Proyecto hormonas

➳Noche loca

Lunes en la mañana, Troy y Alaska caminan en dirección a la oficina del director, la chica le sonrió a la secretaria mostrando su dentadura blanca.

—Hola Mary.

—Hola Ally —respondió con alegría y dejando de teclear algo en su computadora, pero se acabó en un instante cuando se percató de la presencia de Troy.

Alaska al notarlo, habló rápidamente—. El director nos esta esperando.

—Lo sé, pueden pasar —dijo mientras regresaba su mirada a la pantalla y empezó a teclear nuevamente.

Con un leve movimiento de cabeza, Alaska le indicó a Troy que avanzarán. Ally llamó a la puerta un par de veces, y la abrió para después entrar a la oficina, Troy cerró la puerta detrás suyo y avanzaron hasta sentarse en las sillas de cuero negras, justo en frente del director que se encontraba sentado, y a su lado estaba la maestra de matemáticas de pie.

—Buenos días —saluda Ally a la vez que se acomoda en la silla.

—Buenos días Señorita Turner, y Joven Jones —contestó el director —. Por supuesto que sabes el por qué estas aquí, ¿No, Alaska? —la chica asistió—. Ustedes nos van a proponer su plan de estudios y la maestra decidirá si es el indicado, ¿De acuerdo?

—Perfecto director —empezó la chica, mirando a ambos señores—. Nosotros tenemos planeado que las tutorías serán los sábados de la una de la tarde hasta las tres. De esta manera Troy podrá comentarme lo que vieron en su clase durante la semana, y yo reforzaré ese conocimiento, pero también resolveré algunas dudas que se puedan presentar. Tengo también planeado que usted cada dos semanas le haga un pequeño diagnostico para verificar que realmente estemos trabajando correctamente.

Esto último que ella mencionó no lo había platicado con el chico, por lo que hizo una mueca de disgusto. Sin embargo, Alaska no aclaró ese punto porque sabía que su tutorado se iba a negar completamente.

—¿Dónde serían las tutorías? —preguntó la maestra con atención.

—En mi casa —la maestra volteó los ojos— ¿Pasa algo, maestra? —interrogó al notar la molestia.

—Solo espero que este muchacho no te saque del buen camino, ¿Eh? —bromeó un poco para relajar el ambiente que se tornó un poco tenso.

Estúpida vieja, solo porque me enrollé con su sobrina, ¡Pero le digo algo! Ella fue la puta que se desvistió enfrente mío.

—¿Esta de acuerdo con esto, maestra? —interrumpió el director, dejando de mirar a los chicos de enfrente.

—Claro que sí, de hecho no había pensando en el examen, pero la idea me ha encantado, así que estoy de acuerdo —suspiró—. Pero Ally, ¿No crees que es mucho trabajo para ti? La maestra Brown me ha comentado del proyecto del que estas involucrada, estoy muy orgullosa de ti.

—Sí, Alaska es una de nuestras mejores estudiantes, siempre serás un orgullo para esta escuela aunque ya no estés en ella —halagó el director con una gran sonrisa.

—Claro que sí puedo con todo, nada más que tengo que acomodar mi tiempo y organizarme, yo creo que hay tiempo para absolutamente todo.

—En eso sí tienes razón —concordó la maestra—. Ahora necesito que los dos me firmen esta carta de compromiso donde me prometan que harán las tutorías y el examen —pidió mientras les brinda un folder de color beige junto con una pluma color negra.

Alaska abrió la carpeta y leyó rápidamente el documento, al final firmó donde esta su nombre y luego la pasó a su compañero, él solamente firmó sin leer nada.

—¿No va a leer el documento, joven? —cuestionó el director un como disgustado.

Troy se encogió de hombros—. Yo confío en Alaska, y si ella lo firmó esta bien.

El director asistió como señal de respuesta sin estar muy convencido—. Bueno jóvenes, yo creo que eso es todo por el momento, ustedes ya hablaran con la maestra sobre los avances.

—Muchas gracias Director, que pase buena tarde —sonrió Alaska.

Los dos jóvenes salen de la oficina y la chica se despidió de la secretaria. Al estar ellos dos en los corredores completamente vacíos gracias a que todos tenían clases, pero ellos fueron retirados para hablar con el director.

—¿Sabes? Cuando te dije que no dijeras nada en la oficina, que yo me iba a encargar, ¡Mínimo hubieras saludado o decir que sí estas de acuerdo con nuestra conclusión! Algo —replicó molesta Alaska.

—No digas nada, mira, ya aceptaron esto. Ahora muchas gracias por tu apoyo, pero no vamos hacer absolutamente nada, ni yo ir a tu casa ni tu darme tutorías, nos ahorramos nuestro tiempo muñeca —concluye con una sonrisa vanidosa que le molesta mucho a la joven.

La chica suspiró profundamente y alzó una ceja—. ¿Qué has dicho? Yo no te quiero creer que me lo hayas dicho, ¡Y ni se te ocurra repetírmelo que me voy a enojar como un demonio! —exclamó cuando notó que Troy iba a hablar—. Tú y yo firmamos una carta de compromiso, y yo lo hice cuando te dije que obtendrías una buena calificación, tú vas a ir a mi casa, y yo te voy a enseñar, ¡Y me vale tres kilos de verga si no quieres!

—¿Por qué? —preguntó Troy asombrado de la reacción de la chica, tan alterada.

—Porque hicimos una promesa, y yo soy una persona muy honesta —respiró profundamente y lo miró.

—Te lo pondré así; Sí tu quieres darme las malditas clases, entonces yo no quiero ser tu conejillo de indias, ¿Te quedó claro? —dijo, esperando a que ella le rogara.

—¿Lo quieres poner de ese modo? —retó—. ¿Tú crees que yo te necesito?, ¿Tú crees que no puedo hacer mi proyecto sin ti?, ¿Qué no tengo imaginación para hacer otra cosa?, ¡Pues fíjate que estas completa y estúpidamente equivocado!—exaltó muy fatigada —. Ahorita puedo ir e informarle al director y a la maestra nuestra situación, y que ellos busquen una solución, porque mira, yo no nací para estar tolerando a personas con falta de moral y de educación como tú, ¿Eh?

Se dio la media vuelta para ir a la oficina del director, pero sintió una mano apretarle la muñeca y jalarla.




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