Dentro del laboratorio que olía como el consultorio de un dentista ya se encontraba esperando una chica, la reconocí al instante por lo que no pude evitar señalarla con el dedo índice – ¡Tú! –ella se limitó a quedarse apoyada contra la pared con los brazos cruzados –Ya es la tercera vez que te veo.
Se veía bastante joven, pensaría que hasta más que yo, por su apariencia tenía la impresión de que iría a primer o segundo año de la secundaria. Aunque la expresión de su rostro era más como la de una anciana molesta –Pero que genio –contestó sarcásticamente.
A mi costado la científica, Lois, se quedó observando por un momento antes de darnos la espalda y teclear unas cosas en una computadora –Mataste a ese perro del demonio –le reclame.
–Sí, de nada por ayudarte por cierto ¿no te enseñaron modales acaso? –dijo separando su mirada de la mía.
Eso me hizo sentir todavía más enojado, sin embargo, antes de que pudiera reclamarle más cosas logre sentir como dos manos se apoyaban sobre mis hombros y esa acción fue seguida por una voz cibernética –Ella es Aidana, la Segunda Portadora. Qué bueno que ya se conocen.
Voltee mi cabeza solo para encontrarme otra vez con ese extraño ser con cuerpo humano y cabeza de monitor, ahora sabía que se trataba de un robot pero verlo tan rápido luego de que explotara me hizo asustar así que me le aleje de él –Pero tú…
–A él le gusta hacer eso –agregó con indiferencia la chica morena.
Sacudí mi cabeza para no pensar en eso y en su lugar volví a concentrarme en esa chica –Recuerdo haberte visto esa noche, podrías haberme detenido ¿sabes? Evitado que entrara en contacto con la caja, maldita…
Otra vez fui interrumpido abruptamente solo que por el robot, Acres creo que era su nombre. Él agarró mi hombro con una mano para voltearme y que viera su monitor –Oye tranquilo, cuando la caja entró en la atmosfera la mandamos a ella a buscarla, predijimos donde caería. Pero tú te nos adelantaste –su monitor formó las letras “JA” para reproducirlas consecutivamente.
Realmente me sentía enojado por dentro <Esa maldita, todo esto se podría estar evitando si hubiera buscado bien la caja de mierda. Una pequeña cosa que lo cambiaba todo> era demasiado para mí, no podía retenerlo dentro – ¿Y ella es quien protege a la sociedad humana? Con razón no me sentía muy seguro –asevere frunciendo el ceño.
Escucharme decir esas palabras provocó que formara una mueca en su rostro, sus labios se levantaron mostrando los dientes como un animal rabioso apunto de arrojarse sobre su presa –Creo que me excedí –susurre. Ella separó su espalda de la pared para acercarse a mí, molesta, sus pasos eran lentos como si intentara contener su rabia de ir y golpearme en la cara, dejó de tener los brazos cruzados para pasar a tenerlos colgando con sus manos formando puños.
Cada paso que ella daba hacia mí era un paso más que yo retrocedía para atrás –Lo siento –pero mi disculpa no la detuvo.
Ah, pero para mi suerte la científica Lois se dio media vuelta para observarnos –Ya terminé así que la maquina esta lista –eso hizo que Aidana se detuviera. Sus ojos entrecerrados y mandíbula abierta cambiaron a una expresión más burlona.
La Segunda Portadora pasó a sentarse sobre una mesa metálica y volvió a cruzar los brazos –Prepárate novato –bufó de lo que estaba a punto de pasarme.
Mis ojos se centraron en la científica con lentes y un rodete – ¿Qué maquina? –quise saber con algo de miedo. La mujer caminó hasta la otra esquina del laboratorio mientras la seguía con la mirada, se detuvo en frente de una silla de metal similar a la que se usaría para ejecutar a un preso.
–Te fusionaste con una Llave Centient –recalcó la científica –No solo eres un androide alienígena ahora, sino que también posees una aplicación especial.
La pantalla del Acres a mi lado dejó de mostrar su rostro y en su lugar representaba lo que ella decía, tenía la imagen de un cerebro conectado a muchos cables y una especie de chip incrustado en la parte trasera –Esa aplicación es dada gracias a una Matriz de Procesamiento incrustada en tu cerebro –explicó la voz cibernética –Regula de forma subconsciente muchas características de tu nuevo cuerpo.
Lleve mi mano a la parte trasera de mi cabeza – ¿Eso tengo bajo el cráneo? –me daba impresión de solo pensarlo.
La científica continuó hablando –Tienes que activar tu aplicación, pero como no sabes cuál es no sabes activarla. Esta silla es una máquina que desbloqueara en ti la necesidad de usar tu aplicación, así que ven y siéntate –ordenó al final.
Observe a Acres – ¿Me dolerá? –podía sentir el quiebre en mis palabras.
–Y muchísimo –contestó la estúpida de esa chica de brazos cruzados.
Me limite a mirarla con enfado porque tenía miedo de que estuviera diciendo la verdad –Nunca experimente el dolor así que no lo sé –explicó el robot mostrando en su pantalla un signo de pregunta.
<Tengo que hacer lo que dicen para poder volver a ver a mi mamá y a Copérnico> me recordé observando mis manos, debajo de la piel ya no había huesos, venas y sangre, o quizás sí, pero en lo más profundo no. Ya no.
Tome una gran bocanada de aire antes de aceptar la situación e ir a sentarme en esa silla, Lois me dijo que colocara los brazos en los apoyabrazos, así que eso hice, estaban fríos y la mujer los ató con unos cinturones de cuero – ¿Debería preocuparme por eso? –no pude evitar soltar esa pregunta aunque realmente no quería conocer la respuesta. Logre escuchar como Aidana se reía de fondo lo que me hizo molestar un poco.
La mujer con un rodete hizo un gesto con la mano para que no me preocupara –Claro que no.
–Son solo pequeñeces –agregó Acres, entre sus brazos cargaba gruesos cables de alta tensión que estaba trayendo hacia donde estaba.
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Editado: 20.03.2024