Proyecto Doppelganger

Capítulo 7: Detrás de escena.

Jueves.

 

Aquel misterioso hombre sí que tenía mucha más fuerza de la que su descuidada apariencia hacia imaginar, concentrando toda la energía en mis manos y brazos para agarrarlo con mucha fuerza y evitar que se moviera. –Sí que eres un mocoso estúpido –decía liberando un terrible olor de entre sus dientes careados–. Te saldrá caro creerte el héroe. Sé dónde es tu colegio, vendré mañana y mataré a tu amiguito, pero ahora me encargaré de ti.

     El cañón de su pistola apuntaba al cielo, pero su ángulo era muy cercano a mí. Podía sentir su fuerza, obligando a su brazo a bajar y apuntarme, para bien o para mal yo no estaba diseñado para este tipo de cosas, por eso estaban mis hermanos.

     En un resultado ya esperable el hombre borracho de unos treinta y algo de años logró bajar lo suficiente el arma como para que pudiera ver el interior humeante de su cañón. Pudo apuntarme, pero antes de que disparara hice menos fuerza y su mano cayó hacia abajo haciendo que me dispare en el estómago y no en la cabeza. 

     Su arma era de último modelo para tratarse de un indigente, las balas de ese tipo de armas no solo traspasaban la piel, sino que liberaban un líquido que desintegraba a su alrededor. La sangre comenzó a salirme a chorros, toda mi fuerza se desvaneció y caí de espaldas al suelo. Con la poca vida que se me escurría giré mi cabeza para atrás <Noah logró escapar, estoy satisfecho con eso> no tuve la menor necesidad de resistirme a la muerte, así que me entregué a ella.

-----O-----

Repentinamente una mano agarró la bota gastada del hombre, este bajó la mirada y se encontró con el cuerpo en medio de un lago de sangre del joven pelirrojo. –Sabes que… –El estúpido chico hablaba con sus últimas fuerzas a la par que tosía sangre–. … al principio hubiera dejado pasar esto, pero no puedo permitir que lastimes a mi mejor amigo –declaró con su último aliento.

     El hombre no podía entender como con el cuerpo en ese estado ese estúpido chico podía seguir siquiera hablando. –¿Ah sí? ¿Y qué harás imbécil? –Sin piedad comenzó a patear el ensangrentado cuerpo del chico que yacía en el suelo.

     Sin perder tiempo el indigente tomó todas las pertenencias que ese estudiante tenía y se echó a correr. –Este chico sí que tenía un botín interesante. Tal vez con esto por fin el jefe de esa tonta pandilla me deje en paz. –Y luego de eso el hombre ya no haría más trato con quienes tengan un Refulgente capturado.

     A la par de su trote el hombre podía sentir una mezcla de emociones dentro de él: felicidad, alegría, éxtasis. Por fin podría ser capaz de recuperar su vida normal después de pagar la deuda, e incluso tendría la esperanza de poder volver a reencontrarse con su hija.

     Después de haber tomado una distancia de más o menos siete cuadras el ladrón dejó de correr para continuar su camino a pie. –La policía vendrá en cualquier momento, debo cambiarme esta ropa llena de sangre lo antes posible. –Su cuerpo estaba algo agitado, lo que se demostraba en su respiración, pero no era lo suficiente como para que se volviera un impedimento.

     Sin embargo, al doblar en la esquina de la calle se encontró con algo inusual, parecía sacado de una especie de leyenda urbana. Una extraña figura con lentes de sol negros y un barbijo se encontraba parada delante de él, solo que esto no hizo que el hombre vacilara, estaba llegando muy lejos como para detenerse ahora.

     –¡Sal de aquí ahora mismo mocoso! –gritó en advertencia, y el que avisa no traiciona–. A menos que quieras salir lastimado. –Ya tenía su jugoso botín de hoy por lo que estaba de buen humor, y si podía no ensuciarse más las manos tomaría ese camino.

     La extraña figura no dio respuestas, se limitó a quedarse de pie como una estatua observándolo. La oscuridad le impedía al hombre ver con claridad aunque por la altura parecía otro adolescente ¿tal vez paralizado por el miedo de encontrarse a alguien lleno de sangre? Podría darle unos segundos más para que reaccionara antes de que tuviera que hacerlo él.

     Ante la falta de respuesta el hombre volvió a sacar su arma, todavía le quedaba una bala más cargada. –Estoy de buen humor así que te daré otra oportunidad. –Pero ante sus palabras la figura solo se mantuvo estática.

     Como el ladrón esperaba a los pocos segundos obtuvo una respuesta, solo que el extraño muchacho que tenía en frente no salió corriendo despavorido, en su lugar colocó en frente la mochila que cargaba en su espalda y del interior pareció sacar su propia arma. La mira laser la apuntaba directamente al corazón.

     <¿Acaso se trataba de un arma de juguete? ¿O este otro chico estaba demente?> No, eso ya perdió relevancia. Le había dado la oportunidad pero el estúpido decidió desperdiciarla. –¿Crees que esto es una estúpida broma? Si quieres que te mate entonces lo haré, porque no dudaré eh.

     No logró llegar a apretar el gatillo cuando sintió un fuerte ardor acompañado de un pinchazo que cruzo todo su cuerpo a la altura del pecho, todo se volvió muy cálido, su vista borrosa, le pareció escuchar por última vez la voz de su hija antes de que el cuerpo se desplomara al suelo en una caída sin retorno.

 

     Al rato la extraña figura se acercó a la luz, donde estaba el cuerpo muerto del sujeto. Su cabello brillaba de un tono rojo natural y al sacarse los anteojos revelaba unos ojos marrones y fríos como un árbol en invierno, en una de sus manos sostenía una M-16 con silenciador y mira laser.

     De las sombras también salieron otras tres personas más totalmente idénticas, uno usaba solo un barbijo, otro unos lentes y otro una gorra; cada uno intentaba ocultar facciones diferentes de su rostro para que sea más difícil reconocerlos como iguales. Dos de las copias idénticas a Julián se acercaron al cuerpo y recuperaron las cosas robadas del fallecido alumno de secundaria.




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