llegar anoche - una voz detrás de mí hace que me espante no puede ser Julio está aquí.

— Llegue tarde eso es todo y debo irme a la universidad - me apresuro a tomar mis cosas, pero me agarra del brazo demasiado fuerte pegándome a el.

— Me lastimas.

— No me importa, me dijiste algo ayer y no cumpliste.

— Déjame por favor - cuando le dije aquello no tenía nada que perder y mucho menos tenía una razón, pero ahora si ahora sé que Mike siente algo por mí.

— No Maya, es ahora o nunca - le golpeo en la entrepierna y corro a la puerta, pero me agarra del pelo y me estrella contra la escalera, puedo jurar que si no me rompió la columna estuvo a punto de hacerlo, se coloca sobre mí y toma mi cuello con ambas manos, el aire empieza a minimizarse.

— Julio por favor - suplico y una lágrima cae.

— Es así Maya como deben de ser las cosas, pensé que podría estar bien con tu madre, pero no, tu olor, tu caminar, tus labios todo de ti me encanta y en este momento será mío por fin; intenta besarme, pero no se lo permito con mis manos libres le doy golpes en la espalda y rasguño su cara lo que lo enfada más chocando mi cabeza con la pared, por un momento sentí como si mi alma dejara mi cuerpo, todo me daba vueltas.

Julio se puso de pie yo intente pararme, pero no pude y me arrastre a la cocina en busca de algo con que defenderme.

— Maya - grito, en ese momento sentí como si mi cabeza fuera a explotar, tome toda la fuerza que pude me puse en pie y tome el plato del cereal me gire y cuando estaba bastante cerca de mí se lo estrelle en la cabeza, algunos trozos se clavaron en mis manos, tome el móvil y el bolso de la escalera y corrí fuera de la casa. No quería llorar en la calle no de nuevo por lo que me saque los trozos más grandes de la mano y me envolví la mano con una abrigo que llevaba, sentí algo correr por mi cara mierda me había cortado la eja me seque la sangre con el mismo abrigo y tome un taxi, si iba al hospital tenía que decir que me había pasado lo que no me ayudaría mucho, ya que mi madre se niega a declarar en su contra y si voy a la universidad quizás Elizabeth pueda ayudarme, le doy la dirección de la universidad al taxista mientras intentaba taparme la mano lo más posible.

Al llegar pague y salí como pude, camine por el pasillo con algunas miradas encima, no me importaba, mi única intención era llegar lo más rápido posible antes de llamar más la atención. A lo lejos veo a Elizabeth hablando con otra chica.

— Elizabeth - la llamo ella se gira y se queda paralizada sin decir nada - necesito tu ayuda - dije acercándome a ella.

— Por supuesto pasa al consultorio por favor - seguí a Elizabeth adentro del consultorio - Siéntate por favor y cuéntame ¿qué te paso?

— No fue nada solo necesito que la revises para parar la sangre.

— Maya haré eso sin problemas, pero, Mike me ha contado las demás cosas, el encontrarte en la calle llorando y la mejilla roja.

— No tiene derecho de meterse en eso - sé que en este momento no estoy hablando claro, pero no entiendo por qué Mike debe de contarle esas cosas ni siquiera son sus asuntos.

— Permíteme ver tu mano - me retiro el abrigo y Elizabeth busca unas pinzas y una bandeja mientras arrastra un pequeño banco frente a mí, las pequeñas cortadas siguen sangrando.

— No necesitaré puntos ¿verdad?

— No, solo unas pastillas para prevenir infección y un jabón para lavarla.

— Gracias en verdad - Elizabeth saco todos los pequeños trozos que quedaban mientras trataba de ser fuerte mi cabeza palpitaba cada vez más, Elizabeth cubrió las heridas con un vendaje y coloco una pequeña curita sobre mi eja.

— Vuelvo en un momento - sale de la habitación y me quedo sentada esperándola mientras observo en lo que se ha convertido mi vida, literalmente estoy en un momento de supervivencia; luego de 2 minutos Elizabeth vuelve, pero no vuelve sola.



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En el texto hay: madre, amor, maestro

Editado: 09.12.2021

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