Protegida Por El Alfa

CAPÍTULO 34

ETHAN

Sentir sus labios unidos a los míos es la gloria eterna.

Aún recuerdo el primer beso que le di en la fiesta. Fue demasiado rápido como para poder memorizar el sabor de estos y su textura. Desde entonces he anhelado volver a tener la oportunidad, y tomarme todo el tiempo del mundo por disfrutarlo.

Parece que ella piensa lo mismo porque no me aparta. Al contrario, intensifica el ritmo con una de sus manos pasando por mi cabello y la otra acariciando mi pequeña barba. Me encanta, me fascina la forma en cómo une nuestros labios. Porque no soy yo quien tiene el control, sino ella y no podría estar más encantado de cedérselo. Su lengua pide permiso para entrar y yo le doy el acceso. Maldición, sí. Se siente como si hubiera llegado al puto paraíso.

Declaro que los besos de Mia son la fuente del elixir de mi existencia.

—¡Oigan, dejen de comerse la garganta! Más respeto a los solteros. —grita Anna detrás de mí.

Mia se separa de inmediato. Tiene las mejillas sonrojadas, sus labios rosados están hinchados y sus pupilas están dilatadas. Simplemente, es una diosa.

Que ahora tiene ojos de diferente color. Enfatiza mi subconsciente.

—Anna. —mira detrás de mí y baja sus piernas que estaban alrededor de mi cadera. La suelto con delicadeza. Me sonríe susurrándome un gracias antes de corre a abrazar a nuestra amiga. —Gracias a los dioses están bien.

—Claro que íbamos a estar bien. En primer lugar, si Ethan está conmigo está con Dagda. —exclama con voz engreída y una sonrisa juguetona. —Además, ¿Crees que esta sexy licántropo rubia va a morir por unos vampiros? Pues no mi ciela.

Mia suelta una risita.

—Anna La Invencible. —bromea siguiendo su juego.

La rubia le guiña un ojo y alza las cejas abriendo la boca.

—¿Qué mierda le sucedieron a tus ojos?

Lo mismo quiero saber. Son un tono particular que nunca había visto.

—Quisiera darles la respuesta, pero ni yo misma lo sé. —se rasca la cabeza —Cambiaron cuando utilicé mis poderes.

—¿Poderes?

—Mia es una druida. —anuncia Aiden acercándose a nosotros.

Anna suelta un grito saltando.

—¡Coño de la madre, joder! ¡Yo tenía razón! O sea, tremenda diosa no podía ser simplemente una humana.

Mia se sonroja levemente y trata de ocultarlo dejando caer su cabello a sus costados.

Le lanzo una mirada de advertencia a la rubia.

—Lenguaje.

—Explícito. —espeta sacándome el dedo medio.

Qué infantil.

—Será mejor que entremos. —me giro en dirección a Aiden. Nos lanza una mirada de pocos amigos, especialmente a mí —Tu hermano dio la orden de toque de queda por esta noche.

Asiento conforme con la orden. Que los vampiros nos hayan atacado a plena luz del día es señal de alerta y es mejor ser precavidos a confiarnos de que no harán nada simplemente porque estemos en nuestro territorio.

—Llama a Reckfall, que les diga a todos que no salgan de sus cabañas. —le ordeno a Aiden caminando de regreso a la fortaleza.

Miro detrás de mí y me hago a un lado para que Anna y Mia pasen primero. Ambas pasan mientras hablan con sus brazos enlazados.

—Lo haré. Astartea ya llegó y está trabajando en un campo de protección con Hillary para la fortaleza y las cabañas.

—¿Cómo está Hillary? —pregunto, esperando escuchar buenas noticias.

Aiden se detiene y mira adelante para asegurarse que las chicas estén lejos antes de responder.

—Cuando Elena la trajo el veneno se había extendido, pero a pesar de eso Rupert fue al pueblo a buscar las hierbas. Habían pocas probabilidades y...—comienza a explicar. —Ethan, no te miento ni exagero cuando te digo que estaba muriendo, yo la vi agonizar. Y fue entonces que... llegó Mia y la sanó con su toque. Absorbió el veneno e hizo control sangre.

Doy un paso atrás, incrédulo por lo último que dijo.

—No jodas con esas cosas, Aiden.

Niega con la cabeza con la mandíbula tensa.

—Sé lo descabellado que suena, pero lo vi. Todos lo vimos. Incluso Astartea estaba sorprendida.

Parpadeo lentamente asimilando la información. No había escuchado de alguien con el poder de controlar sangre en el último siglo. Mi padre me hacía estudiar la historia de nuestra sociedad y la última mención del control sangre registrado fue después de la muerte de María Estuardo. Usábamos esa fecha como referencia del declive de la sociedad de druidas, fue cuando la caza de los católicos y protestantes se volvió más violenta.

—Aiden, si ella puede controlar la sangre...

Asiente tan preocupado como yo.

—Sé el origen de esa magia y quién fue el último control sangre.

—Vamos a tener que protegerla más de lo que creímos sería necesario.

***

Cierro los ojos apoyando mis manos en la pared de la ducha, el agua caliente cae por mis hombros relajándolos al instante y no tarda mucho en llenarse de vapor que empaña la puerta de vidrio. Me baño sin prisa, tomándome mi tiempo para que mi cuerpo se relaje y limpie después de la pelea que tuvimos con los vampiros.

Es muy bueno estar de regreso en casa. Habían sido casi dos meses fuera de aquí, pero no me arrepiento en lo absoluto de haberlo estado. Nunca imaginé que ese simple viaje de negocios que supuestamente duraría cinco días me guiaría a conocer a mi compañera. Como alguna vez dijo mi padre: Las mejores cosas suceden en el momento menos inesperado.

Salgo después de unos veinte minutos con una toalla envuelta alrededor de mi cintura. Me paro frente al espejo y sacudo mi cabello con las manos salpicando algunas gotas de agua alrededor. Las heridas de lucha ya han sanado, no tengo ni un sólo rasguño.

Tocan la puerta cuando termino de ponerme el cinturón. Sé quién es por el aroma.

—Adelante —murmuro.

Mia abre la puerta, pero abre la boca tapándose los ojos cuando ve mi torso desnudo. No puedo evitar reírme ante su reacción, es tan adorable.




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