Proyect Hybread

Capítulo 6: "The Seven Broken Mirrors III"

9 de septiembre del 2009.

Un precioso día de otoño en la capital, la cual era cubierta por los colores cálidos de la estación, con hojas de arce adornando las calles y parques, con una brisa refrescante que cautivaba tanto a nacionales como a turistas; una lástima que nuestra joven Bellinay jamás conociera esa belleza. En cambio, ella reposaba en ese gran jardín del noveno piso, sentada en el césped que sólo le helaba los huesos; sus ojos antes llenos de calma sólo poseían una mirada perdida, una que no podía apartarse del gran domo de vidrio templado; sus manos, sus temblorosas manos acariciaban las tres capas que antes pertenecían a sus hermanos, lo único que tenía de ellos ahora, como un intento desesperado por volver a abrazar aquellos a los que amaba tanto pero que hasta la fecha no había vuelto a ver.

Todo era tan oscuro...

Tan solitario...

De fondo solo oía con pesar una de los paneles del jardín Slunce, donde se proyectaba el noticiero local de Vermont, donde se seguía diciendo lo mismo sobre sus hermanos: "“Se cumple un año desde la pérdida total de la tercera híbrida, Sunlight; causando múltiples controversias en el instituto Génesis Corporation, el dueño y director Oliver Taylor afirmó que las exploraciones continuarían de la mano con la primera híbrida: Bellinay Hybread”.

Ya lo sabía, más peso caerá sobre sus hombros, el doble de misiones, el doble de entrenamientos y menos descanso. Sólo pudo suspirar resignada, abrazando contra su pecho esas cuatro capas como consuelo de su tristeza. Sin embargo, una pequeña flor apareció frente a ella, sostenida por una pequeña mano gordita y blanca.

—¡Te conseguí flores!— Exclamó la pequeña Isabel con una sonrisa radiante, sin dejar de sostener más margaritas en su brazo derecho.

Ay, los niños...

¿Tan bellos no?

Aquella niña se había vuelto su pilar, su única luz en medio de la penumbra que se había vuelto su soledad, cuidar a esa niña fue el mejor regalo. Así que, con manos temblorosas Bellinay tomó esa pequeña margarita, formando una sonrisa genuina en su rostro cansado.

—Gracias pequeña, lo necesitaba— Admitió con serenidad la joven de ojos celestes dejando las capas en su regazo.

Luego la pequeña de cabello azabaches largos, tomó la flor entre sus manos y la arregló en la oreja de la híbrida—¡Listo! ¡Estás preciosa!— Declaró con orgullo arreglando con ternura los cabellos blancos y negros de la mayor.

Aquella joven de ojos celestes como el cielo la miró con dulzura, se arrodilló y luego la abrazó con fuerza— Muchas gracias tesoro, no sé que haría sin ti— Admitió con algunas lágrimas de Pixilaria en su mirada.

La niña la miró con una sonrisa mientras se separaba del abrazo, luego recogió su peluche de conejo para acto seguido ver a la mayor nuevamente antes de irse a jugar.

—¡Te quiero mami!— Exclamó como despedida antes de irse con una sonrisa de orgullo, sabiendo que alegró a la persona más querida en su vida.

Eso fue una sensación increíble para Bellinay, se quedó viendo a la pequeña con gran sorpresa que se convirtió en una sonrisa de ternura adornando su rostro. Sin embargo, ese bello momento de alegría repentina fue interrumpida por el llamado de la señorita Violett, quién la esperaba desde las puertas del jardín; apenas la señora vió a la híbrida le hizo una ceña donde palmeaba su muñeca con su dedo índice y medio, se le hacía tarde para la nueva misión.

Así que, sin más opciones, Bellinay soltó un suspiro resignado y tomó en brazos a la pequeña Isabel, para dirigirse junto a la señora de cabellos azabaches hacia su habitación, preparándose para otra larga y compleja misión.

Era extraño...

Estando en esos mundos sentía paz y a la vez tristeza...

Bellinay no lo entendía Pero estaba realmente frustrada con la situación...

Pronto la joven de cabellos tan largos como Rapunzel estaba siendo arreglada con su uniforme una vez más, siendo vista por Isabel mientras Violett sólo esperaba a fuera bastante impaciente. Sin embargo, la híbrida notó algo en las trabajadoras, se veían ansiosas, emocionadas, algo poco común estando ahí.

—¿Sucede algo? —Preguntó con calma, sin apartar su vista del espejo.

Una de las mujeres luego de acabar con su suéter la observó con una sonrisa — Oh nada Bellinay, está noche los Taylor harán un anunció importante y nos notificaron a todos para estar aquí, dicen que debe ser algo sobre los trabajos— Explicó con emoción— Todo gracias a ti Bellinay, en serio, sino fuera por ti no tendríamos tan buenos trabajos—Admitió con emoción, dejando un nudo en el estómago de la mencionada, quién no dejaba de ver su reflejo en el espejo.

¿Qué veía ahí?

¿A la chica perfecta?

¿Una heroína sin cerebro ni corazón?

Una joven que fingía ser humana…

Por lo que, en el momento en que las empleadas se retiraron, la pequeña Isabel se acercó un momento para abrazar la pierna de la mayor. Cuando Bellinay bajó la mirada por fin se topó con los ojos grises brillantes de la niña, saliendo de aquel remolino de dolor, así que de inmediato abrazó a la pequeña.

—Escucha Isabel, hoy… Me iré otra vez, pero sabes que estarás al cuidado de la señora Sasha, podrías jugar con el pequeño Daniel, no te preocupes por mi ¿Si? — Ilustró la joven de ojos celestes con calma, aunque tomando pausas por la preocupación.




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