0: Unos años atrás.

Aún recuerdo su mirada, la mirada de aquella chica rebelde que tuvo el valor de acercarse a mi palacio armada de una bate de baseball y con el rostro cubierto.

Recuerdo que fue capaz de lanzar un par de piedras contra la puerta principal, y aunque dichas piedrecitas no causaran un daño real en mi palacio, bastaron para que esos ojos cargados de ira se grabaran en mi mente.

Era una protesta más, desde hace meses era común que los grupos rebeldes llegaran al palacio a exigir no-sé-qué con el fin de vandalizar un poco.

Pero estaba seguro de que esa era la primera protesta de la chica; era un movimiento mucho más agresivo y organizado de parte de dicho grupo. Incluso había más gente que de costumbre.

Sonreí de lado, indebidamente, ante la idea de que la chica hubiera sido la organizadora, me era difícil creer que alguien tuviera el valor de atacar el palacio de Swerth a base de piedras y un bate.

Su valor me hizo querer saber más de ella.

La busqué en los noticieros, le pedí a Dough que comprara cualquier periódico que tuviese la nota de dicho ataque.

Nada.

Me escabullí al despacho de mi padre en busca de la lista de detenidos.

Ella no estaba ahí.

Con los meses comencé a olvidar su mirada, y me convencí de que tal vez solo había visto mal.

Pero había noches en las que sus ojos volvían a mi mente y me permitían cuestionarme, por un muy breve instante, si habían conseguido lo que pedían.

Me gustaba creer que sí.

A mí siempre me gustó creer en lo que me dejase dormir.