La parte inferior del Tren Bala de las Nubes generaba un campo magnético, este le permitía levitar a pocos centímetros de los rieles y cuando estos hacían circular una corriente eléctrica se generaba un efecto electromagnético en el cual el vehículo podía deslizarse sin fricción. Esto le permitía llegar a alcanzar unas velocidades de hasta 250 km/h.
Sin llegar a su máxima velocidad el tren viajaba desde la capital de la provincia de Salta hasta Santiago del Estero. A pesar de que viajaba sobre la superficie la verdad es que no podía verse ni por casualidad el exterior, el tren era en su totalidad un tubo metálico blanco y hermético; tampoco tendría caso que tuviera ventanas ya que alrededor de las vías se encontraban tubos de hormigón gigantes que daban la impresión de envolver al tren.
La razón de esto era simple, las ciudades estaban protegidas por enormes murallas y no hay razón para que los tranquilos y comunes ciudadanos observen el exterior solo para encontrarse con una tierra muerta y contaminada. En su lugar, donde deberían ir las ventanas se colocaban pantallas que podían personalizarse para mostrar el paisaje que el viajero deseara.
Noah se había sentado al lado de la ventana y por lo tanto tenía la potestad de elegir lo que se vería por esta, el alumno se había acomodado como en posición fetal en el asiento, dándole la espalda al compañero a su lado y concentrado en el videojuego de su consola portátil con los auriculares colocados y viendo cada tanto el paisaje exterior.
A3 había estado charlando con sus dos amigas que se sentaron detrás, pero Julián no era capaz de mantener una conversación por todo el viaje. Con el tiempo Iris se colocó unos auriculares para escuchar un audiolibro y Micaela observaba imágenes de arte en Pinterest, A3 no tuvo más opción que regresar a su asiento.
El clon observó para donde estaba su compañero y este seguía absolutamente aislado del mundo, en su pequeña burbuja. Levantó la mirada hasta la pantalla que hacía de ventana y presenció el falso paisaje exterior, la morosidad de la lluvia pintaba de gris el vasto lienzo del cielo. La “ventana” estaba empañada por las gotas danzarinas que se perdían en el silencio de Noah.
Con la idea de buscar algo que cambiara su situación la unidad del Proyecto Doppelganger acercó la maleta debajo de su asiento para buscar algo en ella, tendría que haber llevado algo para poder romper el hielo entre su mejor amigo y él. A la par el ritmo constante de las gotas chocando contra la superficie transparente lo distraían, pero no podía negar que ayudaban a relajarle. A Julián le gustaban mucho esos ambientes: un día gris, frio, lluvia y estar comodo en casa bebiendo algo caliente. Ahora todos sus días eran grises, pero de un perpetuo tono radiactivo, la lluvia es más constante también pero trayendo consigo un peligro mortal.
Aquel paisaje más allá de la “ventana” se deslizaba velozmente ante sus ojos, se convertía en un collage de imágenes efímeras: campos mojados en un principio, le daban paso a ciudades borrosas y árboles que se inclinaban bajo el peso de la lluvia ni muy fuerte ni muy fina. A3, sin embargo, se dejaba perder en sus propios pensamientos, con los ojos oscuros y marrones fijos en el horizonte difuminado, intentando buscar alguna respuesta o solución.
Fue entonces que la burbuja de Noah se rompió por un momento, con ella también lo hizo la concentración de A3 a la pantalla. El chico gris solo parecía estarse acomodando un poco, de seguro por tener el cuerpo o las extremidades entumecidas, ni si quiera iba a voltearse a ver a su supuesto mejor amigo. Pero un movimiento de más hizo que se le cayera uno de los auriculares del oído y entonces A3 lo aprovechó. –¿Sabes? –fingió una suave risa–. No creo que ese paisaje exterior que se muestra sea en realidad el que recorre el tren. –Noah no se volteó a mirarlo ni nada, tomó el audífono pero antes de colocárselo esperó a que A3 terminara de hablar–. A lo mejor es un video pregrabado de algún viaje en carretera antiguo, por el estilo de las casas diría que de Europa.
Cuando Noah pensó que su supuesto mejor amigo ya había terminado se volvió a colocar el audífono en el oído para seguir escuchando música, no obstante, a milímetros antes de hacerlo A3 le agarró del brazo. –Por favor Noah, deja que te explique lo que sucedió. Por favor.
En respuesta Noah quiso hacer más fuerza en su brazo para liberarse pero no tuvo resultados, a pesar de tratarse de un Modelo Académico igual era mucho más fuerte que un humano promedio aunque no lo pareciera. Entonces el joven de cabello gris reaccionó acomodándose en el asiento y dándose media vuelta para mirarlo. –Ya deja de molestarme –dijo molesto y con el ceño fruncido.
–No –exclamó A3 sin dudarlo y eso sorprendió a Noah, él esperaba que cediera más fácil–. Ya sé que estuvo re mal todo lo que hice, que tendría que…
–No me interesa, no me interesa. No me hables.
Esas declaraciones eran más fuertes de lo que Noah imaginaba y provocaron que el agarre de A3 titubeara, su labio inferior también tembló. –¿Y por cuanto tiempo no quieres que te hable? –A3 parecía estar dispuesto a soportar esa ley del hielo por un tiempo determinado si eso le permitía explicarle todo después.
–No sé, pero sería mucho tiempo. Así que ya déjame de molestar ¿sí? –Escuchar ese final le dolió bastante a A3 y lo hizo dudar lo suficiente como para romper su agarre al brazo de Noah.
Este último volvió a acomodarse a como estaba anteriormente solo que antes de poder volver a inflar su burbuja escuchó unas últimas palabras de A3 con una voz quebradiza. –Ay Noah, por favor. Si alguna vez en serio consideraste que éramos mejores amigos de verdad entonces por favor escúchame.
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Editado: 20.03.2024