MIA
No he podido conciliar el sueño después de esa pesadilla. Cerraba los ojos y mi mente viajaba nuevamente a ese escenario llena de personas muertas y la sangre en todos lados. Cuando pude recuperarme, tomé asiento en la cama abrazando mis piernas mirando algún punto de la oscuridad que gobierna en la habitación. Sigo alterada y estar en esta habitación me asfixia. Necesito tomar aire.
Volteo mi cabeza hacia la ventana. Bajo mis pies y camino hacia esta abrazándome a mí misma, sobando mis hombros en un intento de desaparecer esa sensación de escalofríos. Estiro mi mano hacia las cortinas, recojo un poco y miro el exterior. Está por amanecer, la zona de la fortaleza está iluminada y tiene un aire mágico con la iluminación azulada por el cielo.
Me relamo los labios apartándome de la ventana y camino a la pequeña habitación que la modificaron para ser un closet. Es demasiado grande para mí y la ropa que traje no ocupan ni la mitad de una pared. Abro una de las puertas del armario y cojo el suéter blanco que me tejió Tessa.
—Voy a encontrarte, Tess. —murmuro olisqueando el aroma del suéter. —Te voy a salvar y seremos una familia nuevamente.
Una vez que reemplazo mis pantuflas por unas zapatillas, camino con mucho cuidado de no hacer ruido. Tengo el mismo cuidado al momento de abrir la puerta.
La Fortaleza está a oscuras. Miro la hora en mi celular. Las cuatro de la mañana, claro que todos están durmiendo. Suspiro guardando el celular en el bolsillo del suéter y camino de puntitas. Por lo que me explicaron, la Fortaleza está dividida por sectores para la repartición de habitaciones: En el segundo piso, viven las familias correspondiéndoles un pasillo o incluso dos dependiendo de la cantidad de miembros; el tercer piso es únicamente para los miembros de la familia O'Pry y sus compañeros, para los guerreros de alto rango como Anna, Aiden, Hillary y Elena, y por supuesto el médico e invitados importantes.
Hay cincuenta personas viviendo en la Fortaleza, incluyéndome. Sin embargo hay más licántropos pertenecientes a la manada que, por decisión propia, viven en el bosque en cabañas formando así una comunidad cerca de un lago. Contando a esas familias, la manada O'Pry alberga a ochenta licántropos. Es un mini ejército.
Bajar las escaleras ha sido un éxito total, en ningún momento hice un ruido demasiado fuerte como para escuchar a alguien quejarse o ir a ver qué sucedía, se siente increíble esa sensación, como una descarga de adrenalina.
Cruzo la puerta principal y miro atónita el lugar.
¿Ya he dicho que este lugar es mágico?
Desde aquí puedo ver las colinas a lo lejos cubiertas por una neblina, detrás de ellas están las montañas que parecen estar muy cerca del cielo. El bosque que se extiende ante mis ojos es precioso, es un mar de árboles con su bello tono verde, siento como si una energía perteneciente a este me llamara para darme la bienvenida. Leí en mi investigación que los bosques eran un santuario para los druidas y también su hogar. Tiene sentido mi atracción por los bosques. Soy una druida después de todo.
Me siento tentada de cruzar la reja principal y adentrarme a este bosque, pero me abstengo de hacerlo. No voy a ser una imprudente en poner mi vida en riesgo.
—¿No deberías estar en la cama?
Elena se acerca a mí con una botella de agua a la mano, mirándome alzando una ceja rubia.
—Tuve una pesadilla y quise caminar. — explico acomodando mi cabello con mis manos.
—Nada peor que una pesadilla que arruine el sueño —suelta un bufido y asiento dándole la razón. Se relame los labios antes de volver hablar: —¿Quieres hablar de ello?
Su amabilidad me desconcierta. Hasta ayer apenas y me podía mirar, la tensión era demasiado incómoda y apenas podíamos estar en el mismo lugar. No entiendo cuál es el motivo de su cambio.
—Prefiero olvidarlo. Pero gracias de todas maneras. —agradezco con una sonrisa educada.
Asiente mirando a ambos lado de la Fortaleza.
—¿Tú también no deberías estar durmiendo? —inquiero.
—Me toca la guardia de noche hasta el amanecer.
Oh.
—Quizás pueda hacerte compañía —ofrezco haciendo crujir mis dedos con nerviosismo. —Claro, si gustas. No te sientas obligada a aceptar.
Niega y hace un gesto hacia un pequeño cuarto de control al lado de la reja.
—Hay una cafetería que atiende veinticuatro horas y estaba por hacerles un pedido. —comenta abriendo la botella de agua tomando un pequeño sorbo de esto. —¿Café o batido?
—Batido de fresa. —respondo.
Asiente y saca su celular haciendo un gesto con la mano para que la siga mientras habla con la persona que toma su pedido. Camino con ella mirando el jardín, hay mucha paz en este lugar, el silencio no me incomoda en lo absoluto, es relajante, te permite ver todo con detalle haciendo la experiencia tan hermosa que no puedo evitar sentirme emocionada.
—Eres muy intensa, ¿sabes? —despego la mirada de las hermosas rosas blancas hacia la rubia que me mira de reojo. —Puedo oler tus emociones. Son como un torbellino, muy abrumadoras.
Me sonrojo avergonzada.
—Lo siento.
—No lo hagas. En realidad, admiro a las personas intensas. Tengo la creencia que son las que más dan pelea ante las adversidades que se le presenten en la vida.
—Yo no peleo todo el tiempo.
—Claro que lo hiciste, peleaste contra la muerte. —gira el pomo de la puerta poniéndose a un lado para que ingrese primero. —Miles de mujeres mueren a diario por situaciones como tú y no tienen la oportunidad de ser libres. Pero aquí estás, sobreviviste. No eres de mi agrado, pero debo admitir que eres una guerrera, Mia Walker.
No puedo moverme. Sus palabras me han desarmado. No respondo, no porque no quiera, sino porque no sé cómo hacerlo. ¿Qué rayos está sucediendo?
—Listo, traerán todo en media hora. —anuncia, como si nada hubiera pasado, sentándose en una de las sillas giratorias.
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Editado: 29.11.2024