Protegida Por El Alfa

CAPÍTULO 10

ETHAN

Tengo los puños apretados mientras observo a cada unos de los presentes. Se mantienen rectos con los brazos cruzados a la altura de su pecho tratando de tomar una pose intimidante y firme. El único que luce relajado y con una sonrisa de superioridad es el hermano de Michael.

—Nunca pensé verte por aquí, Ethan —apoya su peso en una pierna girando su mirada a Aiden—. ¿Qué tal la visita a papi?

Miro a todos lados agudizando mi oído. Si él está aquí es muy probable que su hermano también lo esté con más hombres custodiando el lugar, pero no huelo ni escucho a nadie más en toda el área.

Esto es extraño.

—Ahórrate tus comentarios sarcásticos conmigo, Waltz —escupe Aiden dando un paso al frente. —Deberías regresar sus traseros de lobos al hoyo de donde salieron y dejar en paz a mi hermana.

La mira de Dane brilla de diversión.

—¿Tu hermana? ¿La misma que abandonaste por casi una década con tu papá abusador? —dice, irónico— Creo que llegas tarde para reclamar un derecho sobre ella.

Aiden lo mira con odio.

—Serás hijo de…

Lo detengo sosteniéndolo del brazo.

—¿Qué es lo que quieren con ella? —intervengo.

—No es asunto tuyo.

—De hecho, sí —contradigo—. Las familias de los integrantes de mi manada forman directamente parte de ésta.

—Solo si están registradas oficialmente. —apunta. Debo clavar mis uñas en la palma de mi mano para lanzarme y acabar con su miserable vida— Y, ya que eso no es así… la chica está a disposición de quien la encuentre primero.

La ira comienza a instalarse en mis venas.

—Mucho cuidado a la hora de pensar en las palabras que dirás, Dane. Cercenar una lengua es más rápido —amenazo.

Por un segundo, su soberbia flaquea antes de volver a tomar su postura de siempre.

Sus actitudes siempre han sido la razón por la que suelen subestimarlo y restarle importancia; sin embargo, ninguno se da cuenta que es un error hacerlo. Incluso la persona más loca es poseedora de una inteligencia con límites desconocidos.

—Venga, Ethan, no te lo tomes tan en serio. —su maldita sonrisa vuelve aparecer —No tenemos que quitarle la diversión a esta conversación, sobre todo considerando que trajeron un aperitivo.

Miro de reojo a Paul quien se mantiene inmóvil en su lugar.

—Él no tiene nada que ver en esto. —se precipita en decir Aiden.

—Déjalo ir y resolvamos esto entre nosotros.

—No me iré.

Ambos volteamos a verlo incrédulos.

—No sabes lo que dices. —hablo.

—No pienso irme de aquí hasta no saber sobre Mia.

¿Qué diablos le pasa?

—Si te quedas no saldrás vivo ¿entiendes? —dice Aiden impaciente e irritado—Vete de aquí.

—No.

Me lleva la mierda.

—Vaya, vaya, parece que el aperitivo resultó ser rebelde eh —un coro de risas sigue al comentario de Dane. —La diversión no hace más que aumentar.

Me giro completamente hacia el muchacho. Tengo que convencerlo de irse o lo matarán, y no quiero imaginar el dolor que podría causarle a Mia perder a su mejor amigo.

—Por última vez, vete ahora mismo.

Por primera vez el chico conecta mi mirada con la suya. Sus ojos azules son decididos y entonces comprendo que no irá a ninguna parte.

—Quiero saber qué hicieron con Mia —avanza, dejándonos atónitos a todos por su valentía -o estupidez, no sé cómo catalogarlo- al querer enfrentar en su ignorancia a hombres lobo con una fuerza superior a la de él—. ¿Qué pasó con ella? ¿Dónde la tienen?

La diversión que expresa Dane es reemplazada por la seriedad. Deja pasar unos largo y eternos segundos antes de chasquear con los dedos a lo que sus secuaces se quitan sus casacas al mismo tiempo que tomo una pose defensiva.

—Excelente, Paul —dice Aiden, sarcástico—. Acabas de meternos en problemas innecesarios.

Dos de los hombres, lo más corpulentos y altos que alcanzan mi altura, comienzan a soltar gruñidos mientras el sonido de sus huesos quebrarse llenan el espacio. Caen de rodillas agachando la cabeza mientras apoyan sus manos en el suelo, el pelo comienza a cubrir cada parte y sus uñas se alargan hasta formar garras. Levantan la cabeza para ver el crecimiento de los colmillos en su boca y como sus escleróticas cambian a un negro tan oscuro como la obsidiana y los irises forman un halo de color amarillo brillante.

—Pero ¿qué…? —balbucea el rubio detrás de nosotros. Escucho como arrastra sus pies lentamente.

—Mestizos —susurra Aiden a mi costado.

Más rugidos se hacen escuchar ante el cambio de su anatomía. Su caja torácica se contrae marcando las costillas, anchando los hombros y músculos del brazo. Luego de un minuto la transformación está completa y tenemos en frente a dos licántropos mestizos parados en sus patas traseras.

Los licántropos mestizos son los descendientes de los licántropos de linaje puro y los mortales. Son letales y sanguinarios, su incapacidad de raciocinio durante su transformación es como regresar a los inicios de nuestra existencia cuando los primeros licántropos eran aquellas bestias salvajes y primitivas que aterrorizaban a la humanidad. Solo se guían por sus instintos animales y la mayor necesidad básica de todo ser vivo: Asesinar para alimentarse o defenderse. En este último caso no importa si eres su familia, ante sus ojos eres una amenaza que debe ser exterminada.

No obstante, los licántropos como yo tenemos una ventaja. Al respetar el código de unirnos con los de nuestra misma especie podemos convertirnos en las auténticas bestias con la capacidad de mantener nuestra parte raciocina activa a pesar de nuestro estado y, de darse el caso, poder comunicarnos telepáticamente entre nosotros y así trabajar como manada que somos.

Se puede decir que una batalla entre ambas clases es muy reñida.

—Lástima que sean solo dos. —dice Dane fingiendo una mueca de pesar.




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