Protegida Por El Alfa

CAPÍTULO 42

ETHAN

Gun dìon an Dagda mòr d 'anam bho seo a-mach. —recitamos todos al mismo tiempo.

El cuerpo de Delina es levantado del suelo por dos asistentes de Zaira. Toman los extremos de la bolsa mortuoria y caminan hacia la camioneta en la que han llegado hace unos minutos.

Mia busca esconderse más en mi pecho cuando el cuerpo pasa por nuestro lado. Sus manos aferradas a mi camisa no han dejado de temblar. La conmoción ha sido para todos, pero quienes lo están pasando peor son Astartea y Mia. La bruja conocía a Delina desde niña, según tengo entendido. Había sido su mentora cuando el poder de Delina despertó. Y Mia... siento la culpa arremolinarse en su cabeza. Cree que es su culpa porque Michael jamás hubiera atacado a Delina de no ser por ella.

Respiro hondo, reteniendo el aire en mis pulmones unos segundos. No deseo que ella piense de esa forma, pero he aprendido que cuando una idea se le incrusta en la mente es muy difícil sacárselo o cambiarlo. Así que estar ahí, con ella, acompañándola es la única forma en que puedo ayudarla mientras batalla con su mente.

Mis ojos siguen los movimientos de los hombres y cuando uno se aparta me encuentro frente a frente con la mirada de horror y carente de vida de la medium. Tengo que averiguar qué sucedió.

—Aguarden. —Los hombres se giran hacia mí ante el sonido de mi voz. —No se la lleven aún.

Mia alza por primera vez su vista para observarme confundida. La piel alrededor de sus ojos llorosos está enrojecida.

—¿Qué vas hacer? —pregunta en un susurro. No respondo. Solo deposito un beso en su frente y la alejo, despacio. Le lanzo una mirada a Paul y se acerca de inmediato a rodearla con un brazo y llevarla hacia donde está Alina. —Ethan...

Me acerco para observar con detalle las heridas. No soy experto en forense, pero sí en batalla. Y ella muestra signos de lucha en sus uñas. Murió defendiéndose. Noto los hilos de sangre descendiendo lentamente. Suelto un suspiro ruidos y, antes de siquiera tener tiempo de pensarlo, paso mi dedo recogiendo un poco y me lo llevo a la boca cerrando los ojos.

La sangre es un conducto hacia los recuerdos. Es una técnica muy útil, desagradable, pero muy útil. Y cuando el sabor metálico se instala en mi lengua puedo ver los recuerdos más recientes de Delina antes de su muerte. Lo veo y siento todo como si fuera ella.

Salió de su tienda con un mal presentimiento. Iba con prisa. También estaba asustada porque cada cierto tiempo giraba a todos lados para ver si alguien la seguía. No vio a nadie, y eso aumentaba su paranoia. Mi cuerpo lucha contra la ansiedad que le provocaba chocar con una persona en la calle. Cuando subió a su auto y tomó el trayecto hasta la fortaleza es que comenzó a tranquilizarse, aunque no del todo.

Atravesó la última curva. Y fue en ese momento que un lobo gris salió de entre los árboles, haciendo que frene en seco y vocifere un grito asustada. El lobo empezó a gruñir y empezó a acercarse. Delina tomó el reverso pero no pudo retroceder ni un metro cuando sintió que el auto se sacudía de adelante hacia atrás por un peso. Un licántropo mestizo estaba en la parte trasera clavando sus garras en el maletero. Suplicó. Imploró que la dejaran ir, que no diría nada. Lo pidió muchas veces. El miedo la paralizó y no se percató que podía huir. Nada obstaculizaba la puerta... hasta que una figura alta y delgada se acercó por el lado del copiloto y entró.

Dane.

Él está aquí.

Su sonrisa enfermiza expresaba lo mucho que le divertía ver a Delina tan asustada y rogando por su vida. Una de sus manos se levanta, mostrando sus garras y es en ese último momento que ella intenta luchar para escapar. Sus movimientos son torpes y desesperados, no piensa en qué hará a continuación. Y eso sella su destino.

Mis ojos se abren al tiempo que bajo mi mano y respiro agitado. Cinco minutos. Fueron cinco minutos antes de que la vida de Delina se apagara.

—¿Qué viste? —pregunta Aiden —¿Quién fue?

La cabeza me da vueltas. Aún me cuesta dejar atrás los recuerdos de Delina. No suelo hacer eso seguido, no tenía la necesidad... hasta ahora. Siento la mirada de todos sobre mí, la tensión es tan palpable que se puede cortar con un cuchillo.

—Tenemos que reforzar la vigilancia. —ordeno desviando mi mirada a los demás— Dane Waltz está en New Mystery —anuncio.

Mi mirada se dirige a Mia, quien frunce los labios antes de apartarse de Paul y Alina y caminar de regreso a la Fortaleza, dando grandes zancadas. Los demás la observan, algunos con la preocupación marcada en sus expresiones y otros, como Cedric y Reckfall, que la miran con curiosidad sin comprender lo que sucede.

—Voy por...

—Iré yo. —interrumpo a Aiden. Le lanzo una mirada de soslayo mientras camino— Dupliquen la vigilancia en el perímetro y pasen desapercibidos.

Vuelvo mi vista al frente y la veo casi a la altura de la fuente. Vaya que es rápida. Echo a trotar acelerando el paso para alcanzarla. Necesito hablar con ella. Sé que pidió espacio, pero no puedo quedarme con los brazos cruzados después de haberla visto mal. Ruego internamente a los dioses que no me rechace.

—Mia —la llamo cuando la he alcanzado.

Se gira a verme, pero sin detenerse.

—Ni lo intentes.

—No es tu culpa. —digo, ignorando su petición.

—Sí, claro. —bufa con sarcasmo— Ni tú te lo crees.

Sigue su camino y exhalo antes de seguirla otra vez hasta adelantarme. Me pongo frente a ella, obstaculizando su paso. Alza la mirada y trata de dar un paso al costado, pero la imito y la sujeto de los brazos para que no se vaya. No pone resistencia ni trata de apartarme, aunque sí agacha su mirada y se lleva las manos al rostro para cubrirlo.

Ninguno de los dos habla y tampoco rompemos el silencio. Hago un esfuerzo sobrehumano por no meterme a su cabeza y darle esa privacidad que desea. Me quedo ahí esperando que hable, o incluso si no quiere hacerlo y solo debemos estar ahí.




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