Proyecto hormonas

➳Rueda de la fortuna

Alaska tiró su bolsa sobre la cama y se dirigió a encender su laptop sobre su escritorio de trabajo, lo despejó un poco porque estaba lleno de libros, notas y hojas sueltas. Se sentó en la silla de enfrente y se acomodó los lentes, pronto inició sesión en Skype y sus amigas ya estaban conectadas, así aceptó la vídeo llamada con sus dos amigas.

Paula se encontraba sentada en posición indio en el suelo con dos regalos enfrente de ella, y uno era el que Alaska había envuelto, además estaba con una pijama de conejitos. Dayana por otra parte estaba acostada bocabajo en su cama, y los regalos a lado.

Alaska frunció el ceño confundida—. ¿Qué fue?, ¿por qué traen los regalos?. ¡Todavía no es navidad, no hay razón para tenerlos ahí!.

—Es que, como sabes, ya se acerca la víspera de navidad. Y en serio nos encantaría abrir todos los regalos ese día, pero ustedes faltarían para que ese día fuera pura felicidad —empezó la peliblanca observando fijamente la cámara—. Entonces Day y yo hemos decidido...

—¿Dónde quedo yo? —cuestionó indignada cruzando sus brazos en frente de su pecho—. ¿Por qué deciden sin mi?.

—¡No! —gritó Dayana interrumpiendo y hablando por primera vez—. Ally, lo que pasa es que tu no captas muy bien. Lo que Pau trataba de decir, es que ese día cada una de nosotras vamos a estar con nuestras familias, y aunque nosotras seamos una, no estamos al pendiente de las otras. Por esa razón queremos hacer una pre-navidad, donde sólo estemos nosotras tres compartiendo el momento de abrir regalos con una gran taza de chocolate caliente y bombones —explicó una sonrisa sutil—. Y no te habíamos comentado nada de esto porque ¡tú todo el día te la pasas trabajando o investigando!. Además esto se hace por votos, y, Paula y yo estamos de acuerdo.

Alaska suspiró profundamente con los ojos cerrados y analizando las cosas.

Es buena idea, en sí. Porque después tengo la boda de los padres de Troy, la familia de mi papá esta por llegar, y pues no habrá mucho tiempo, lo bueno es que mi papá sólo tiene un hermano, que es un gemelo y él quedó viudo desafortunadamente, pero tiene dos niñas pequeñas que se llevan dos años de diferencia, el tío Billy lo quiero bastante. Lo curioso es que entre mi papá y el tío Billy es que los ojos de Billy son verdes y los de papá marrones, además mi papá tiene el cabello rizado y Billy liso. Son unos gemelos no muy parejos, pero acá entre nos, nadie puede confundirlos.

—Ally, por favor di algo —rogó Paula agitando la cámara—. Haremos esto aunque estés en desacuerdo —añadió antes de que Ally separa su labios.

—Esta bien, hagamos su linda pre-navidad —sonrió—. Pero terminando debo de ir al supermercado para comprar unas cosas.

—¡Tú estás loca!. No te voy a dejar salir tan tarde —rugió Dayana con voz protectora.

—No es tan tarde —contraatacó Ally—. Son las siete, en el trabajo nos dejaron salir antes porque no pasaba la gente.

—¡No se les ocurra pelear!. Vamos a hablar sobre los regalos, y vamos a dar gracias a Dios por estar aquí y compartir este bello momento con ustedes —pidió con amabilidad Paula con una sonrisa en su rostro—. Ahora, ¿todos tienen la leche de chocolate?.

Dayana alzó una taza color naranja y escrita una frase nada legible en letras cursivas. Alaska alzó un vaso de vidrio lleno de agua, sus amigas la miraron mal.

—¿Qué?, ustedes me acaban de avisar. La leche en chocolatada se echaría a perder, además el agua humecta mi piel, ese es mi secreto para una piel suave como las pompis de un bebé.

Dayana y Paula intercambiaron unas miradas.

—No, hay que dejarla así porque luego se nos escapa —murmuró Dayana con esperanza que Alaska no la escuchara.

—Eso es demasiado tonto Day, a pesar de tus intentos, puedo escucharte claramente —reprochó Alaska—. Pero estoy bien con agua, usen la imaginación y vean una taza con leche. Ahora, ¿quién va a empezar?.

—¡Yo, yo, yo! —exclamó frenéticamente agitando los dos regalos en frente y moviendo la cadera de un lado a otro.

Las otras chicas asistieron.

—¡Bien, primero lo primero! —dejó lo regalos en el suelo y miró a la pantalla—. Quiero agradecer a Dios por haber encontrado a unas amigas católicas y que compartamos la misma ideología, también te doy las gracias por permitirnos estar sentadas frente el monitor para comprar un lindo momento navideño —miró a su alrededor y se paró para caminar a alguna parte de la habitación.

Las otras dos chicas la miraron sin entender, pero así se escuchó la típica canción navideña de fondo, y el cuarto destellaba luces de colores por todo el lugar.

—Ahora, ¿tienen algo que agregar?.

—Pues yo doy gracias a Dios porque no pude haber tenido mejores hermanas que ustedes —Dayana sonrió—. Aunque a veces son un grano en el culo.

—Y yo por estar sanas y estar aquí —agregó sin imaginación Alaska.

Últimamente no había estado durmiendo como debía porque la investigación la tenía como una maquina sin descanso, cada vez perfeccionando cada detalle de su investigación. Además Troy no había parado de tener encuentros con las chicas, cada vez iba incrementando el número. Y a sólo le duraba tres días el antojo con la chica, y si tenía suerte, una semana. Hubo una chica, Alaska la recordó. Su nombre es Barbará, con ella duró un mes y medio, pero lo dejó.

Alaska a veces se preguntaba si Troy no tenía alguna enfermedad de transmisión sexual.

¿Pero en qué carajos estás pensando ahora?. ¡Se supone que debes de estar compartiendo un lindo momento con las amigas!. Y yo me pongo a pensar sobre Troy, alguien máteme por favor.

—Este lindo regalo de bolsita me lo regaló la hermosa de Alaska, y me muero por saber qué es. Es que me conoces tan bien que me da miedo —admitió Paula, empezó a quitar las grapas y el papel de la bolsa color plata y empezó a indagar adentro, cuando tocó algo su rostro se congeló mostrando emoción.




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