Unas horas antes.
ETHAN
—¿Tienes todo listo?
Asiento con la cabeza después de cerrar la maletera de mi auto.
—Me tomará un día y medio llegar allá. Quizás menos.
De reojo lo veo cambiar su peso de un lado a otro.
—Nunca ha sido buena con los extraños —comienza. Volteo a verlo —. Tratará de parecer segura, pero ante el más mínimo movimiento se pondrá nerviosa. Tienes que ser cauteloso y…
—Aiden —interrumpo—. Cálmate. Sé lo que debo hacer.
Suelta un suspiro sacudiendo la cabeza.
—Debería ir.
Niego rápidamente.
—Necesito que vayas al pueblo y tengas preparado todo para nuestra llegada. Además, —me acerco— Paul debe ir entrenando. Necesito que esté listo para su transformación.
Veo la lucha interna reflejarse en su mirada. Él necesita ir conmigo a buscar a Mia, quiere explicarle porque nunca volvió por ella. Pero no estamos en la situación ideal para ir juntos. Tenemos otras responsabilidades, y una de esas es el chico que se aproxima a paso precipitado.
Me preparo mentalmente para sus berrinches.
—Antes de que te niegues, te recuerdo que Mia es mi mejor amiga. —empieza —No irás solo a buscarla. Me necesitas.
—No. —contradigo— Lo que necesito es ver que agarres tus cosas y las subas al auto de Aiden en cinco minutos.
Bufa.
—No te conoce. ¿Crees que aceptará irse contigo? Necesitas a alguien de su confianza.
Cierro los ojos pidiendo paciencia a Dagda.
—Yo sé lo que haré y no es tu asunto saberlo. Verás a Mia en el pueblo.
—¿Y cuándo será eso?
—Pronto.
—Di una fecha —insiste.
¿Es que nunca le han puesto un límite a este chico?
—Escúchame bien, Paul. —mi voz es firme y seria. El cambio en mi tono lo toma desprevenido y su seguridad flaquea— No tienes ni idea a los cambios que presentarás ni el riesgo en el que te convertirás. Ahora sientes que estás bien, pero cuando llegue el momento en que el lobo dentro de ti desee salir tendrás que estar listo para controlarlo. Y para lograrlo debes entrenar.
—¿Por qué mejor no eres directo? —escupe— Estás creando excusas para ir solo y ser el héroe.
¿En serio es tan infantil?
—¿Eso crees? —tomo su brazo y lo elevo. El horror destella en sus ojos al ver las garras que han reemplazado sus uñas. —Ni siquiera fuiste consciente. Las emociones de un licántropo son más fuertes e intensas, una pequeña e insignificante pelea podría provocar el mayor de los desastres. ¿Eso quieres? ¿Quieres perder el control frente a Mia?
—Pero…
—Paul —Aiden intercede. El rubio voltea a mirarlo. —Ethan tiene razón. He pasado por lo mismo que tú. No quieres arriesgarte, créeme. Tenemos que irnos.
Suelto su brazo, pero Paul todavía mantiene su mirada fija en sus garras.
—Bien. Iré con Aiden. —anuncia luego de unos segundos. Me mira y señala con el dedo— Igual, lo que estás haciendo es abuso de poder.
Alzo una ceja bufando una sonrisa.
—Si, lo que digas. Ahora súbanse al auto y váyanse.
Aiden le hace un gesto a Paul y sube al asiento conductor.
—Lamento no poder acompañarlos. —me giro. Astartea se acerca, saliendo del interior del hotel con un bolso colgando de su brazo. —Un aquelarre requiere de mis servicios en Manhattan. —me ofrece una mirada de disculpas.
—Descuida. —es claro que no puede renunciar a todos sus debes por ayudarnos. Es la bruja más respetada y sabia en todo el mundo, y siempre va priorizar las solicitudes de su gente. —Espero verte en el Lugnasad.
—Estaré ahí. Además, —sonríe— quiero conocer a tu compañera. —abre sus brazos y me acerco a abrazarla. Ella podrá llevarme milenios, pero siempre la he sentido como una hermana mayor. Nunca olvidaré el apoyo que fue para mi manada y para mí luego de la muerte de mi padre. —Cuídate y también a ella. No eres el único que la está buscando.
Asiento tensando la mandíbula.
—Lo tendré.
Siendo más de medianoche y las calles desiertas, Astarte recita unas palabras en una lengua antigua y un gran hoyo donde una energía se mueve como un remolino. Camina hacia él y este desaparece cuando se adentra al portal, sin dejar rastro de su presencia.
El motor del auto se enciende y me despido de Aiden y Paul. Compartimos una última mirada con Aiden antes de que arranque y se vayan. Entiendo su preocupación. Lo he visto sufrir en silencio por su cargo de culpa. Varias veces ha llorado luego de hablar con Mia por teléfono, otras veces las pesadillas lo atormentaban y debía acompañarlo en sus noches de insomnio. Ser parte de este mundo es difícil, puede ser increíble y maravilloso, pero tiene un lado mucho más siniestro y oscuro. Algunos renuncian a siquiera formar familias por todo el riesgo que se corre.
Con ese pensamiento en mi mente, subo a mi auto. Al asegurarme que tengo todo lo que necesito, pongo en marcha el auto y salgo del estacionamiento del hotel. El corazón parece que saldrá de mi pecho.
Voy por ti, Mia.
***
Cuando un licántropo está cerca de conocer a su lazo, empiezas a soñar el encuentro. Puede haber muchas versiones de dónde será, cómo y cuándo. Nunca llegué a soñar que viajaría más de treinta horas, aunque no me importa en lo absoluto. Sería capaz de ir al otro lado del mundo para verla.
Cuando llego a Chicago ni siquiera me tomo el tiempo de buscar un hotel para dejar mis cosas. Mi cuerpo está agotado por las pocas horas que me detuve en la carretera para dormir, y mi estómago suena rogando por comida. Pero mi deseo por encontrar a Mia es más grande como para decirme a mí mismo que aún puedo resistir. Solo un poco más.
Las calles no son nuevas para mí. Ya había venido a Chicago, pero encontrar un restaurante que cumpla las características del que vi en uno de mis sueños puede resultar todo un problema. Es como encontrar una aguja en un pajar. No logro concentrarme.
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Editado: 20.11.2024