Proyecto Alena

UNICA PARTE

Sumido en la oscuridad que lo envolvía tanto a él como a muchas otras personas, poco a poco logra distinguir una luz tenue proveniente de los reflectores que intentan iluminar el centro del escenario. De hecho, el ambiente resulta bastante insólito: un silencio absoluto reina allí arriba, mientras que a su lado se percibe un gran bullicio entre los presentes, todos esperando que algo suceda. Vicente Haimovich se encontraba sentado en una butaca de terciopelo rojo, inmerso en la magia de la obra de teatro e incapaz de moverse de su sitio, ante lo que sus ojos comenzaban a presenciar.

La obra, titulada "Ellos conviven entre nosotros", era una creación de la brillante mente de Asena Kaiden, la novia de Vicente y una reconocida diseñadora de escenarios teatrales. Cada detalle de la escenografía era maravilloso y transportaba al espectador a un universo futurista y desconocido. El telón se abrió, revelando un paisaje urbano en ruinas y un mundo post-apocalíptico. El elenco, estaba compuesto por actores talentosos, que daban vida a personajes bien desarrollados y enigmáticos. La trama trataba temas como la existencia de una nueva vida que iba más allá de la humana, el poder de la tecnología y las consecuencias de la ciencia.

La obra llegó a su fin, y el público se puso de pie conmovido para felicitar a la autora y a todos los que formaron parte de ello. Los aplausos resonaban en el teatro, pero Vicente apenas podía escucharlos. Su mirada estaba fija en Asena, en su cabello azabache recogido en una cola baja con gel , en el vestido largo, grisáceo, lleno de lentejuelas; en sus ojos cafés claros que irradiaban felicidad y en los elogios merecidos por su talento y dedicación.

Vicente nunca imaginó que esa noche y durante esos últimos minutos, sería la última vez que tendría a su amada junto a él. Pues el destino le tenía preparado una tragedia inesperada, repentina y devastadora. Asena sufrió un ataque cardíaco frente a miles de espectadores y se desvaneció poco después de que el telón se cerrará. Aquello fue más que suficiente para provocar un abismo de dolor en el joven.

Corrió atónito, lleno de desesperación hacia el escenario, a pesar del amontonamiento de la gente. Cuando él llegó, abrió las gruesas y pesadas cortinas del telón y las atravesó esperando poder hacer algo por su novia y su cuerpo inerte que yacía sobre el antiguo piso de madera del escenario. No obstante, para su sorpresa, lo que halló del otro lado fue tan absurdo e inexplicable que ni siquiera él pudo comprenderlo. El teatro estaba completamente vacío.

—¡Asena! —gritó y nadie le respondió, la figura de aquella mujer que pensó haber visto, ya no se encontraba en ninguna parte— ¡Asena, soy yo! ¿Dónde estás? ¿Dónde?

Recorrió de principio a fin el lugar con la esperanza de cruzarse con alguien, pero no lo logró. Hasta que la vio, sentada frente a un espejo, maquillándose en uno de los camarines con la puerta abierta. Llegó hasta ella agitado, con el cabello revuelto y desajustando el nudo de su corbata que le quitaba el aire, y le preguntó:

—¿Qué haces aquí, Asena? ¿Qué está pasando? ¿Dónde están todos? Casi pierdo la cabeza.

—Querido, la obra todavía no ha empezado, solo te quedaste dormido. —contestó muy segura y sin apartar su mirada del espejo mientras seguía aplicando más pintura roja a sus labios—. ¿Puedes traerme el guion para revisarlo? Creo que lo dejé sobre una mesita justo al costado de los bastidores.

—Esta bien, cariño. —Le dijo para no contradecirla en su pedido y fue en busca del mismo.

El escrito estaba a la vista tal y como se lo había indicado, así que no tuvo inconvenientes en encontrarlo. Asena se presentó a su lado y antes de que Vicente pudiera examinarlo, se vio obligado a entregárselo, dado que su comportamiento era algo ajeno al que conocía. Dejó un beso en su mejilla y se retiró, mientras su novio volvía a tomar asiento en la butaca de terciopelo rojo.

Los actores partícipes de la obra comenzaron a llegar, al mismo tiempo que Asena realizaba los últimos arreglos en el escenario. Vicente percibió que algo no encajaba en todo esto. Lo sabía y persistía en él una incertidumbre enorme que aún no había resuelto y que lo estaba consumiendo por dentro. Entonces, la duda lo invadió por completo; mientras más lo pensaba, más le dolía la cabeza. Incluso su mirada se había vuelto cansada, apagada, con una imagen distorsionada de la realidad en la que estaba. Y su conciencia no dejaba de recordarle que estaba a punto de presenciar un suceso que ya había vivido.

—Lo sé, lo has descubierto. —Vicente miró con desconcierto al muchacho que se sentó a su lado y le hablaba en susurros para que los demás no escucharan su conversación— Y sí, te entiendo, yo también tengo esa sensación rara. Pero no digas nada, solo aguanta un poco más.

—Perdona, ¿quién eres y qué estás diciendo?

—Me llamo Andreas Heim y al igual que tú, somos de los pocos que podemos escapar de aquí. —Le extendió la mano, esperando que correspondiera al saludo, mientras seguía observando a sus compañeros hacer su trabajo.

—¿Escapar de aquí? ¿Es esto parte de la obra? —Le estrechó la mano e intentó mirarle el rostro, aunque él no se lo permitiera.

—No, Vicente, esto no es parte de la obra. Ella consiguió atraparte y ahora necesitaremos un plan para escapar de aquí.

La curiosidad creció en Vicente. Insistiendo en poder ver su rostro, con el ceño fruncido y exclamó para atraparlo:

—¡Estás realmente loco!

—¡Shhh...! No levantes la voz —Le advirtió tapándole la boca y entonces Vicente finalmente pudo verle el rostro.

Sus facciones parecían estar moldeadas con perfección, como si hubieran sido diseñadas por un artista. Sus rasgos eran definidos, sin imperfecciones ni marcas en la piel. Además, parecía una versión de él, pero fría y malvada. Lo sorprendente fue que no había ni un solo gesto que revelara sentimientos o emociones, como si solo estuviera trabajando en función de su programación. Y sus ojos, sus ojos eran de un color metálico, muy grises, muy fuera de este mundo. Supuso que el misterio de su apariencia debía relacionarse con lo que estaba diciendo y por eso quería esconderlo.



#837 en Ciencia ficción
#6386 en Otros
#1900 en Relatos cortos

En el texto hay: teatro, robots, cuentocorto

Editado: 17.11.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.