Protegida Por El Alfa

CAPÍTULO 4

MIA

Mientras veo desde mi asiento en la sala de espera cómo Tessa y Dominic compran mi pasaje a Chicago, me imagino miles de maneras en la que mi padre me castigará si llegara a encontrarme.

Estoy asustada y nerviosa, no dejo de golpear el suelo con la punta de mis zapatillas y hago sonar los huesos de mis manos. Mi piel se eriza de solo pensar en lo que me hará.

¿Y si ya regresó y me está buscado? ¿Y si les hace algo a Rachel, Sophie y Lauren para que le digan mi paradero? ¿O me deporta con sus amigos de la comisaría como persona desaparecida? Tiene el poder, contactos e influencias necesarias para hacerlo, nada ni nadie lo detendría.

Quiero llorar de solo pensar que le haga algo a mi nana y Dom. Ellos son los principales cómplices en esto y de solo pensar el daño que les puede hacer me enferma. También quiero llorar porque no estaré en mi graduación y posiblemente, no volveré a ver a mis amigos.

Si hubiera sabido que esto iba a suceder, me hubiera despedido. Aún recuerdo la angustia en el rostro de Paul al dejarme enfrente de mi casa, recuerdo la sonrisa radiante de Lena al despedirme y la mirada amistosa que me dio Landon antes de darle un beso a Lena. Eran pocos, pero me dieron una amistad auténtica y un refugio para mis días grises. Los echaré tanto de menos. Siempre estaré agradecida con ellos y solo ruego internamente que algún día pueda volver a verlos.

—Listo. —elevo mi mirada para ver a Tessa acercarse con el boleto en su mano. —Ya hemos comprado tu pasaje. Saldrá en treinta minutos.

Abro la boca sorprendida.

—¿Tan pronto?

—Al parecer un pasajero canceló su vuelo a último minuto y no tuvieron problemas en concederte el sitio. —informa Dominic encogiéndose de hombros mientras esconde sus manos en su pantalón.

—Anda, levántate. Debemos ir yendo. —me anima Tessa jalando mi maleta.

Entrelazo nuestros brazos y jalo de la maleta siguiendo a Dominic.

A pesar de lo tarde que es hay mucha gente llegando y saliendo de la ciudad. El aeropuerto de Portland es bastante limpio y organizado, las múltiples señales te facilitan la búsqueda de tu puerta de embarque y también hay mucho personal disponible ayudarte. Mi mirada va al techo hecho de vidrio que permite ver el cielo estrellado de esta noche y los aviones alzándose.

He viajado en avión solos dos veces y fue de niña. Aquellas dos ocasiones fuimos a Disneyland y el parque temático de Universal Studios a petición de Aiden por sus cumpleaños. En realidad, el segundo lugar fue su petición porque de verdad le entusiasmaba conocer, nuestro viaje a Disneyland fue porque yo quería ir y él le pidió a nuestro padre que nos lleve por mi parte. Evidentemente, papá para complacerlo nos llevó incluyendo a Tessa y Dominic.

Después de que Aiden se fue, nunca volví a viajar en avión. Nunca cruzó por mi cabeza pedírselo, yo tenía estrictamente prohibido pedirle algo que no fuera ropa o material de estudio. Mis únicos viajes permitidos eran los que programaban el colegio y luego el instituto.

—Bueno, hasta aquí llegamos nosotros. —anuncia Tessa una vez que nos detenemos en la fila de embarque. —Mi sobrina te estará esperando en el aeropuerto. Estoy segura que te caerá muy bien.

Asiento rodeándola con mis brazos.

—Prométeme que volveré a verte. —pido sin separarme de ella.

Acaricia mi espalda con dulzura.

Cielos, ¿Cómo voy a poder vivir sin esta mujer a mi lado? Ella lo es todo para mí. Si por mí fuera le pediría que se fuera conmigo. De hecho, se lo pedí en el camino, pero su respuesta me hizo dar cuenta que era una tontería. Si ambas desaparecíamos, mi padre podría denunciarla por secuestro.

—Claro que lo haremos, cariño. —se separa para acariciar mi mejilla y sonreírme dulcemente, haciendo de ese gesto que las arrugas alrededor de sus ojos sean más notorias. —Iré allá cuando sea el momento y no corras peligro.

Suspiro secándome una lágrima rebelde y me acerco al chico que ha sido mi confidente durante estos años.

—Cuídate y cuídalas, por favor. —le susurro.

Se lleva una mano al pecho.

—Tienes mi palabra. —besa mi mejilla. —Ten un buen viaje, Mia. Y vive sin miedo, ¿ok?

Río bajo cuando alza su dedo meñique y lo entrelazo con el mío sellando nuestra promesa.

Con el dolor en mi corazón, tomo mi maleta y el boleto junto con la visa falsa que me han conseguido para poder viajar. Dayanna Ferguson Tanner será mi identidad por estas cuatro horas de vuelo.

Ajusto mi gorra y mis lentes enfocando mi vista en cualquier cosa que esté adelante. Si volteo no seré capaz de tomar ese avión y regresaría con ellos sin importar lo que tuviera que pasar.

Suena loco, pero también echaré de menos a mi padre. Lo quiero a pesar de todo y no puedo evitarlo, hubiera querido no tomar esta decisión, pero su actitud me orilló hacerlo. Él me odia y eso no cambiará por mucho que lo desee. Es momento de que nuestras vidas se separen y solo espero que pueda ser feliz o encontrar la paz que tanto necesita. No le guardo rencor, no soy de esa clase de personas.

La fila avanza y atravieso un largo pasillo para después pasar por la máquina que inspecciona tus pertenencias y a ti que siempre se me olvida su nombre. Una vez que mi inspección sale tranquila, me pongo mis zapatos y mi chaqueta antes de tomar mi mochila y seguir mi camino.

Quince minutos después, me encuentro sentada en mi asiento del avión pegada a la ventana. Escucho a una de las azafatas dar instrucciones mientras ordeno mis cosas y escondo los bocadillos y mi botella de agua que compré antes de subir.

Veo por la ventana como el avión comienza a moverse y muerdo mis nudillos. No puedo creerlo, de verdad lo estoy haciendo y ya no hay marcha atrás. El aire se me va de los pulmones cuando nos elevamos y la ciudad en la que crecí se hace cada vez más pequeña hasta que dejo de verla por las nubes.




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