Proyecto Doppelganger

Capítulo Extra: Piedra Semipreciosa Fracturada de Azul y Roja.

 

 

Domingo 26 de octubre.

 

CABA, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El lugar donde se encuentra la sede central de la Corporación Onyx en Argentina y la cabeza de toda la rama Latinoamericana de la empresa en general. A diferencia del resto del país el clima aquí era mucho más gris, las densas nubes de contaminación y radiactivas del cielo son más pesadas y dejan pasar menos luz. Debido a este motivo cuando es de noche se siente como si toda la ciudad estuviera bajo un manto negro e impenetrable.

     Las personas de allí suelen ser en su mayoría importantes o que cumplen trabajos menores para empresas u otros organismos importantes, estando tan concentrados en su trabajo no tienen tiempo de mirar al cielo y preocuparse por cosas tontas como no poder ver las estrellas. Tienen una rutina programada que cumplir.

     No obstante, esa rutina se rompió la noche de hoy. En un restaurante cinco estrellas el eco de los tacones de Evangelina se veía ahogado por las voces y sonidos del lugar, ella vestía un fino y elegante vestido negro que se pegaba a su piel y una cadena de plata y oro con diamantes. Esta noche era muy importante para ella ya que Jess partiría al día siguiente a las Islas Malvinas.

     Y hablando de esta última, ya se encontraba sentada en la mesa que reservaron cuando Eva llegó. También vestía de forma muy elegante y a la par que se sentaba en frente de ella no pudo evitar soltar una risa, esto llamó la atención de Jess. –¿Qué ocurre? ¿Acaso no me combina bien esto? Sabía que debería haber cambiado de joyería.

     –Ay no, no es eso. Solo no estoy acostumbrada a verte con otra cosa que no sea tu bata de laboratorio. Todo lo que elegiste te queda muy bien.

     –Gracias, tú también estas hermosa.

     Eva sacó su celular de un pequeño bolso de cuero que dejó a su lado y escaneó el código QR pegado en la mesa. –¿Ya pediste algo? –quiso saber a la par que abría el menú en su celular.  

     Ambas estaban sentadas en una mesa al lado de una ventana, el edificio donde estaban era tan grande que podían ver casi todo CABA, incluso los muros de protección que separaban a la ciudad del exterior. El paisaje era como haberle echado pintura negra al mundo, y luego pintar puntos y líneas de luz donde van los edificios, tenía su encanto para Jess–. De momento solo el vino, recomendación de la casa, te estaba esperando para pedir algo más.

     Cuando la trabajadora de Onyx Azul volvió a observar a su amiga se percató de que esta además del celular había sacado una tablet y veía algo en ella. –Eva, pensé que hoy no habría trabajo.

     Su amiga levantó la vista, aunque fue solo para verla fugazmente antes de obligarse a regresar los ojos a la pantalla. –Lo siento mucho Jess, pero esto es algo que no puede escaparse de mi atención. –Mantuvo silencio por los segundos siguientes, dentro suyo se debatió sobre si comentar aquel tema de máxima seguridad y privacidad con la científica. Al final aceptó–. ¿Recuerdas ese objeto avanzado, sofisticado y peligroso del que te hablé antes? Con el que vas a ir a trabajar en las Malvinas. Para intentar comprender su funcionamiento mejor se aplicó ingeniería inversa y se hicieron unas copias, tengo que supervisar que cada una llegue a su destino.  

     La científica entrecerró sus ojos. –Hmmmm, está bien. Pero no puedes ver esa tablet por más de tres minutos seguidos. Y como mínimo seis sin verla.

     –Pero…

     –Apapa.

     –Está bien.

-----O-----

Abandonando las instalaciones un camión blindado avanzaba con sigilo por las calles estrechas de la ciudad, sus luces apenas destellaban y estaba sumido en un entorno de sombras. En su interior destacaba la figura de un maletín en el centro, y seis siluetas inmóviles rodeándolo desde las penumbras. Los guardias custodiaban su cargamento con miradas agudas y rifles firmes entre sus manos.

     Desde las escotillas en la parte superior del vehículo aparecían destellos de la ciudad que iluminaba por momentos sus rostros, revelaban las armaduras negras y rojas que protegían sus cuerpos y un ambiente metálico y frio.

     Las ruedas del camión crujían sobre el pavimento, cada giro era un susurro conspirador en la oscuridad. El viento nocturno llevaba consigo el sonido de hojas secas y el murmullo de la ciudad que no dormía, mientras el convoy se deslizaba como una rápida sombra entre los edificios.

     El conductor, con las manos firmes en el volante, observaba y seguía la ruta que le indicaba el GPS instalado a su lado. Las luces rojas de un semáforo titilaron como faros de advertencia y obligándolo a frenar en la esquina, eso ponía nervioso al hombre, no podía perder ni un solo segundo y ya quería llegar al túnel que lo sacaría de la ciudad para estar más tranquilo.

     Fue entonces que al avanzar unas calles más se encontró con algo que no figuraba en el GPS, la calle delantera fue cortada sin previo aviso por un accidente de tránsito más adelante. El hombre golpeó su puño contra el volante para seguido tomar el comunicador e informarlo, al instante seguido de hacerlo recibió una video llamada y tuvo que apuntar la cámara al accidente y carteles que tenía enfrente para que le creyeran.

     Cuando la comunicación se cortó la ruta del GPS se actualizó con la desviación más rápida, retrocedió para doblar a la derecha en la calle anterior y siguió por ahí. El conductor no podía parar de mover los dedos de su mano como tic nervioso por este percance, aunque la paga era demasiado buena de todas formas esto lo estaba alterando demasiado porque sabía lo que se estaba jugando.

     Incluso pasó por su mente seguir de largo si el siguiente semáforo que se encontraba estaba en rojo, eso fue lo que iba a hacer aunque se vio obligado a frenar porque varios peatones estaban cruzando. Extrañamente en su mayoría eran todos ancianos y niños.




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