Proyecto hormonas

➳Otra vez clases

Alaska cerró su casillero con la mano izquierda mientras con la derecha sostenía sus libros de la siguiente clase. Era el primer día después de las vacaciones y todos parecían zombies con las grandes ojeras que todos se cargaban, al igual que ella, pero al menos intentaba ocultarlo con un poco de maquillaje.

—¡Alaska! —gritó entrecortada una voz femenina que se acercaba a ella.

—Hola Summer, ¿por qué tan apresurada? —cuestionó a la capitana de las porristas.

La chica rubia traía una tabla de madera con algunos papeles en ella, y estaba buscando algo. Mientras tanto Alaska la analizaba, no llevaba puesto su uniforme, sino un lindo conjunto con una falda y medias con unos zapatos bajos, un saco muy elegante y una blusa básica de color blanco.

—Como sabrás, yo soy quien esta arreglando todo sobre la graduación. Soy la presidenta del comité, y todos votamos para que tú seas quién diga las palabras a nuestro curso en la ceremonia, ¿sí?. Te estoy avisando con un tiempo para que puedas trabajar en eso, además el director lo sugirió por ser la estudiante que resalta en las clases y pone en alto el nombre de nuestra Secundaria.

Alaska sonrió mostrando sus dientes mientras acomodaba sus lentes—. ¡Siempre quise hacerlo!. Muchas gracias por la oportunidad, Sum. ¡Claro que diré el discurso!.

—¡Hola chicas! —interrumpió una voz varonil.

Alaska puso sus ojos en blanco cuando sintió un peso extra sobre su hombro y la colonia varonil inundó sus fosas nasales.

Summer abrió sus ojos azules y agachó la cabeza tímida.

Alaska lo notó y pensó que era tierno—. Alan, aleja tu brazo de mi, por favor —bufó con un poco de molestia—, además estoy hablando con Summer, grosero.

—¿Y de qué hablan? —preguntó Matthew caminando hacia ellos y ponerse a lado de su amigo.

—Sobre los preparativos de la graduación, hay que hacerlo con tiempo porque es muy pesado. Y sobre eso, todos tenemos que hacer actividades para recaudar dinero —respondió Summer.

Los chicos hicieron un puchero en señal de desacuerdo.

—¿Trabajar?, ¿en qué podemos trabajar? —indagó Matthew.

—Vender pastelillos, hacer limpiezas. Cualquier cosa que nos dejé dinero —afirmó la rubia.

—¿Poner un puesto de besos sirve? —preguntó coqueto Alan alzando sus labios hacia el aire, sus amigos lo miraron mal—, por favor, todas se mueren por mis besos.

—Ni que fueras Albert Einstein —se burló la chica de lentes.

Todos los miraron dudosos.

—¿Qué?. Él tenía un cerebro muy guapo —bromeó un poco, pero no despegaban su vista de ella y la miraban como si fuera un bicho raro—. ¡Demonios, dejen de estar viéndome! —se cruzó de brazos.

—¿Por qué Alaska esta molesta? —preguntó Paula llegando a la reunión improvisada.

—Porque la miramos —Matthew encogió sus hombros mientras ponía cara de inocente.

—¡Mentiroso! —acusó la castaña a la vez que gruñía—, ¿acaso te olvidaste que tus padres te enseñaron a no decir maldiciones?.

—¿Por qué hay una reunión aquí? —preguntó la pelirroja hablando por primera vez—. Es muy temprano y todos queremos morir en este momento.

—Le preguntaba a Ally si quería dar el discurso en nuestra graduación. Y les tengo que avisar que todos debemos hacer actividades para recaudar fondo, eso es todo —respondió la rubia.

—¿Podemos ayudar con las decoraciones del salón? —preguntó la peliblanca—. Todos aquí queremos participar, y te ayudaremos con las actividades igualmente.

Recibió un golpe de sus amigos, Paula se quejó y arrugó su nariz—. ¡Eso sí duele, idiotas!.

—¿En serio harían eso!. Dios, ¡sería genial! —brincó Summer y empezó a anotar los nombres del grupo en su tabla.

Todos iban a negarse a la petición de la peliblanca, pero ella los interrumpió antes de que sus se abrieran—. Por favor chicos, estos son los últimos meses que estaremos todos juntos, ¡hay que aprovecharlo al máximo todo, por el amor de Dios!. Alaska tiene un futuro brillante; Matthew quizás vaya a Francia a practicar su francés; Dayana se va para Los Angeles; Alan tal vez se vaya a Canadá y yo me voy también, ¿por qué no aprovechar más momentos juntos?. Porque cuando estemos en la Universidad será completamente distinto y no sabemos si nos veremos. Además la comunicación no será como la que tenemos ahora, y los extrañaré bastante. Por favor, únanse conmigo a esto.

Alan intercambió una mirada con su mejor amigo mientras Alaska lo hacía con la pelirroja, y después de que todos hubieran intercambiado las miradas, asistieron no muy convencidos.

—Aceptamos — dijeron a coro mientras todos forzaron una sonrisa.

Summer dio un brinco de alegría y agradeció versátilmente para después marcharse de ahí.

—Estoy muerta —confesó Alaska—. Todavía no termino con mi proyecto y me sigo cargando con millones de cosas, pero sí se puede. Además como Paula dijo, estos son nuestros últimos recuerdos juntos, hay que aprovecharlos —ella puso su mano derecha en el medio del circulo colgando en el aire, todos imitaron su acción y juntaron sus manos.

—¿Ahora qué? —preguntó Dayana después de unos momentos de silencio.

—¿Alguien se le ocurre una porra que anime? —cuestionó Alaska.

—¡Vamos chicos que es un excelente día! —intentó Paula.

Todos se rieron porque era un fracaso.

—¿Qué?, ¿tienen algo más? —se defendió.

Todos negaron con la cabeza, pero lo aceptaron. Agitaron sus manos y las elevaron hacia arriba.

—¡Somos un equipo! —gritó Dayana.

—¡Y una familia! —completó Alaska con una sonrisa y los ojos lagrimosos con sentimiento.

Me duele separarme de los amigos que me han acompañado desde que uso pañales y los que se unieron a lo largo de mi vida, pero este no es el momento de llorar, hay que dejarlo para la graduación. ¡Alaska, ni se te ocurra llorar, por favor!.

—Vamos a nuestras clases, por favor —alentó Alaska con voz temblorosa y tragando saliva en seco.




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