Las luces de la torre OmniMind se alzaban imponentes sobre el horizonte de Neo-Veridia, un faro de poder corporativo que eclipsaba el resto de la ciudad. En uno de los pisos más altos, la oficina de Evandra Rostova era un oasis de elegancia minimalista. El vidrio polarizado ofrecía una vista panorámica de la metrópolis, pero Evandra, una mujer de unos cuarenta años con una mirada afilada y una presencia imponente, rara vez miraba afuera. Su mundo estaba en las cifras, en las estrategias y en los intrincados hilos de poder que manejaba con maestría.
Evandra era una ejecutiva de alto nivel dentro de OmniMind, responsable de "desarrollo estratégico y seguridad corporativa". Un título eufemístico para supervisar las operaciones más delicadas, las que a menudo bordeaban la legalidad. El Director Thorne la había convocado urgentemente.
—Evandra, necesito que intensifiques la búsqueda de la Dra. Aris Thorne— dijo Thorne, su voz tensa. —Ha desaparecido, y su investigación es vital para nuestros futuros planes de expansión. Quiero que la encuentres, viva o muerta, pero quiero ese prototipo que llevaba consigo—.
Evandra asintió con calma, su mente ya procesando las implicaciones. —Director, mis equipos ya están rastreando todas las vías de inteligencia, tanto internas como externas. Sin embargo, hemos detectado una anomalía en las redes de comunicación de bajo nivel, fragmentos de mensajes encriptados que sugieren una posible interferencia. Parece que alguien más está interesado en la Dra. Thorne—.
Thorne se recostó en su silla, su expresión indescifrable. —¿Interferencia? ¿De quién?—.
—Las firmas son débiles, fragmentadas— respondió Evandra, seleccionando una serie de datos en una pantalla táctil que emergía de su escritorio. —Pero hay ecos de una facción conocida como los 'Sombríos'. Operan en los niveles subterráneos de la ciudad, conocidos por su extremismo y su resistencia a la Corporación—.
El Director Thorne frunció el ceño.
—Los Sombríos... Siempre han sido una molestia. Pero si están involucrados, debemos ser más agresivos. Quiero que los neutralices, Evandra. No quiero que ningún grupo marginal interfiera en nuestros proyectos—.
—Por supuesto, Director— dijo Evandra, su voz imperturbable. —Sin embargo, debo advertirle que los Sombríos son esquivos y están bien organizados. Su líder, El Guardián, es particularmente difícil de rastrear. Pero si están tras la Dra. Thorne, es posible que podamos usarlos para llegar a ella—.
Evandra sabía que la "neutralización" era una forma elegante de decir "eliminación" o "explotación". Ella no era una idealista; creía en el poder, en el control. Y si los Sombríos podían ser utilizados como peones en su juego para recuperar la investigación de Thorne, o incluso para desacreditar a la Dra. Thorne si fuera necesario, ella no dudaría.
Mientras tanto, en las profundidades de los distritos olvidados de Neo-Veridia, El Guardián observaba un mapa táctico de la ciudad que se proyectaba en una pared de concreto desconchado. El olor a humedad y a metal oxidado impregnaba el aire del búnker improvisado de los Sombríos. Anya, que había logrado establecer un enlace de comunicación seguro con ellos, estaba transmitiendo los últimos datos que había recopilado.
—La Corporación OmniMind también está buscando a la Dra. Thorne con una ferocidad inusual— informó Anya. —Sus agentes, dirigidos por una ejecutiva de nombre Evandra Rostova, están rastreando mis pasos y buscando infiltrarse en los laboratorios secretos de la Corporación. Parece que la Dra. Thorne tenía acceso a algo que OmniMind considera vital—.
El Guardián asintió, su voz apenas un susurro sobre la comunicación.
—Rostova... la mano derecha del Director Thorne. Ella es la que limpia los desastres, la que hace el trabajo sucio. Si ella está involucrada, significa que OmniMind está en pánico. La Dra. Thorne debe haber descubierto algo que los expone—
Un joven Sombrío, con una cicatriz distintiva que le cruzaba el rostro, se acercó al Guardián.
—Líder, hemos interceptado una comunicación de OmniMind. Van a movilizar a sus fuerzas de seguridad de élite a los túneles de servicio del sector Gamma, donde Anya cree que está la 'puerta oculta'—.
El Guardián cerró los ojos por un instante, sopesando la información. Tenían la ventaja de conocer el terreno, de operar en las sombras. Pero OmniMind tenía recursos prácticamente ilimitados.
—Anya, necesitamos un plan B— dijo El Guardián.
—Si la puerta principal está comprometida, debemos encontrar otra entrada. La investigación de la Dra. Thorne es clave. Si OmniMind la recupera, o si la suprimen, el equilibrio de poder en esta ciudad se inclinará irreversiblemente a su favor. Y nosotros no podemos permitirlo—.
De repente, una nueva voz se escuchó a través del comunicador de los Sombríos. Era una voz femenina, sorprendentemente serena, pero cargada de una autoridad inesperada.
—El Guardián— dijo la voz. —Evandra Rostova me ha contactado. Dice que ustedes también están interesados en la Dra. Thorne. Y que tiene información que podría ser de interés mutuo—.
El Guardián se giró lentamente. Nunca había escuchado esa voz antes, pero sentía una extraña familiaridad, una resonancia con algo que no podía definir. —¿Quién habla?—.
—Mi nombre es Evandra Rostova— respondió la ejecutiva.
—Y créanme, El Guardián, ambos queremos lo mismo: la verdad sobre lo que la Dra. Thorne descubrió. Y yo sé dónde encontrarla. Pero necesito su ayuda para llegar a ella antes que mi propio empleador—.
En su oficina en la torre OmniMind, Evandra observaba su pantalla, esperando una respuesta. Había jugado una carta arriesgada, contactando directamente a la cabeza de la organización que más buscaba neutralizar. Pero en su pragmatismo, veía una oportunidad única. Si podía aliarse temporalmente con los Sombríos, podría usar su conocimiento del submundo para infiltrarse en OmniMind desde dentro, alcanzando a la Dra. Thorne y su investigación antes que el Director Thorne, y asegurando su propia posición de poder en el proceso. El juego de ajedrez de Neo-Veridia acababa de volverse mucho más complejo, y Evandra Rostova estaba lista para mover sus peones en una partida mortal...