Proyecto Ethan

Capítulo Treinta y Dos

“Una flor que no se compara a la hermosura de mi Addison”

 

 

 

 

 

    

 

 

Addison

 

 

Ay, mi cabeza, me duele.

 

 

—Pero mamá…—Ella negó—por favor.

 

 

 

—No te irás.

 

 

 

Bufé, ha actuado así desde la cena con Ethan.

 

 

—Con placer y honor, le digo que soy el novio de su hija Addison, señora.

 

 

 

Ella de la nada se alzó de su asiento y golpeó la mesa.

 

 

 

—¡¿Cómo?! No, no, no.

 

 

 

 

¿Mamá?

 

 

 

—Ella, —suspiró—aun quiero que sea mi bebé.

 

 

Sonreí y entre ambas se cristalizó nuestra mirada iba a ir hasta ella pero Ethan se adelantó a abrazarla.

 

 

—Le juro que no dejaré que nada malo le acurra, Sra. White.

 

 

 

Ella no confía, siempre ha dejado claro que el amor es algo que solo obtienes en la familia que construyes, afuera de ella, nadie está dispuesto a sacrificar todo por ti.

 

 

—Tus palabras son honestas, espero que tus acciones también lo sean, hijo.

 

 

¿Eh? No creo que deba exagerar diciendo eso.

 

 

 

Reí al ver cómo estrujaba las mejillas de Ethan, iba a acercarme pero la mirada de mi madre mi detuvo.

 

 

 

—Le rompes el corazón a mi hijo, rostro de ángel, no saldrás de la casa hasta que yo fallezca, Addison.

 

 

 

¿Qué? Yo soy su hija.

 

 

 

Fulminé a Ethan con la mirada pero él solo sonrió para mi madre.

 

 

Ahora eme aquí, intentando salir de casa a la escuela ya que entregaré mi obsequio a Blake, mamá me retiene ya que espera ver a su: “hijo”. Estoy feliz de que lo quiera pero yo soy su hija esa clase de atención y amor es mío. Cómo sea, sólo espero que termine de llegar Ethan para ir a la escuela, tengo los últimos trabajos que exponer, en unos días será el baile, estoy ansiosa. 

 

 

 

Vi la llegada del deportivo auto de Ethan, lo cuál hizo que me levantara, mamá fue tras de mi.

 

 

 

—Oh, hola Sra. Teresa. —Ethan sabía bien que su rostro y intensa mirada lo hacia lucir bien ante cualquiera, estaba haciendo un gran trabajo pero yo también necesito a mi mamá.

 

 

 

—Puedes llamarme mamá, hijo.

 

 

 

Él sonrío.

 

 

 

—De acuerdo, oh, si,—Se acordó de mi porque me busco con su mirada—Chica libros.

 

 

 

Sólo me subí al auto por mi cuenta, dejé que tuvieran su momento madre e hijo, no me gusta compartir a mi mamá, podré sonar infantil y egoísta, no me interesa, la madre es sagrada. 

 

 

 

Por la ventana pude ver el honesto gusto que sentía Ethan al estar con ella, mamá es alguien cálida que si alguien llega a ser apreciado por ella, da todo su cariño, es alguien perspicaz y muy inteligente. Puede que vea algo que yo no he visto aún en Ethan, no lo sé, pero sólo espero que todo siga así de bien en el futuro.

 

 

 

No fue después de un rato que se despidieron con un abrazo. Él subió del lado del piloto y arrancó.

 

 

 

—Tú madre es increíble, me mareé un poco por todo los planes que tiene en mente, tienes mucha suerte, Chica Libros.

 

 

 

Ése brillo que vi en él fue nuevo y muy desconocido, sonaba emocionado y feliz. Suspiré. Tal vez no esté tan mal, puede que logre acostumbrarme a compartir un poco a mamá.

 

 

 

—¿Y cuándo…  conoceré a tú madre? —el auto se detuvo abruptamente en la luz roja, todo mi cabello estaba en mi cara. —¡Santo, Dios! Ethan, ¿Por qué…? 

 

 

 

 

 

Sus dos manos sobre el volante, lo estrujaba con fuerza, haciendo la suficiente presión como para dar a remarcar sus venas. Si cabello aún cubría parte de su rostro y una expresión de tristeza invadió su cara.

 

 

 

—No lo harás.

 

 

¿Eh?

 

 

—Pero tú y yo…

 

 

 

—No es el momento.

 

 

 

Asentí.

 

 

 

—¿Y cuándo lo será? —Mi pregunta no tuvo respuesta y eso fue lo que más me hirió.

 

 

 

No dijimos nada sólo llegamos a la escuela, chicas lo invadieron para pedir fotos y autógrafos. Él ni siquiera me miró. Salí del estacionamiento y me fui en dirección a mi casillero, algunos libros me pesaban y quería descansar de ellos hasta que me tocara esa clase. Tenía que tener mi mente al cien en los trabajos de hoy, ningún chico debe ser más importante que mi futuro. 

 

 

 

Aplaudí, animándome. ¡Puedo hacerlo!

 

 

 

Pasé las clases de matemáticas, historia, biología, ciencias, exponiendo, presentando talleres y exámenes, eran las últimas evaluaciones.

 

 

 

 

Al momento del almuerzo quise ir a la biblioteca, hay un rincón donde nadie va para así disfrutar de mi almuerzo. Me senté en el piso apoyando mi espalda en la pared, crucé mis piernas y dejé escapar un suspiro. Necesitaba esto, un segundo en paz, dónde pueda tranquilizar mis pensamientos. Tenía muchos momentos de esto antes de comenzar el primer semestre, ahora tengo a alguien que me gusta y no sé que hacer cuando no me quiere decir las cosas, me siento insegura y triste. Creí que con solo confesarnos y dar a conocer los sentimientos de cada uno sería suficiente pero, no es tan sencillo, la vida real no es así. Hay muchas cosas que no hemos hablando y debemos discutir, no me gusta el engaño ni los secretos, si, conozco una parte de su historia pero, ¿Es acaso eso suficiente? Si hay mucho más quiero enterarme, él es parte de mi vida ahora y me importa, no quiero que me confine solo a una falsedad.




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