Lunes 20 de octubre – 01:30 PM – Después de clases.
El colegio al que asistía se dividía en primaria y secundaria, la primera tenía turnos a la mañana y a la tarde pero la segunda solo un turno a la mañana. Las clases ya habían terminado por el día de hoy pero a diferencia de todos los demás, Basil no podía marcharse, fue castigado severamente por empujar de forma tan violenta a “Julián”, por lo que ahora tendría que quedarse después de clases a limpiar las aulas por toda la maldita semana.
Se encontraba en un salón de clases del segundo piso, y mientras preparaba dentro de un balde agua con detergente para limpiar el piso podía escuchar como todos los demás salían. Las sumas de las charlas de cada alumno se aglomeraban en un barrullo enorme que llegaba hasta sus oídos, como si se tratara de algo hipnótico eso lo hizo despegarse de su labor un momento para mirar por la ventana <Realmente no extrañaba venir al colegio, y creo que nadie de aquí me extrañaba tampoco> pensó a la par que veía a un alumno de cabello gris despedirse de dos chicas y su mejor amigo.
Todo el sector de la secundaria estaba vacío, podría haber aprovechado para hacer cualquier cosa menos limpiar, pero era acosado por las varias cámaras de seguridad del edificio. Además de que un maestro de la primaria fue asignado para venir a verlo periódicamente hasta que terminara <Al menos limpiar el chiquero de los cerdos que eran los Bajos sirvió para algo> había logrado desarrollar una técnica con su muñeca y aprender unos secretos para la limpieza.
Sin más preámbulo metió el trapo dentro del balde y después lo colocó en el haragán de piso para pasarlo por toda el aula <Que rara es la vida> se puso a pensar observando como el reflejo de su rostro se formaba en el piso mojado <Hace una semana no me imaginé regresar a este lugar, es tan aburrido, tan tranquilo…>.
A principios de la semana pasada fue que el novio de su madre había muerto en un conflicto entre pandillas, sin él ya no tenía a nadie que pudiera seguirle pagando el colegio así que decidió dejar de venir, de todas formas lo expulsarían a finales de este mes si no lo pagaba. Su madre había muerto a principios de año y su familia la odiaba, algo en lo que él se agregaba, no podría ir con ninguno de ellos. Y ahora que tampoco estaba el novio de su madre no tendría a nadie y tampoco un lugar a donde ir, solo tenía a la Banda de los Bajos.
En gran medida los demás miembros habían pasado por una situación parecida a la suya, las personas solas y sin nadie más se reunieron para formar su propia familia. Y decidieron obedecer a su Jefe porque era alguien demasiado fuerte que podría protegerlos, pero tenían que obedecerlo. Si hacías caso no te lastimaban, no te golpeaban, pero también ese grupo era un desastre y nunca limpiaban nada por lo que los nuevos tenían que encargarse de eso; y de otras cosas más como cocinar.
Solo le quedaba Bec, el Refulgente con quien se topó en una misión fuera de la ciudad y que lo ayudó a él y al novio de su madre a regresar. Aunque no sabía que después los Bajos lo capturarían. Ahora había vuelto a caer prisionero, solo que por suerte los hermanos gemelos de Julián lo trataban mucho mejor y lo mantenían en un lugar en buenas condiciones.
De hecho, algo muy parecido le ocurrió a él, ya era libre de la Banda de los Bajos pero terminó cayendo en la Banda de los Clones. A este punto su propia vida ya no le importaba mucho, pero quería asegurarse de que Bec pudiera permanecer libre y seguro antes de morir.
También tenía la sospecha de que Bec quería que él fuera feliz, solo que eso era algo muchísimo más difícil de cumplir <Al final los hermanos de Julián me pagaron la cuota del siguiente mes, quizás podría seguir viniendo> aunque cada vez sentía que encajaba menos en este lugar. Y le parecía demasiado exagerado pagarle la cuota de todo un mes solo para poder venir hoy y ayudar a “Julián” con lo que tenía planeado. Pensaba que quizás habría otra razón de fondo pero no había podido descifrarla todavía.
Un suspiro agotado se salió de su boca y siguió fregando el suelo, había un pedazo de chicle pegado que no podía quitar.
-----O-----
Los cortos mechones castaños de Basil se alborotaban con el viento a la par que este corría por las calles a toda velocidad, después de haber recorrido un largo camino empezó a quedarse sin aire. Se detuvo en la esquina de una cuadra para recuperar el aliento, no tenía una mala condición física pero en este caso se sobre exigió de más, y estar tan concentrado en eso hizo que no se diera cuenta que ya había llegado a su destino.
Frente a él se encontraba una linda plaza verde, estaba en una condición mucho mejor que la que está en frente del colegio al que asiste. Un barrido rápido de su vista por el lugar le reveló que alguien se encontraba parado al lado de un poste de luz, cerca del centro; era un joven de pelo rojo que cargaba una mochila.
Sin pensarlo dos veces, y aun faltándole algo de aire, se acercó. La persona que lo esperaba sintió sus pasos a la distancia y cuando se acercó lo suficiente le dijo. –[Enfado]: Llegas media hora tarde Basil.
–Bue –dijo agachado y tomando grandes bocanadas de aire–. Lo siento. –Su cuerpo seguía demasiado acelerado–. Mis compañeros son un asco, no terminaba más de limpiar.
–[Respuesta]: Me lo esperaba. A3 dijo que probablemente te demorarías un poco limpiando por tu castigo, así que fui tolerante –comentó el clon con una cara inexpresiva.
–Oh bueno, eres un santo. –Blanqueó los ojos este último.
El gemelo de su compañero pareció no entender el sarcasmo. –[Refutación]: En realidad no, pero gracias por el halago. –Acto seguido el joven pellirrojo puso la mochila de su espalda frente suyo para sacar unas cosas.
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Editado: 20.03.2024