Protegida Por El Alfa

CAPÍTULO 28

MIA

Me quedo quieta, con mis dedos crujiendo a causa de los retorcijones que yo misma provoco, mi cabello se mueve ligeramente por la brisa que recorre las calles de Chicago. Una sensación de nostalgia se instala en mi pecho nuevamente cuando veo el edificio al que llamé casa por este tiempo. ¿Será la última vez que veo este lugar? Me gustaría decir que confío en la palabra de Ethan y que volveré algún día. Pero ahora mi futuro es demasiado incierto. No sé qué me tiene preparado el destino para mañana, ni siquiera para las próximas horas de viaje. Todo podría suceder.

Siento que estoy en la misma situación como cuando abandoné Portland. Solo que ahora no estoy sola. Tengo nuevas amigas y a Ethan que recorrerán el mismo camino para llevarme hasta mi hermano y mejor amigo. Es reconfortante, me motiva a mantenerme fuerte.

—Echaré de menos beber algunos cocteles del bar. —dice Anna detrás de mí. Volteo para encontrarla apoyada en la pared del edificio comiendo unos enrollados de queso que había preparado para el camino. —Sí, creo que es lo único que extrañaré de aquí.

—¿Qué hay de las chicas? —pregunto sonriendo.

Voltea a verme con una sonrisa.

—Un poco –menea la cabeza. —Las chicas de Chicago son preciosas y sabían seguir mis coqueteos.

Río negando.

—Eres terrible.

—Soy increíble.

Volteo mi mirada hacia los demás. Ethan, Hillary y Elena están apoyados en el BMW de Hillary mientras observan algo en su celular.

—Creí que debíamos irnos lo más antes posible —comento.

—Están viendo cuál ruta será la más segura para ir al pueblo. — responde mirando a la misma dirección que yo.

—¿Creen que podamos encontrar algo peligroso?

—Con tu padre y Michael detrás de nosotros… —se encoge de hombros— Me sorprende no hayan intentado algo hasta ahora.

—¿Qué sabes de Michael?

Anna me mira por unos segundos antes de desviar su mirada. No debo voltear para saber que está viendo a Ethan, quien seguramente ha estado escuchando. Leo atentamente las expresiones de Anna y, cuando se aclara la garganta, imagino que sí recibiré una respuesta.

Muy bien, Ethan. Cumple tu parte del trato.

—Michael es el alfa de su propia manada, sus recursos son ilimitados porque se mueve entre los rangos más altos de nuestro mundo. Y la gente con la que se junta no conoce de límites. Son capaces de cualquier cosa por conseguir lo que quieren.

Capaces de todo… esas tres palabras se quedan grabadas en mi mente.

—¿Alguna vez lo has visto?

Sacude la cabeza.

—No, es mucho mayor que nosotros. Lo que sé son por las historias que me han contado. Y créeme, ninguna sería una opción para contarle a un niño antes de ir a dormir.

—Así que uno de los villanos más grandes de este mundo está tras de mí. —asiento con firmeza. Por la forma en cómo lo retratan entiendo porque Ashton se alió con él, es su igual o quizás peor. De solo pensar en lo cliché que es esta situación me provoca risa. —Y ni siquiera sé por qué.

—Puede que tenga un motivo, como puede que solo lo haga para molestar a Ethan.

Frunzo el ceño.

—¿Por qué lo dices?

Me lanza una mirada incrédula.

—¿En serio lo preguntas? —meneo la cabeza, asegurándole que no estoy jugando. Entreabre los labios. —Michael asesinó al padre de Ethan, Mia.

Mi mente se queda en blanco. ¿Había oído bien? ¿Michael era el asesino del padre de Ethan? ¿Su padre había sido asesinado? Recuerdo que me contó que había muerto, pero nunca entró en detalles y yo tampoco pregunté, siempre me echaba para atrás cuando veía el dolor en sus ojos. Ahora puedo entender porque era tan reservado con ese tema. Además de reabrir sus heridas, quería evitarme una preocupación. ¿Y si Michael me quería solo para provocarlo como dice Anna?

—Está todo listo. —anuncia Hillary— Es hora de irnos.

Anna me mira unos instantes antes de irse. No me quedo sola mucho tiempo. Unos segundos después aparece Ethan en mi campo de vista. Me observa como si estuviera estudiando o esperando una reacción.

—¿Estás bien? —pregunta después de unos segundos en silencio.

—Lo lamento. —empiezo a decir. Levanto la mirada y trago saliva. —No sabía lo de tu padre y Michael. De saberlo no hubiera sido tan insistente.

Sus ojos son inexpresivos. En este momento me cuesta descifrar qué está pasando por su mente. Solo suelta un suspiro y toma mis brazos con una delicadeza que acelera mi corazón.

—No debes disculparte —murmura, en voz baja, su tono es conciliador—. Lo que pasó fue hace mucho tiempo, y tenías razón en exigir respuestas.

—Es que…

—No sigas —me interrumpe con suavidad, pero firme. Una de sus manos sube hasta mi mejilla, la acaricia con tanta ternura que creo estoy a punto de perder mi corazón. —Ahora quien me preocupa eres tú. Voy a protegerte y no dejaré que ni Michael ni tu padre se acerquen a ti de nuevo. Y necesito que creas en esto.

Sus ojos son determinantes mientras me mira. La promesa de sus palabras se siente como tan poderoso como un juramento, olvido todo a nuestro alrededor para enfocarme en nosotros, en ese preciso momento donde solo existe él y yo.

Me cuesta creer en promesas. En el pasado me pidieron confianza cuando a veces Ashton no lograba ocultar sus tratos hacia mí y venían hacia a mí, diciendo que me ayudarían a cambiar mi vida. Sonaban tan convincentes que algunas veces me arriesgué, y fue para nada. Bastaba que les ofrecieran una cifra imposible de resistirse para fingir que no sabían nada. Me rendí al final de la tercera, cuando me quedó claro que mi caso era uno de los muchos que sería ignorado, olvidado en algún almacén.

Esto es distinto, lo presiento. Solo que no bajaré la guardia.

Sé que Ethan espera una respuesta, pero estoy segura ha visto mis pensamientos y sabe de mi desconfianza parcial. Así que solo atino en asentir brevemente y, por la forma en cómo me mira, creo que es suficiente para él.




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