Mis profesoras de Historia y Biología cuentan que décadas atrás la naturaleza del mundo y los animales se regían por estaciones: en ciertas etapas del año hacía mucho calor, mucho frio, o un clima más templado. Explicaban que eso se debe a la distancia de la tierra con respecto al sol durante su rotación, cosa que sigue pasando en la actualidad, aunque debido a las nubes contaminadas del cielo eso ha cambiado mucho ¿Clima templado? No he experimentado eso, pero si mucho frio o mucho calor, y suele pasar que estos cambios ocurren de forma abrupta como es el caso de ahora.
Una brisa de aire helado ingresó sin permiso por la ventana de mi habitación, como antes había hecho mucho calor mi cama solo tenía una fina sabana que no servía de nada ante esta circunstancia. El frio viento que hacía temblar mi cuerpo me obligó a levantarme de la cama y fue entonces que me di cuenta.
Mi rostro colocó una mueca por el dolor y hasta hice rechinar los dientes debido a la fuerza con la que los apretaba, me llevé una mano a la cabeza para agarrarla con fuerza, como si utilizar la fuerza fuera a servir para aliviar el dolor de alguna manera. Podía sentí mi cerebro palpitando, similar a un taladro perforando las neuronas. Era insoportable.
Comencé a sentir algo más, algo que hizo que alejara la mano de mi cabeza para que la observara en medio de la noche a pesar de no poder verla por la oscuridad. Lograba sentir un extraño hormigueo debajo de mi piel, parecido a cuando se reduce el flujo de sangre en una extremidad y esta se te duerme.
En ese instante un flash atravesó mis ojos, ese extraño cubo metálico que había encontrado, agrietándose, y todos sus fragmentos metiéndose dentro de mi piel era lo último que podía recordar –Ese es mi último recuerdo ¿Entonces como llegue a mi casa?
Otra helada brisa de aire hizo que recordara la razón por la que me había despertado, la piel de mi cuerpo se puso como de gallina, así que me levante para cerrar la ventana. Pero al asomar mi cabeza por la misma se produjo un extraño sonido en el techo de la casa del vecino – ¿Copérnico? –llame a mi gato sin obtener una respuesta –Espero que no se esté peleando con otros gatos en el techo, o este embarazando a la gata de la vecina de nuevo.
De hecho, el extraño sonido repentino no fue como a basura siendo movida por gatos sino más bien a alguien reaccionando abruptamente. Parecido a cuando espías a alguien y tienes que esconderte rápido porque este se volteó para ver en tu dirección.
El dolor de mi cabeza persistió haciéndome poner otra mueca y mi concentración regresó a lo primordial, cerré las ventanas de mi cuarto y coloque otra manta a la cama para no pasar tanto frio –Espero que dormir haga que se pase el dolor –y aun así, con las ventanas cerradas pero las persianas abiertas tenía la extraña sensación que algo me observaba desde fuera de la casa y agregándole el dolor de cabeza y el cosquilleo debajo de mi piel no pude dormir muy bien esa noche.
Simplemente mi cuerpo se despertó al día siguiente, quizás porque ya había dormido lo suficiente o porque los extraños dolores que atormentaban mi cuerpo habían aumentado. El punto es que al despertarme por la mañana del 7 de marzo ya me encontraba de mal humor.
No me levante de la cama, el cuarto estaba frio y el interior de las sábanas caliente por mi calor corporal. Me hice a un costado para tomar el celular que estaba debajo de la cama, estaba muy frio y al desbloquearlo vi que se trataba de las 9:32 am – ¿En serio? Mi última semana de vacaciones y no voy a poder dormir hasta tarde –eso realmente me decepcionaba de mí mismo.
Tenía algunas notificaciones de mensajes también, pero a la que más atención le preste fue a la de mi mamá “Ya le di de comer a Copérnico, no le des más si te pide”, claro, son las 9 am y hace más de una hora que mi mamá debe haberse ido para trabajar.
Esta vez la sensación de tener las extremidades dormidas había evolucionado, empeorado, ahora sentía que tenía pequeñas hormigas moviéndose debajo de mi piel, trabajando en quien sabe qué, pero sentía como si destruyeran mi cuerpo por dentro y era una sensación muy incómoda. Tal vez no me dolía porque ya me acostumbré al dolor, al igual que el sentir que mi cerebro palpitaba, permanecía todavía aunque menos intenso que cuando me desperté por la noche.
Me quede viendo algunos videos de TikTok hasta que mi cuerpo ya sintió la necesidad de levantarse, me estire y acomode en la cama antes de sentirme preparado para levantarme. Estaba en ropa interior aunque no recordaba haberme desvestido anoche, tampoco tenía recuerdos de haber regresado a casa, así que debía tratarse de alguna laguna mental < ¿pero entonces que había sucedido con ese cubo? ¿Lo imagine todo? ¿Tuve alguna alucinación por gases tóxicos?> eso ultimo era bastante normal por lo que podía atribuírselo a eso.
–Sobraron algunas pastillas de recuperación de Onyx, mejor me tomó una.
Pero antes, hacia frio así que me vestí para seguir. El problema era que la tela de la ropa estaba fría también y estuve un poco reacio a ponérmela aunque termine haciéndolo, no tendría que pasar mucho tiempo hasta que se calentara por mi calor corporal.
Al abrir la puerta de la habitación para salir los picaportes rechinaron un poco y eso sirvió como una alerta para informarle a cierto ser pequeño de que me había despertado, casi al instante después de ese sonido pudo escucharse un maullido y de la cocina apareció Copérnico. Sus patitas se movían rápidamente guiadas por el rechinar de la puerta y por los recuerdos de donde se abre.
– ¿Qué hacías en la cocina maldito? ¿Estabas intentando abrir la heladera otra vez?
Si no hubiera sido por el sonido de mi voz de seguro el pequeño gato hubiera pasado de largo ya que no podía verme, sus ojos siempre permanecían cerrados y así había sido desde que lo encontré dentro de una bolsa de plástico saliendo de la escuela en una tormenta de ácido. El doctor dijo que no era ningún problema, simplemente había nacido así. A veces simplemente no es que tengamos un problema, solo nacemos así, diferentes al paradigma y eso puede provocar problemas.
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Editado: 20.03.2024