Protegida Por El Alfa

CAPÍTULO 44

PAUL

Siempre supe que Ashton ocultaba muchas cosas.

Lo supe desde el primer momento que lo vi. Él no me engañaba a pesar de que yo era un niño cuando lo conocí. Estaba seguro que ese rostro amable y sonrisa brillante que ofrecía a la sociedad era una farsa, una máscara para ocultar su verdadero rostro.

Quien diría que detrás de ese rostro se escondía la peor de las bestias, uno capaz de dañar a su propia sangre para beneficio suyo, de condenar a quien profesaba amar a una vida miserable junto a él, de destruir a familias y de... matar por diversión.

Bien decía el pastor de la iglesia que iba con mis padres cada domingo: "Mucho cuidado con aquellas ovejas que parecen ser las más pacíficas, porque una puede ser el disfraz perfecto de la Bestia".

Esa frase nunca se sintió tan cierta como hasta ahora.

—Es increíble. La temperatura ha logrado que la descomposición se vea reducida a casi nula. —comenta Cedric abriéndose paso entre nosotros.

—Debemos estar a menos de cinco grados o incluso más. —añade Fiorella a su lado. —Pero no es suficiente para el estado de conservación de estos cuerpos.

Cuerpos. El puto sótano de Ashton no era una congeladora porque sí: Almacenaba los cuerpos de dos de sus víctimas. ¿Qué clase de enfermo tiene que ser para mantenerlos ahí?

Mientras Fiorella y Cedric están revisando, yo mantengo la linterna elevada para iluminar. Alina nos sigue esperando cerca de las escaleras, no ha querido verlos y es comprensible. En cuanto a Mia...

Al voltear a verla de reojo noto que sigue con el rostro inexpresivo en el mismo lugar que la encontré cuando bajé por las escaleras. Su respiración se ha ralentizado a un punto en el que sus hombros no se mueven y su piel sigue pálida, no sé si a causa de la impresión o el frío. Está completamente rígida. Me preocupa verla tan callada. Sin embargo, su cuerpo está completamente rígido. No es común, creí que reaccionaría como lo hizo cuando vimos el cuerpo de Delina, pero esto... no sé cómo tratar su silencio.

—Este es un hombre adulto. Edad alrededor de los cincuenta con una herida abierta en la parte frontal de la cabeza a causa de golpes repetitivos con un objeto contuso. —informa Cedric alumbrando con su linterna. —Fue golpeado hasta la muerte.

—¿Cómo sabes eso? —pregunto.

—Porque soy un asesino. —se gira para ver mi reacción y sonríe burlón al ver mi expresión de espanto. —Estudié Forense, genio.

Ruedo los ojos. Qué chistoso.

Observo el cuerpo. O, bueno, lo que queda de él. Tiene la espalda apoyada en la pared con su cabeza inclina hacia adelante. Aún conserva su traje, zapatos y abrigo manchado de sangre. Como dijo Cedric, está parcialmente momificado, aún se ve algunas facciones de su rostro. Lo cual no debería ser porque aparentemente la temperatura no es suficiente para que aún conserve en algunas partes piel y músculo. De no ser por el gran hoyo en su cabeza juraría que está casi completo.

«Son sobrenaturales.» La delicada voz de Alina resuena en mi cabeza. «Cuando morimos nuestro cuerpo tarda mucho más en descomponerse que un humano.»

—¿Qué hay de ella? —pregunto, moviendo la linterna para iluminar al cuerpo femenino que, a comparación del hombre, está recostada.

—Veamos. —Cedric se acerca al cuerpo ajustándose sus guantes de cuero negro. —Bueno, ¿ven esto? Está quebrado—levanta un pequeño hueso que reconozco como parte de la columna vertebral. —Le arrancaron la vértebra Atlas, lo que sostiene a la cabeza. Es una muerte rápida, pero bastante salvaje.

El estómago se me revuelve.

¿Por qué Ashton los mató y dejó aquí sus cuerpo? ¿Qué le hicieron? ¿Quiénes eran?

Y como si mi pregunta hubiera sido escuchada, veo un collar colgando de la mujer que, si no me equivoco, debe abrirse.

Me acerco apretando mi linterna en mi mano, con cuidado de no pisar sus manos o cualquier parte de su cuerpo. No sé qué me tiene más mortificado, si es el hecho de que estoy viendo unos cadáveres escondidos en la casa de su asesino o el hecho de que estoy caminando entre ellos. Me agacho y tomo el collar entre mis dedos. Efectivamente, tiene un pequeño botón que oprimo y se abre en dos partes. En el lado derecho hay una foto en blanco y negro de una pareja que imagino debieron ser ellos, y al lado izquierdo están escritos sus nombres y una fecha.

Me quedo helado al leerlo. Oh mierda.

—¿Qué dicen? —pregunta Cedric.

Estoy mudo. Las palabras no salen de mi boca y lo agradezco porque no sé si podría decirlo. ¿Cómo pudo...? ¿Qué mierda pasa por la cabeza de Ashton? Eso es... oh maldición. En serio este hombre está enfermo.

—¿Paul? —pregunta Alina desde al otro lado regresándome a la realidad.

Niego con la cabeza y trato de guardarlo en mi bolsillo. No puedo decirlo.

—Al diablo.

Cedric me lo arranca de las manos e intento impedírselo, pero es tarde.

—Kendrick y Gardenia Buchamp. —expone.

—Son los padres del rey Alaric. —dice Fiorella con tono de sorpresa.

Y los abuelos de Mia.

Me giro de inmediato hacia ella cuando escucho un paso arrastrado.

Ha dado un paso atrás con sus puños apretados. Sus labios forman una línea recta y sus ojos azules se oscurecen. No hay tristeza ni dolor en su mirada. Es algo peor que eso... es ira y sed de venganza.

—¿Cuánto tiempo llevan muertos? —su tono me deja con la boca abierta. No es el habitual tono dulce y suave. Es oscuro, lento y arrastrado. Si tuviera los ojos cerrados y me hablara no creería que sea ella.

Los demás también se dan cuenta del cambio porque giran a verlos curiosos.

—¿Estás bien? —pregunta Fiorella.

—Solo hice una pregunta.

Miro de reojo a Cedric quien a pesar de estar sorprendido, da un último vistazo al cuerpo antes de responder:

—La descomposición del cadáver de un licántropo es muy lenta. Y agregando la temperatura en este lugar que ayudó a que se mantenga... yo diría que dieciséis años.




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