Capítulo V — Una confesión impactante

—Reitero, quémalo y no mires atrás. —Insiste decidido.

—No lo haré... Y nada de lo que digas me hará cambiar de opinión. —Me cruzo de brazos y frunzo el ceño. —Además, nisiquiera me has dejado terminar de hablar.

—Es que no necesito escuchar más, una historia tan ridícula o es mentira o es verdad, y nadie bromearía con algo así. —Sus expresiones algo exageradas me intimidan un poco, pero no retrocedo. —Dijiste que su nombre es Amelia Anastasia White, ¿no? —Asiento. —En este pais es poco común tener dos nombre, a comparación de otros. Tiene un apellido bastante usual en Estados Unidos, para llegar allí hay que cruzar el mar, por si no sabías de geografía. 

Lo observo confundido y desconcertado. —¿Y eso que tiene que ver?

—Los nombres de las personas explican más de lo que crees, alguien tan idiota como tú no lo entendería. —Creo que es muy temprano para que me ofenda, pero para Narz siempre es un buen momento. —¿Cómo son sus padres?

—Conozco a su padre, es una persona tranquila, pero no entiendo por qué me estás preguntando tanto. —Ya hablé más de la cuenta.

—Tu querida Julietta parece una persona interesante, me encantaría conocerla. —No puedo evitar enojarme.

—Se llama Amelia. —Corrijo, rueda los ojos y toma asiento frente a la computadora.

—Sí, si, como sea. —Ignora mis palabras. —En fin, te abandonó y ahora quieres encontrarla por puro capricho... No puedo creer algo así. —Suspira. —¿No vas a prepararme algo de desayunar? Con el estómago vacío no pienso adecuadamente.

—¿Y ese interés repentino a qué se debe? —Me enoja escuchar cómo habla al respecto y si quiere desayunar que él prepare algo.

—¿Por qué más será? Voy a encontrarla. —Afirma decidido. —Dijiste no ho hubo funeral, significa que sobrevivió milagrosamente a esa caída, con serias secuelas, creo que podría estar muerta, pensandolo bien. 

—Sólo cállate... No pedí tu ayuda... Ya superé lo que pasó ese día, solo deténte con lo que sea que estás haciendo. —No quiero ilusinarme pensando en que pueda verla y no sea así, todos estos años me he estado repitiendo que está muerta, y aunque duela, es preferible para mí.

—Oh, amigo... No llores, ¿si? —No estoy llorando, solo se me quebró un poco la voz. —Es obvio que no puedes superar algo así. No quise parecer insensible, lo único que intento decirte es que deberías resolver todo esto de una vez por todas. —Si fuera algo tan sencillo ya lo habría hecho, ¿no cree? Lo fulmino con la mirada. —De todas formas no obtendrás información de esta memoria por lo pronto. —La sacude como si de un llavero inútil se tratara.

Suspiro resignado. —Entonces, ¿qué propones? —Vocalizo más calmado.

—Aquí hay muchos nombres y números de teléfono, llamaremos a todos y cada uno de ellos, el más mínimo indicio es suficiente. —Eso es lo que planeaba hacer y él no es necesario. —Será mejor no decirle nada a Kyle, el no es bueno guardando secretos.

Asiento dándole la razón. —Oye... —Me percato de sus intenciones. —Esto tampoco te concierne a tí. Será mejor que te hagas a un lado y lo olvides.

—Sí... Creo que eso no se podrá, es demasiado interesante como para ignorarlo. —Suspiro intentando mantener la calma. —No te estreces... Además, tú solo no llegarás muy lejos. —Ríe maliciosamente encaminándose a la cocina.

Ingenuamente creí que haría algo para, por lo menos desayunar él, pero no, se sentó en el comedor suplicando por comida hasta que empecé a cocinar, definitivamente ser rico atrofia los sentidos. Guardó silencio hasta que le serví, pero eso cesó en cuanto se llevó el primer bocado a la boca. Siempre me ha parecido interesante ver cómo se comporta en la mesa, es como se convirtiera en otra persona, alguien más calmado y respetuoso.

—¿Esa chica y tú eran novios? —Escupo lo que estaba masticando ante su pregunta fuera de lugar. —¿No? —Se lleva la mano a la barbilla y analiza la situación con la vista al techo, para luego de unos segundos voltea a verme directamente a los ojos. —¿Amigos con beneficios? —Niego rápidamente. —No es necesario que te pongas rojo. —Ríe. —¿Qué fueron esas reacciones tan graciosas?

Aclaro mi garganta. —Será mejor que te calles. —Lo amenazo con la mayor de las seriedades.

—Lo siento... Verte así de enamorado es algo nuevo. —Sonríe con malicia.

—Te equivocas, no es así... —Digo antes de que más estupideces salgan de su boca. —Realmente no se trata de eso... —Afirmo ante su indiferencia. —Igualmente no entenderías.

—Creo que el que no entiende es otro. —Murmura vagamente.

...

—¡Ya estoy arta que vengas a mi cada vez que te rechacen! —Una voz enojada, proveniente del baño de las chicas, retumba en mis oidos. —¿Te parece justo que aunque sabes de mis sentimientos, sigues despreciándolos? No soy tu juguete... —Creo que está mal escuchar a escondidas, pero para empezar sería imposible no hacerlo.

—Yo soy norm... Digo, solo busco que una amiga me escuche. —Esas voces se me hacen conocidas, pero no recuerdo exactamente de dónde.

—Pues las amigas no se besan, como tú acabas de hacerlo. Admítelo, te reconforta darme falsas esperanzas. —Un silencio prolongado apaciguó el ambiente. —Ya no quiero que seamos amigas... —Continuó. —No puedo ser amiga de alguien que me hace ver como la mala.

—Ahora te las das de digna, tú me hiciste así, asume la responsabilidad. —Efectivamente, esa es la voz de Catleya.

La otra debe ser Dania. No sabía que tenían ese tipo de relación, es un poco sorprendente a decir verdad. Pensaba que era algo que Catleya no tenía ni idea, ya que siempre dice: Nos damos cuenta de los sentimientos dirigidos hacia otros rápidamente, hacia nosotros mismos nos cuesta. Será mejor que me vaya, podrían molestarse si saben que escuché todo.

Un sollozo me detiene, ¿cuál de las dos está llorando? —Siempre dices "asume la responsabilidad", ¿por qué tengo que hacerme responsable sobre lo que nunca tuve control? —Dania cada vez está más exaltada. —No te obligué a nada, si no hubieras querido, desde un principio hubieras trazado una linea.