(Hay contenido sexual explicito, se recomienta discrecion)
El Tren Bala de las Nubes se dirigía desde La Plata hasta Rosario por un túnel subterráneo, a diferencia al viaje de ida ahora todo el vagón estaba a oscuras. Unas muy pequeñas luces blancas se encendían en la parte superior de las paredes pero no iluminaban casi nada, ya que Basil estaba sentado solo había elegido el lado de la ventana; esta mostraba el paisaje de un pueblo vikingo cubierto de niebla y los parlantes sacaban el sonido del crepitar de unas antorchas.
Era casi las dos de la mañana cuando el joven se fijó en la hora por última vez, y aun así su insomnio no le dejaba dormir todavía. Desde que formó parte de la Banda de los Bajos que desarrolló esa capacidad de tener el sueño muy ligero, y cuando se encontraba en lugares desconocidos o nuevos simplemente no podía conciliarlo. Sentía como si apenas cerrara los ojos un acechante peligro saldría a acabar con él, y aunque sabía que eso no pasaría no podía llegar a convencer a su cuerpo todavía.
Otra vez iba en el vagón con los estudiantes de cuarto año, el asiento a su lado estaba vacío así que dejó su mochila allí. Después de estar intentando dormirse por unos momentos sin lograrlo fue que se rindió y levantó la cabeza, todas las demás personas presentes en el vagón parecían dormir cómodas y sin preocupaciones. Algunas reclinaban sus asientos y se tapaban con mantas, otras se dormían sentadas; incluso los profesores parecían estar más allá del quinto sueño.
–Qué envidia –susurró luego de apreciar el paisaje nocturno del vagón. El silencio y la quietud era tal que no solo podía oír su respiración, sino que llegaba a sentir la corriente eléctrica que circulaba debajo del tren, la que permitía generar el campo electromagnético para que el tren flotara sobre las vías y viajara más rápido al ignorar la fricción.
Basil volvió a acomodarse en su asiento. –Quizás sea la posición. –Se acomodó de forma distinta a la de hace rato pensando que así conseguiría dormirse <Lastima que no traje una manta, me parece que eso podría haber ayudado>. Al final se obligó a cerrar sus ojos e intentó poner la mente en blanco para caer dormido.
Él prefería no contar el tiempo pero claro que eso no le ayudaría a dormir, por eso no sabía cuánto tiempo pasó hasta que escuchó algo. Era un sonido diferente a los ronquidos y la electricidad de fondo, buscando subconscientemente cualquier excusa para despertarse y con su corazón bombeando adrenalina por la idea de que se trataría de aquel peligro acechante fue que Basil se levantó de golpe.
Su pecho se inflaba y desinflaba acelerado y listo para la acción cuando observó la figura de una persona de pie y caminando por el vagón, pero unos segundos después se tranquilizó. Por el cuerpo musculoso y cabello rojo corto supo que era C13, y su cabeza quedó confundida al notar su presencia. –¿Qué estás haciendo aquí? –Le recriminó en susurros.
El gemelo nacido in vitro bajó la cabeza como un niño atrapado con las manos en la masa, pero eso no evitó que se acercara a él. –Imaginé que no podrías dormir asi que vine para comprobarlo. Y como en efecto veo que eso ocurrió me preguntaba si te gustaría ver una película conmigo.
Eso desorientó todavía más al joven. –¿Cómo? ¿Aquí?
–No, en el vagón de primera clase en la cola del tren.
Aunque era una propuesta interesante de todas formas Basil se volteó para analizar la situación del vagón. –No creo que los profesores se despierten en un buen par de horas, está bien. –La sonrisa de C13 al escuchar esa respuesta fue enorme, por un segundo hizo el amague de querer acercarse y abrazarlo pero se detuvo antes de hacerlo.
Intentando hacer el menor ruido posible los dos cruzaron todos los vagones hasta llegar al de primera clase: era más grande que todos los demás, más espacioso, con productos de mejor calidad y más comodidades. Una vez dentro el estudiante pandillero pudo notar como de cada asiento salía una luz que llenaba el techo oscuro con estrellas, lunas y planetas. Aunque nunca tuvo unas él pensó en que era parecido a una lámpara para bebes.
Caminando por el vagón veía como los demás hermanos gemelos estaban todos dormidos. I2 tenía unos antifaces para dormir y una bincha con suaves almohadillas tapando sus orejas. Por otro lado estaba los demás musculosos: C10, C11 juntos; C14 durmiendo solo, y Bec durmiendo junto a C4. Eso último le provocó una pequeña sonrisa a Basil sin que este se diera cuenta.
Este último siguió a C13 hasta su lugar, una fila de dos asientos únicos para él, o eso era hasta hace un momento. –Tengo chocolate caliente ¿quieres? –quiso saber señalándole un termo en el apoyabrazos. Basil asintió con la cabeza mientras se acomodaba en el asiento, cuando su piel rozó la tela sintió una caricia como jamás antes lo hizo, algo que provocó que los pelos de sus brazos se erizaran.
Una vez sentado y acomodado, sintiendo que lo abrazaban las nubes, C13 levantó el apoyabrazos que separaba ambos asientos y le pasó una larga y acolchada sabana para que se tapara. Por último, le entregó su taza con chocolate caliente y sacó una tablet. –¿Qué película te gustaría ver?
–N no lo sé la verdad, no había pensado en eso. Imaginé que tú ya tendrías una en mente.
C13 lo miraba con una sonrisa, sentía que ya tenía todo lo que quería para ser feliz. –Bueno, veamos que hay en el catálogo.
Al final se pusieron a ver la tercera entrega de una película de gatos azules cuyo planeta es invadido por humanos que querían escapar de su planeta contaminado. La trama era exactamente la misma que en las dos entregas anteriores, solo que iban cambiando el elemento de cada tribu a la que llegaba el protagonista.
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Editado: 20.03.2024