Protegida Por El Alfa

CAPÍTULO 21

MIA

 

No encuentro las palabras para describir el lugar. Obligo a mis ojos parpadear varias veces para asegurarme que esto no es una alucinación. O crucé una dimensión, ¿es posible?

Esto no es lo que esperaba encontrar cuando acepté ser una especie de espía en este lugar. La verdad no sé lo que esperaba: Un salón para gente de élite o tal vez otro restaurante, no tengo ni idea. Pero nunca pasó por mi mente que los clientes de este piso no eran… normales.

La sensación que recorre mi cuerpo al tener tantos pares de ojos puestos en mí me hace sentir que soy un bicho raro que no encaja en ese lugar.

¿Por dónde empiezo?

La decoración del lugar parece sacada de un cuento de hadas. Desde la entrada se puede ver que hay zonas seleccionadas para cierto tipo de… clientela. Por un lado, está la mitad del piso está bastante iluminado, hay decenas de macetas en estanterías o colgando del techo; mientras que la otra zona tiene una iluminación más tenue, es una zona sin muchos adornos porque de por sí los muebles ya son llamativos. Es de esta última zona que alguien vocifera un grito que me sobresalta.

—¡Eh, decide si entrarás o no! Estás dejando entrar luz.

Doy un paso adelante y cierro la puerta. La mayoría de las personas que me estaban viendo ya perdieron el interés en mí y han vuelto a sus conversaciones, pero las más cercanas sigue observándome. Trato de evitar sus ojos, pero es imposible cuando detallo en su apariencia. Los meseros ni siquiera me prestan atención. Ellos están las diversas necesidades de los clientes con gracia y agilidad. No parece importarles su apariencia, lucen bastante acostumbrados.

Mientras avanzo hago contacto visual con una mujer morena con el cabello lleno de rizos. Sus ojos felinos y de un tono verde brillante me observan con curiosidad, pero también con recelo. Al detallar su rostro, noto que tiene escamas con destellos dorados repartidos por sus mejillas y frente. Es preciosa, de una belleza exótica. Si no fuera por sus ojos y las escamas estoy segura que sería una mujer normal como yo. Lo que resultaría imposible para su acompañante, un hombre alto y robusto que, tiene los ojos amarillos que me recuerdan a la de una serpiente, su piel es de un tono azulado y sus largas orejas terminan en punta. Sin contar que su traje guinda tiene mariposas que fueron colocadas de forma estratégica para formar un diseño que va desde sus hombros hasta su espalda.

Las personas que están a su alrededor comparten algunas características como las orejas puntiagudas, los ojos felinos o de reptil, tonos de piel curiosos y estoy casi segura que he visto a dos mujeres con unas alas dobladas y pegadas a su espalda y a un hombre con una cola enrollada en su pierna.

¿En serio esto está pasando?

Llevo mi mano disimuladamente a mi cintura y me doy un fuerte pellizco esperando despertarme. Pero eso no sucede. Sigo aquí. Y esto es real.

—¿No te dijeron que quedarse mirando a las personas es de mal gusto?

Aparto mi mirada del hombre con cola. De reojo veo un movimiento y me giro para encontrarme con una chica que, a diferencia del resto, luce como yo. Espera… un momento, la conozco. Es la chica con la que hablé en las escaleras, en aquella ocasión Hillary intervino y me mandó a volver a trabajar. ¿Cuál era su nombre?

—Yo…

Levanta su mano para indicarme que me calle.

—Sí, lo sé. No es necesario que lo digas. —dice. Mira a los demás con una expresión de autoridad. —¿Qué? Es nueva. Dejen de verla y vuelvan a lo suyo.

Como si fuera la líder, obedecen y regresan a sus charlas dejándome anonadada.

Toma mi brazo y me arrastra por el lugar hasta llegar a la zona del bar donde hay dos chicos haciendo cocteles. Mis ojos se abren de sorpresa al ver que uno tiene unos colmillos asomándose de la parte inferior de su boca y sus ojos son solo un pozo negro.

—Sabía que tenía razón. —habla la chica sentándose en el taburete a mi lado. Le hace una seña al mismo chico que veía. —Lo de siempre y a ella un vaso de agua.

—Hay formas de pedir, sabes Irina. —replica el chico.

¡Claro! Ese es su nombre.

Irina le lanza una mirada mortífera.

—Y hay muchas formas de poder arrancarte esos colmillos para mi colección, sabes.

No sé quien está más sorprendido, si el chico o yo. Pero el chico reacciona rápido y se aleja de nosotras para ir a buscar lo que Irina le ha pedido mientras yo pienso si hice bien en seguir a esa chica,

—Uh, disculpa… —balanceo mi peso de un pie a otro mirándola. —¿A qué te refieres con tener razón?

—Sobre ti. —responde, con una sonrisa divertida adornando su rostro. —Sabía que había algo diferente a ti.

Frunzo el ceño, confusa.

—¿Diferente?

Rueda los ojos en gesto de exasperación.

—En serio, ¿Quién fue el encargado de tu crianza? Yo que tú lo mataría por hacerte esto. —suelta con una brusquedad que resulta dolorosa. Esta chica no conoce la delicadeza. El chico regresa con mi vaso de agua y la bebida de ella que es de un tono amarillo y rosado juntos, pero no mezclados. Irina toma el vaso y se lo lleva a la nariz para olisquearlo y suelta un suspiro de satisfacción. —No eres normal.

Me quedo mirándola pasmada. Estamos en un bar donde las personas tienen cola y colmillos, ¿y yo no soy normal?

—¿Disculpa? Por si no lo has notado, mi piel no tiene escamas, mis ojos son normales y no tengo una cola colgándome.

—¿Es necesario que hables tan fuerte? —me lanza una mirada que es suficiente para callarme. —Dioses, esto es más grave de lo que creí. Harás que te maten. —masculla y se agacha para amortiguar su voz. —Escucha, voy a repetirlo una vez más. No eres normal. ¿Sabes por qué? Porque si lo fueras no verías nada de esto.

Miro alrededor. Es imposible que al ver a estas personas no llamen la atención.

—Pero…




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