MIA
—Mia…
Es esa voz.
—¿Quién es? —pregunto, tomando la falda de un largo vestido que roza el suelo. Camino por el bosque al que ya estoy acostumbrada ver en mis sueños. —¿Qué es lo que quieres?
—Mia.
Suelto un grito corriendo hacia adelante cuando la piel de mi cuello se eriza. ¡Me habló al oído! Me giro para encarar a la persona, pero no hay nadie. Ni a los alrededores. ¿Qué clase de juego es este?
—¿Hola? — pregunto a la nada. Silencio. Ni un solo ruido. Esta situación es desesperante, me pone ansiosa. —¡Sea lo que seas ven y da la cara! ¡Esto no es divertido! —a lo lejos veo una sombra caminar entre los árboles. Jadeo y me apresuro en caminar en esa dirección. —¡Hey, no te vayas!
Mientras avanzo puedo sentir en mis pies como algunas hojas y ramitas muertas se incrustan en mi piel. El aire fresco acaricia mi rostro y aparta mi cabello de los costados. Escucho claramente todo: las respiraciones de animales durmiendo, unos búhos ululan a lo lejos, las ramas de los árboles moverse y chocando entre ellos por encima de mí. Incluso el sonido de la corriente de un río aparentemente cerca de mi ubicación. Todos mis sentidos están activos de una forma que nunca antes había percibido. ¿Y lo más extraño? Me siento fascinada. Una persona normal tendría miedo por este nivel de sensibilidad, pero yo me siento cómoda y libre, es como llegar a casa después de varios meses.
Sé que esto es un sueño, a su vez lo siento tan… real; es como si hubiera dejado mi cama en Chicago para trasladarme a este bosque.
Mis pasos se ralentizan. La sombra ha desaparecido. ¿Cómo? Hasta hace unos momentos estaba a unos metros en frente de mí. Doy una vuelta en mi eje, mirando a todos lados, pero tal parece que la sombra se ha desvanecido en el aire.
—Mia…— susurra detrás de mí. Esta vez, no me aparto.
—¿Quién eres? —interrogo sin tener la valentía de voltear. Hago todo lo posible para que mi voz salga autoritaria y firme.
—Debes estar lista. Se acerca…
¿Qué?
—¿De qué estás hablando? ¿Qué se acerca?
—No qué, sino quién. —responde y puedo jurar que su voz falla con la última palabra, como si tuviera… miedo. —Está más cerca de lo esperado, más cerca de ti.
Mi valentía se quiebra cuando sus dedos fríos como los de un cadáver suben por mi espalda y posa su mano en mi hombro. Me obligo a bajar la mirada, encontrándome con una mano perfectamente limpia y con esplendor azul que le da un aspecto mágico. ¿Con quién estoy hablando?
—Debes impedirlo.
—¿Impedir qué? — pregunto con voz atropellada. Me siento confusa y aterrorizada por sus palabras. —¿De quién estás hablando?
Su mano se mueve hacia mi cuello, provocando que me encoja del terror y cierro mis ojos. Espero el momento inminente, pero este nunca llega. Vuelvo a abrir los ojos y noto que sus dedos están tomando la cruz de mi collar, su pulgar pasa por la pequeña esfera azul del centro y mis ojos se abren de sorpresa al ver que esta emite un brillo que nunca había visto.
—No debe venir a este mundo.
¿Qué?
Volteo a enfrentarla, pero en vez de ver a la mujer de los susurros, hay una capa de niebla formando una silueta humana. Se aleja lentamente y de pronto se precipita hacia adelante hasta lanzarme encima de mí y ambos caemos al suelo.
***
Mis ojos se abren de golpe, mis manos se hunden en el colchón y mi corazón golpea mi caja toráxica al igual que mi cerebro parece que estallará. El sudor cubre mi frente, mi respiración es tan irregular que las nauseas me producen arcadas. Voy a vomitar.
La propia inestabilidad de mi cuerpo a causa del vértigo hace que me estrelle contra el suelo. Ni siquiera me detengo a verme antes de gatear hasta el baño y levantar la tapa del inodoro. Mi cuerpo se sacude mientras saco lo que comí en la cena. Mis manos se aferran a los bordes porque la sensación de estar cayendo en picada no se va.
No sé cuanto tiempo pasa hasta que mi cuerpo parece conectarse con mi cerebro que acaba de entender que estamos bien y que todo fue producto del sueño, aunque ya no sé si llamarlo así.
Algo me está pasando.
Jalo de la palanca y me siento en el hueco entre el inodoro y el lavadero abrazando mis piernas. Apoyo mi cabeza en la pared, cierro los ojos y trabajo en los ejercicios de respiración. Inhalar y exhalar. Mantener el ritmo mientras mi cerebro no para de repetir las palabras de esa voz femenina es todo un reto.
Algo está sucediendo.
Se ha vuelto una costumbre soñar con esa mujer. Había estado teniendo sueños raros los últimos tres meses en Portland, pero esto es… otro nivel. No ha habido ni una sola noche que esa mujer se presente con sus palabras misteriosas y advertencias. Sin embargo, repito, esto fue diferente en todos los sentidos. Nunca me había provocado este malestar, esta desconexión de mi cuerpo con mi mente, y mucho menos ese “ataque” de la neblina. De hecho, esa neblina no había estado antes.
Algo se aproxima. Lo presiento, y cada día que pasa solo me acerca a lo que sea que vaya a pasar. Le he pedido en repetidas ocasiones a la mujer que me diga qué es para estar lista, pero ¿Cómo voy a estar lista para algo o alguien si no tengo ni la más remota idea?
Necesito a Tessa. Ella sabría qué decirme.
Necesito a todos. A Tessa, Paul, Dominic, Lena… incluso a Landon, extraño hablar con ellos. Si les contara lo que me está pasando estoy segura que me apoyarían a descubrir lo que sucede. Mantener esto en secreto me está consumiendo internamente, no tengo la confianza suficiente con nadie en este lugar para contarles, quien sabe y podrían tildarme de loca y alejarse. Y no los culparía porque yo también comienzo a creer eso.
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Editado: 23.11.2024