Ser una persona ¨anti – robótica¨ cómo lo suelo llamar, es poco normal hoy en día. Ser una persona joven, anti- robótica, sin duda alguna no es normal.
Es viernes por la noche y como es costumbre el timbre de la alarma que indica un holograma entrante de papá me desconcentra de mi juego de realidad virtual, recibo un impacto en la parte abdominal, lo cual provoca un dolor apenas soportable, he sido descalificado. Algo desganado me dirijo a la sala de comunicaciones, justo en la mitad se encuentra el transmisor de imagen.
—Responde—digo, hablando hacia la operadora virtual, omnisciente, imperceptible, es como hablar al vacío.
Instantáneamente un haz de luz emerge del transmisor de imagen y casi de inmediato papá está de pie justo a mi frente.
Al año de mamá enfermar mi padre se fue, dice que está trabajando, pero claramente cinco años de ausencia y el llanto de un bebé al fondo no es precisamente un indicador de trabajo.
Una de las razones por las cuales no me gusta la tecnología o soy lo autonominado anti – robótico, es porque la reluciente imagen 3D del holograma alivia la conciencia de un padre ausente porque claramente, la tecnología les hace pensar que están presentes y que no se han perdido de nada.
—¿Cómo estas, Dev? ¿Qué tal va todo? ¿y Ana? ¿todo bien en casa? ¿Qué tal la escuela?— muchas preguntas en una sola oración, una conversación normal con mi padre, mis monótonas respuestas parecían no ser oídas pues papá miraba inquietamente al fondo de la habitación, el llanto de un bebé lograba evadir el filtrado de sonido del holograma.
—Y ya no voy a la escuela, bueno si voy, pero a la virtual y prefiero invicivilizar al resto de la clase— terminé mi respuesta esperando a que por lo menos se preocupase, mamá insistió con que asistiera a la escuela presencial y no a una con niños holográficos como los solía llamar pero yo había hecho mi elección para estar más cerca a ella y atento a sus cuidado.
—¡Genial!— fue la respuesta de mi padre, no estaba escuchando, como era costumbre.
—Bien—dije algo decepcionado— Haré la tarea— Mentí.
Mi padre como aliviado por salir del paso se despidió lo más enérgicamente posible, el haz de luz volvió a su sitio, papá ya no estaba.
Polly era la enfermera virtual de mamá, su tarea básicamente era recordar a Martha, la enfermera presencial (que casi nunca estaba) cuando colocar los medicamentos y sobre el estado de salud general de mi madre. Debido a la ausencia casi permanente de Martha la tía Alice o yo éramos los encargados de la administración medicinal de mamá.
¨El señor Bennet era una mezcla tan rara entre ocurrente, sarcástico, reservado y caprichoso, que la experiencia de veintitrés años no había sido suficiente para que su esposa entendiese su carácter. Sin embargo, el de ella era menos difícil, era una mujer de poca inteligencia, más bien inculta y de temperamento cambiante. Su meta en la vida era casar a sus hijas; su consuelo, las visitas y el chismorreo¨
Terminaba de decir el ebook en forma de holograma que tenía mi madre justo al frente mientras yo aplicaba la dosis de medicamento. Quizá era la duodécima vez que mi madre leía orgullo y prejuicio, la verdad es que a mí también me gustaba y la había leído unas cuantas veces con ella.
—Gracias Dev—dijo mi madre—Podrías por favor acostarme, dormiré un poco.
Hice lo acostumbrado, mamá tomaría la siesta mientras yo daba un largo paseo para distraerme y matar el tiempo
El camino al parque más cercano de casa estaba repletos de vehículos que iban y venían, el parque se encontraba casi vacío, es una de las razones por lo que me encanta venir, ¨ es lo más cercano al aire del campo, al verdadero aire del campo¨ recuerdo las palabras de mi madre cuando me trajo por primera vez al parque a los siete años, cierro los ojos y me imagino en el campo, un lugar repleto de árboles y montañas, aunque no lo conozca ni sepa cómo se siente imagino el aire puro entrando a mis pulmones, es bastante relajante, sino fuera por el pequeño sonido silbante que emite la tubería purificadora de aire podría pensar que es real. Hay muy pocos árboles, he elegido sentarme en uno de los que quedan, marchito y a punto de morir, esta ciudad es completamente tecnológica.
Aunque existe un pequeño grupo ambientalista tratando de salvar al planeta de la era de las máquinas, la mayoría se ha rendido en esta ciudad, a unos cuantos metros de mí una chica rubia se sienta bajo un holograma de un árbol, a su lado uno real se está marchitando, suelo pensar que la humanidad también se marchita.