Troy se removió entre las sabanas blancas, abrió sus ojos, estiró su mano hasta la mesita de noche donde perezosamente tomó su celular y se frotó los ojos antes de encender la pantalla. La luz le incomodó y parpadeó unas veces para adaptarse, verificó que su cita con Barbara siguiera en pie el día de hoy para ir a comer después de la Universidad.
Dejó el celular a lado de la cama, se sentó, moviéndose de un lado al otro y tronando sus huesos. Cuando Troy decidió levantarse de la cama, su celular se enciende y suena, señalando una llamada de un número desconocido y sin esperar más, atendió el llamado.
—Buenos días —empezó a hablar el otro lado de la línea — ¿Se encuentra el joven Troy Jones?
—Él habla.
—Perfecto, queremos decirle que a usted lo solicitan en el despacho del Director de la Secundaria en cuanto antes sea posible, de preferencia dentro de veinte minutos.
—¿Y sabe para qué me necesita? —cuestiona totalmente confundido ya que según él, no se ha metido en problemas.
—No, lo lamento joven —la chica finalizó la llamada.
Pinche vieja culera, si ha de saber. Nada más quieren que vaya a dar la vuelta y gastar mi gasolina, ¿Y si ignoro la llamada? Ay, no puedo, luego me va peor.
Troy después de haber analizado su situación, se levanta de la cama y se pone desodorante y un poco de perfume, se viste solo con jeans y una camisa polo de color oscura. Para comer algo rápido toma un plátano ya de un color poco café de su mesa, lo come con velocidad y sin masticar, al terminar se limpió la orilla de sus labios. Fue hasta el baño donde se cepillo los dientes y mojó un poco su cara.
Al salir de su departamento, que fue un regalo de sus padres antes de divorciarse por motivos económicos, se aseguró que estuviera bien cerrada y bajó por las escaleras de servicio hasta llegar al pequeño estacionamiento del edificio donde guardaba su motocicleta. Encendió el motor para que se calentara, cuando estuvo lista, arrancó esta para dirigirse a la escuela. Como era de costumbre, dejó su casco colgando, importándole muy poco su propia seguridad pero él era un experto usando la motocicleta.
Al llegar a la escuela Troy observa a todos lados, donde poder estacionarse, y maldijo en voz alta cuando se percató que hoy viernes, su horario escolar estaba completamente libre. Caminó por los pasillos, intentando guardar la postura y sonrió a la secretaria.
—Soy Troy Jones.
La secretaria dejó de teclear algo en la computadora y posó sus ojos en el chico.
—Perfecto, ya puede pasar que lo están esperando —contesta con una voz completamente seria.
Troy asistió y entró a la oficina del director donde se encontraba la maestra de matemáticas y el Director hablando sobre él, precisamente. Cuando el chico cierra la puerta detrás suyo, los dos adultos dejan su platica y se giran para mirarlo.
—Buenas tardes —murmuró Troy con una sonrisa fingida—. No sé porque me mandaron a llamar.
El chico se sentó en una de las sillas que se encontraban al frente del escritorio.
—Tú has faltado el día de hoy a mis clases, y eso esta muy mal —acusó la maestra de matemáticas con su ceño bien fruncido—. Tu no te encuentras en posición de estar faltando a mi clase.
—Pero en el horario que ustedes me entregaron, no hay clase calculo hoy —se defendió, con la voz disgustada.
—Pero se han hecho unas modificaciones en el, y tienes clases de matemáticas hoy —habla el director—. Eso si se puede arreglar porque es tu primera falta, pero es tu responsabilidad estar al pendiente de tu horario.
—Pero si ese ya no fue un error mío, sino de ustedes.
—Esta bien, el siguiente viernes vienes a clases, y hoy preguntas a tus compañeros que se vio en la clase de hoy para que la maestra no te ponga falta.
—Sí, pero ese no es el punto que te llamamos —interrumpió la maestra—. La escuela esta implantado un nuevo sistema de desarrollo para los alumnos que se encuentran recursando en este momento, como es tu caso. Te ves obligado a tomar tutorías con un maestro o con un alumno recomendado por mi.
—¿Cómo? —el chico incrédulo preguntó.
—Para tu poder tener créditos extra y asegurarnos que no vas a volver a reprobar el año escolar porque si lo vuelves hacer, la institución te da de baja automáticamente y los años que estudiaste serán como si no los hubieras hecho y te quedas sin secundaria —explicó el Director—. Y aquí se encuentra la maestra donde tiene una lista de los posibles estudiantes donde te pueden brindar su apoyo, claramente se necesitará que tu tutor haga una carta donde se comprometa a darte clases y que sean constantes.
La maestra de una edad ya algo avanzada y con un par de verrugas en su cara con algo de bello extiende el brazo ya que tenía un papel en la mano que le brindó al chico quien empezó a leer los nombres de todos los posibles candidatos, pero ninguno le convencía hasta que leyó el nombre de Alaska casi al final y recordó que lo necesitaba para un proyecto que no recordaba. Sintió un poco de alivio, así que medio sonrió.
—Veo que alguien te gusta —mencionó el director mientras movía sus labios de un lado al otro, ya que su bigote le incomodaba un poco —. Dime quien es.
—Alaska Turner —respondió el muchacho pelinegro.
—Necesitas hablar con ella para yo poder tomarlo en serio, porque esto es una responsabilidad más que ella tendrá —complementa la maestra seria.
¡Ay, vieja pendeja!, ¡Todo me pasa a mi!
—Claro que yo hablaré con ella, entonces...
—El lunes llegaremos a un acuerdo entre los cuatro —termina el director —. Que pases buenas tardes Troy, ya puedes irte, y el lunes es necesario que te presentes con la Señorita Turner para llegar a un acuerdo, ¿De acuerdo?
Troy asistió, se levantó de la silla y se dirigió a la puerta para salir de la oficina. Se dirigió de nuevo al estacionamiento sin intercambiar alguna palabra con alguno de sus amigos, montó la motocicleta y esperó un poco para que el motor se calentara. Mientras estaba esperando, le envió un mensaje a Barbara avisándole que él ya se dirigía a la Universidad para esperarla.