MIA
—¿Tienes un plan? —le pregunto.
Cuando mi pregunta queda flotando en el aire al mismo tiempo que su sonrisa va desapareciendo, mis hombros se hunden.
—Paul...
—Algo se me ocurrirá —se apresura a decir—. Tenemos tres días; es tiempo suficiente.
—¿Eres consciente que suena completamente suicida, verdad? —replico, cruzándome de brazos.
—A buena hora somos dos cabezas —su sonrisa vuelve aparecer, recuperando su confianza y determinación. Lo miro sorprendida—. Juntos podemos pensar en algo. Tú misma has dicho que no tenemos mucho tiempo. Hay que actuar ahora.
Me tenso porque está tomando mis palabras para convencerme. Y funciona.
No tengo más alternativa. El plan de Ethan consiste en que me quede el mayor tiempo posible en este pueblo para aprender, y eso podría llevarme meses. Incluso años. Y estoy casi segura que, por mucho que algunos sean mis amigos, ninguno va aprobar ir a meterme a la boca del lobo a rescatar a Tessa y Dominic. Además de que primero antepondrán las órdenes de Ethan.
Soy consciente de que las probabilidades de que todo salga mal son muy altas. Todo podría salir mal, y yo sería la más perjudicada. Pero recuerdo los llantos de mi nana cuando Ashton me llamó; y no puedo concebir la idea de quedarme acá bien protegida mientras las personas que me importan están sufriendo. Simplemente no puedo hacerlo.
Tras varios minutos en silencio, finalmente asiento apoyando la idea e Paul.
—De acuerdo —cedo llevándome una cucharada del helado de vainilla con pequeños pedazos Oreo a la boca. El sabor dulce me relaja para seguir hablando—. Debemos tener cuidado con nuestros pensamientos. —agrego, apuntado con la cuchara. —Si Ethan y Alina llegan a sospechar...
—He estado investigando sobre el lazo —me interrumpe —. Tiene puntos ciegos, al menos en nuestros casos. Digamos que estamos en una etapa donde el lazo se está manifestando a medias, sólo para protegernos de no... morir y que este desaparezca. —la forma en cómo lo dice me detiene a mitad del bocado. La conversación que tuve con Ethan sobre el destino que les espera a los licántropos sin su lazo regresa a mi mente. Me revuelvo incómoda en mi asiento. —No logran escuchar todos nuestros pensamientos, y tampoco pueden percibir nuestros aromas a una distancia tan lejana.
—¿Y esto hasta cuándo se mantendrá?
—Bueno... básicamente hasta el día de nuestro cumpleaños. Cuando hayamos alcanzado la edad madura y nos transformemos. Pero mientras más se acerque el día, esa barrera se irá desvaneciendo.
Asiento, digiriendo la información.
Faltan diecisiete días para nuestro cumpleaños. No es suficiente. El tiempo nos pisa los talones, y tengo que trabajar desde ya en mi entrenamiento.
Observo mis manos, sintiendo cómo la energía de mis poderes fluye, ansiosa por ser liberada.
—Necesito tiempo —digo, sin mirarlo. —Al menos unos días para entrenar mientras pienso en cómo logramos burlar la supervisión para irnos del pueblo.
Asiente frenético.
—Lo que digas, sí. Solo quiero ayudarte, Mia. Tessa siempre se portó bien conmigo.
Sonrió levemente recordando todas las tardes que pasamos en mi casa.
—Lo sé —Tessa era la persona más feliz del mundo cuando llevaba a mis amigos a la casa. Le gustaba atenderlos y estén cómodos. Cuando el pinchazo en mi corazón amenaza con quebrarme, pienso en otro tema. —En fin, sobre mi interesante cita con la vidente. —me aclaro la garganta. —¿Sabías que tengo una rama de mi familia que son o eran darach?
—Ilústrame sobre qué demonios es un darach.
—En resumidas palabras, un druida malvado y oscuro con poderes del infierno.
No lo admito en voz alta, pero me intriga saber qué poderes pude haber heredado de mi ascendencia darach. Necesito investigar a mi familia, tal vez hay un registro de los poderes que tuvieron alguno de ellos que me dé la idea de lo que me espera.
Paul me mira fijamente, procesando la información.
—De acuerdo. Entonces, haciendo un resumen eres druida, darach, licántropo, bruja y demonio. —habla en voz baja, levanto un dedo por cada especie que menciona. Asiento con la cabeza y su boca se abre tanto que parece va a llegar al suelo. —Mierda, Mia. Eres comida china.
Frunzo el ceño.
—¿Comida china?
—Claro, en un solo almuerzo ellos comen diferentes platos de diferentes especies.
Aprieto los labios, pero al final estallo en carcajadas llamando la atención de las personas cercanas. Quiero calmarme, pero cuando Paul se une a mí, es imposible calmarme.
—Por cosas como esta es que eres mi mejor amigo. —hablo entre risas abanicándome el rostro con las manos. Lo siento caliente y me limpio las lágrimas que se deslizan por mis mejillas.
Mi risa se detiene cuando los hermanos O'Pry, Anna y Elena aparecen a lo lejos. Demonios. Liderando al grupo, está Ethan y Alina, quienes al verme respiran aliviado. Anna nos saluda con la mano libre, la otra está ocupada sosteniendo su comida. Elena tiene cara de pocos amigos, imagino que sabe del ataque y el momento que pasamos juntas en la mañana ya fue olvidado. Me sorprende ver a Cedric con ellos.
—¡Ah, aquí estaban! Los hemos buscado en todo el pueblo. —dice Anna jalando una silla para sentarse en medio de ambos.
Siento la mirada de Ethan puesta en mí. No tengo el valor para mirarlo. Tengo fresco el recuerdo de lo que le hice. Duele recordar que casi lo mato. Y duele más cuando no puedo encontrar refugio en sus brazos.
Por el rabillo veo que se acerca hasta estar lo suficientemente cerca para que su perfume llegue a mi nariz. Este día apesta.
—¿Podemos hablar a solas? —mi corazón se estruja al oír su voz tensa y ansiosa.
Dudo unos segundos, pero finalmente asiento levantándome.
Nos alejamos del resto unos metros, lo suficiente como para estar lejos de ellos. No sé cómo, pero logramos encontrar un lugar tranquilo en medio de la multitud.
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Editado: 17.01.2025