Protegida Por El Alfa

CAPÍTULO 24

ASHTON

Cuando me encuentran, apenas soy consciente de su presencia. Me siento mareado y sin fuerzas, he perdido bastante sangre en cuestión de segundos. Abrir los ojos es un trabajo demasiado difícil.

—¿Qué mierda…? —masculla una voz que creo haber escuchado antes. —¡Llamen a Dane!

Trato de hablar, pero sigo en shock por lo que ha sucedido. Ese maldito lobo…

—Dane, tienes que ver esto. —otra vez la voz. Oigo pasos acercándose hasta que ya no se escucha nada.

—¿Qué carajos…? —es la voz de Dane. Suena incrédulo.

—Escuchamos un ruido y lo encontramos aquí…

—¿Qué carajos hace Ashton Walker ensangrentado en mi entrada? ¡Levántelo de una maldita vez! Está ensuciando mi piso.

Bastardo infeliz.

¿En qué momento Michael pensó que sería una gran contribución a la misión incluir a su hermano?

Me sujetan y recobro la consciencia bruscamente. Mis ojos se abren al mismo tiempo que vocifero un gruñido de dolor. Uno de los que me sujeta casi me deja caer.

—Llévenlo con el doctor ahora. Y alguien que limpie el suelo. ¡Pero ya!

Veo de reojo a Dane y quiero estrangularlo. ¿Le importa más su piso que yo en estos momentos? Es un idiota.

Los hombres me llevan y yo tratado de apoyar mis pies en el suelo, pero es en vano. Mi cuerpo no reacciona y no quiero mi costado y… no, no puedo siquiera pensarlo. No puedo creer que ese lobo me ha hecho eso. ¿Quién mierda es?

A los segundos, Dane aparece a mi lado. Sus ojos parecen que van a salirse por la rabia.

—¿Qué demonios pasó? ¿Dónde está la chica?

Oh, claro. Bastante voy a responderle.

Le lanzo una dura mirada antes de sentir que el dolor es demasiado para mi cuerpo y me desmayo.

***

Hace una hora que he despertado.

Por fortuna, el doctor que envió Michael por precaución logró atenderme a tiempo y evitar mi muerte. Ahora estoy con analgésicos y un vendaje que cubre mi hombro y el maldito muñón.

No puedo creer que esto haya sucedido.

Las puertas se abren y sé que no es necesario voltear para saber quién es.

—Genial. Despertaste. —dice Dane ni bien está parado frente a mi cama. —Ahora dime qué sucedió.

Mis labios se aprietan de solo recordarlo. Tenía a Mia, estaba en mis manos; pero tuvo que aparecer ese lobo con esa mujer para arruinar mis planes y de paso provocar esto. Y como si no fuera suficiente ahora debo aguantar a este patético que se cree el jefe solo porque es el representante de su hermano. Piensa que tiene el mismo poder, pero está tan equivocado. Es solo una copia barata que se quiere hacer pasar por el jefe.

—Te hice una pregunta.

—¿Acaso no puedes pensar lo que pasó al verme? —señalo el muñón con rabia. —¿O es que tu cerebro no funciona para eso?

—Cuidado. —me advierte dando un paso hacia mí. —Sí, una lástima que perdieras el brazo. —dice sin lamentarlo de verdad. —Pero lo que quiero saber es cómo lo perdiste cuando te di una dirección y aun así no pudiste obtenerla.

—Tal vez lo hubiera conseguido si me hubieras informado de la bruja y el licántropo que la protege, ¿no crees? —escupo con rabia, acomodándome en la cama para sentarme.

Debido a su impertinencia todo el plan que se elaboró desde que nos enteramos que estaba en Chicago se arruinó. Solo necesitaba un tiempo con Mia para castigarla y luego entregarla curada como nada hubiera pasado. No tenía que ser difícil. De hecho, pensé que sería más sencillo, pero a la mocosa se le dio por darse de valiente y enfrentarme.

Sabía que eso pasaría. Nunca antes intentó enfrentarme porque le infundí miedo cada día. Ahora que estuvo unas semanas libre se puso rebelde. Niña tonta. Aún no sabe quién soy en realidad. ¿Cree que ya vio lo peor de mí? Se equivoca. Pero ya lo hará, conocerá lo más oscuro y retorcido de mi parte, ella y ese licántropo. Deseo venganza y voy a darme el gusto. Haré que sufra, va a sentir tanto dolor que se arrepentirá no solo de haberme desafiado, sino de haber nacido.

—¿Una bruja y un licántropo?

Alzo una ceja.

—¿Acaso no oíste? ¿O tu cerebro no tiene la suficiente capacidad para retener la información?

Resopla y camina hacia el mini bar de la habitación para servirse un vaso de ron.

—¿El lobo era negro con ojos rojos?

Me giro para mirarlo.

—Sabes quién es. —musito.

—Su nombre es Ethan O’Pry, es el alfa de la manada enemiga. Fue él quien estuvo en tu casa con tu hijo buscando información del paradero de Mia. —ladea la cabeza— Parecía demasiado interesado como para ser solo la hermana de su beta.

Beta… Aiden es el beta de un alfa.

Recuerdo los ojos rabiosos de ese lobo. Eso no era defensa porque sí, había ira y deseos de venganza como si… Carajo. El maldito alfa es el compañero de Mia.

Esto debe ser una jodida broma.

Maldita sea.

Aprieto los labios mientras me contengo de saltar de esta cama y ahorcar a Waltz yo mismo. ¡Es un inepto! Por su culpa perdí un brazo.

—¡Eres un imbécil! —le grito, temblando de la ira. Él baja la cabeza, siendo consciente que omitir esa información nos ha costado caro. Mejor. Porque lo mataría ahora mismo. —¿Sabes cómo esto va a complicar las cosas?

Quiero romper algo de solo pensar que debemos empezar desde cero. Ese alfa ya vio suficiente, pero si ella abre la boca y le cuenta todo va a tomar medidas para su protección y resguardarla usando a su manada para su protección. Al fin y al cabo, las malditas leyes de licántropos dictan que todos los miembros de la manada deben proteger a la luna de su alfa, incluso si deben entregar su propia vida en el camino.

—No estaba seguro —se excusa—. No lleva su marca.

Frunzo el ceño.

—¿No tiene impregnado su olor?

Niega con la cabeza.

—Cuando la encontré, pude sentir que estuvo cerca, pero apenas es perceptible.




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