Proyecto hormonas

➳Inicio de clases

Alaska depositó un casto beso en la mejilla de su madre antes de bajarse del carro, cerrar la puerta detrás de ella y empezar a caminar hacia el interior de la escuela, se ajustó la mochila en sus hombros y se acomodó los lentes un poco nerviosa, pues hoy se iniciaban las clases luego de aproximadamente de tres meses de vacaciones. Las clases retomaban su curso, pero para Alaska esta vez era diferente, pues era su último año de Secundaria.

Metida en sus pensamientos, no se percató de su alrededor; los estudiantes de nuevo ingreso, todas las personas se abrazaban y compartían sus vacaciones prácticamente gritando ya que con todo el ruido muy apenas se podía escuchar con esfuerzo.

Sintió que tocaban su hombro desde atrás de ella, intentando llamar su atención, la chica de cabello castaño oscuro regresó a la realidad de un golpe. Se giró sobre su eje quedando enfrente de una chica rubia un poco más bajita que ella, le sonrió amablemente para que la rubia le tuviera confianza en preguntarle lo que ella necesitaba.

—Hola, soy..., nueva y no conozco mucho por aquí —suspiró incómoda—¿Podrías ayudarme a encontrar mi salón? –terminó balbuceando.

—Hey, si puedo ayudarte, ¿A qué aula vas? —contestó con alegría.

35C —respondió tímida, mirando al suelo.

—¡Oh, vamos que no muerdo! Mírame —pidió con amabilidad, la chica rubia sonrió de lado y alzó la cabeza— Y claro que puedo llevarte allá, de hecho para allá me dirijo, porque allá esta mi casillero, y, ¿Cómo te llamas? –preguntó Alaska— Yo soy Alaska, pero puedes llamarme Ally.

—Yo soy Valerie, ¿De qué curso eres? —cuestionó un poco más relajada.

—Soy de último, ya estoy vieja –las dos soltaron una carcajada mientras ambas empezaron a caminar a la par de la otra— ¿Por qué decidiste meterte aquí? —Alaska intentó buscar un tema de conversación.

—Pues porque queda a cinco cuadras de mi casa —se encogió de hombros —¿Y cómo es la secundaria?

—En mi opinión, es muy tranquila. Eso sí, tienes que ponerte las pilas para mantenerte y no reprobar curso.

—¿Entonces la secundaria no es como la pintan en los libros y películas?

—¿A qué te refieres con eso, Val?, ¿Puedo decirte Val? —sonrió de lado manteniendo su mirada al frente.

—Sí, si puedes llamarme de esa manera. Ya sabes ¿Hay esa gente popular, y los nerds y todo eso? Ya sabes, lo típico; el chico popular sale con la capitana de las porristas pero le es infiel con la primera que se abre de piernas; luego tenemos a los nerds que son unos cerebritos, usan lentes y ropa fea, generalmente son unos antisociales y sufren de maltrato escolar; después tenemos al chico malo que todas las chicas aman porque es, de alguna manera prohibido...

Alaska interrumpió, intentando guardarse una carcajada —¿De dónde has sacado tanto la imaginación? Esto es la vida real, obvio no pasa nada de lo que dices, o eso creo. Mario es el chico "popular" como tú lo mencionaste, pero es un chico muy increíble y no tiene novia por el momento, no molesta a los demás, de hecho es simpático y amable. Los nerds pues... Son geniales, también. No usan esa clase de ropa que tu has mencionado. Digo, sí hay personas que usan esa clase de ropa, pero no los catalogarías como nerds —explicó Alaska mientras se detenía enfrente de una puerta de color blanca— Este es el salón 35C, aquí te dejo. Yo todavía tengo que ir a mi casillero para guardar unas cosas.

—¿Cómo te asignaron el casillero? —preguntó la chica rubia.

—Pues en tu horario viene abajo el número de tu casillero con la contraseña, tú solo tienes que encargarte de buscarlo y encontrarlo.

—Gracias —Valerie sonrió otra vez— ¿Nos vemos luego?

—Claro que sí, solo búscame.

Alaska buscó entre los casilleros de esa sección, y le era casi imposible ubicar los números gracias a las personas que estaban recargadas en ellos, la morena preguntó tanto que si se podían retirar del casillero hasta que finalmente lo encontró. Buscó su horario en el bolsillo del pantalón trasero y revisó la clave, una vez que se la aprendió de memoria pudo abrir el candado del casillero y guardó algunas cosas para inaugurarlo.

La chica agradeció mentalmente a su madre por traerla a la escuela cuarenta y cinco minutos antes de que las clases empezaran, una vez que terminó, cerró el casillero pero escuchó un grito de una de sus amigas que estaba muy cerca de ella.

—¡Alaska! –exclamó Paula también cerrando su casillero. Dio unos pasos hasta estar muy cerca de su amiga y la abrazó con fuerza—. Te extrañé, ¿Qué cuentas?, ¿Viste?, ¡Nuestros casilleros están casi juntos! Nunca en la vida nos había tocado.

—¿Es en serio?, ¿Tenemos nuestros casilleros casi juntos?, ¡Ya era hora que nos tocara por una vez en nuestra vida! El primer año a ti y a Day les tocó juntas. Luego a ti, Day y Matt, y yo estaba como al otro lado del mundo, ¿Cómo crees que les fue a los otros?

—Pues, no sé. Pero espero que les haya tocado juntos porque son tan hermosos como novios —suspiró como enamorada mientras soltaba a su amiga castaña—. Yo quisiera tener mi novio que me ame y obviamente yo amarlo.

—¡Mujer, apenas estamos terminando la Secundaria! Todavía tienes mucho tiempo.

—¿Qué?, ¿Quieres que tenga novio cuando tenga muchas arrugas y cabello blanco? —exageró con una sonrisa burlona mientras se acomodaba su cabello blanco.

Alaska la interrumpió con una estruendosa carcajada. —¿Es en serio, mujer?, ¡Tu tienes el cabello blanco!

Paula frunció su ceño—. Sí, pero no es natural, y en cambio las canas si, ¡Y representan vejez! —contraatacó pensativa y agregó: —A mi todavía me falta vivir muchas cosas, y experimentar el amor esta dentro de ello, pero ese no es el punto, ¿Estuviste trabajando en la Fonda de Doña María en tus vacaciones? —intentó cambiar de tema, hoy Paula se encontraba con mucha alegría por lo que no le sorprendió a Alaska, ya que luego de tres meses sin casi hacer nada tiene muchas energías guardadas.




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