La mamá de Alaska le depositó un beso a su hija mientras comía su cereal antes de ir a la escuela, al terminar ella levantó su plato y lo colocó en el lavaplatos, iba a lavarlo pero su celular empezó a sonar, advirtiéndole que en cualquier instante pasaría el autobús en frente de su casa y sólo se quedaba tres segundos detenido para después seguir su ruta.
—¡Lo siento mamá, prometo que yo hago la cena!. ¡Además hoy dan los resultados finales sobre el concurso y ya quiero estar en la escuela! —exclamó alterada y sin respiración.
—¡Mi beso! —exigieron sus padres tranquilos—. ¡Y nos mandas un mensaje al grupo!.
Así es, Alaska tenía un grupo en Whatsapp con sus padres, así no tenía que dirigirse uno por uno cuando los dos necesitaban saberlo, además les encanta tener comunicación todo el día.
Alaska bufó, puso sus dedos sobre su boca y lanzó en el beso—. No hay tiempo para eso, lo lamento. ¡Y gracias, por supuesto que enviaré un mensaje! —se disculpó mientras cerraba la puerta detrás de ella.
Vio el autobús a una cuadra de su parada, y apresuró su paso para alcanzarlo. Al poner un pie sobre el camión sintió un gran alivio y buscó un lugar disponible para sentarse. Durante el recorrido sus nervios aumentaron y sus manos sudaban, además el calor no ayudaba para nada, sentía las gotas de agua resbalar por su cara y se maldijo cuando sintió su cabellera larga pegarse en su rostro un poco maquillado para resaltar ciertas facciones, así que tomó un poco de papel de su mochila y se lo pasó por la cara con cuidado, también sacó una liga y se ató el cabello en un muy mal moño echo.
¡Ay, Dios!, ¿por qué falta mucho para llegar a la escuela!. ¿Quiero llegar o no?, ¿y si se cae el internet cuando estemos leyendo los resultados o la escuela se quema?. Obviamente la escuela no se puede quemar, pero estoy tan nerviosa que me imagino la cosa más absurda. ¿Y si el bus se queda sin gasolina a mitad del camino?. No, nada me va arruinar el día, porque aunque no vaya a ganar nada soy una campeona por intentar, además me llevó una experiencia, pero aun así me desanimaría un poco el no ganar, pero todo puede pasar. ¿Todos estos meses desvelándome al leer libros?, ¿todo es tiempo que acosé a Troy?.
Salió de sus pensamientos cuando se percató que el autobús no estaba parando, pero tampoco le hacían la señal, así que se paró de su asiento y presionó un botón color naranja, en cuestión de segundos el conductor detuvo el vehículo después de verificar por el retrovisor que alguien lo necesitaba. Alaska bajó por el par de escalones y empezó a caminar hasta llegar a la entrada de la escuela, los pasillos estaban llenos de alumnos conversando o simplemente estaban embobados con su celular.
No vio a sus amigos por ninguna parte, así que decidió ir a la oficina del director ya que la semana pasada la había citado el día de hoy a primera hora, o lo más temprano que se pudiera, es decir, antes de iniciar las clases.
Al llegar a la oficina del Director saludó a su secretaria con una gran sonrisa y preguntó por su fin de semana, ella respondió y después de una diminuta platica le indicó que entrara a la oficina. Alaska se despidió, entró no sin antes tocar y obtener el permiso.
—Buenos días —habló la chica de lentes dirigiéndose con respeto a su maestra de química y el director.
—¡Sí, sí, sí, como sea!. ¡Venga para acá! —exigió el director con desesperación—. ¡Tengo media hora con el correo frente a mis ojos y la maestra no me deja abrirlo! —explicó un poco más calmado al percatarse que había sido muy grosero.
Otra vez el corazón de la chica empezó a latir con una fuerza inimaginable, sus manos sudaban aun más y su piel se enchinó. A paso lento se acercó al escritorio del director desde atrás para tener una mejor vista de la computadora. El Director y la maestra estaban igual de nervioso y con un muy mal pulso el Director dio click para abrir el correo de Harvard.
—Buenas tardes... —empezó a leer la maestra en voz alta y se saltó el cordial y extenso saludo, ¿es que no ven que eso solo aumenta los nervios de todos los presentes? —. Por medio del presente poner en su conocimiento que por motivos de puntos y eliminación nos vemos a formular que el Proyecto Hormonas de la Señorita Alaska Rosa Turner Clarke no ha sido ganador del concurso, sin embargo fue uno de los mejores, llegando a estar en el tercer puesto, y con esto queremos decir que la Universidad ha dado la oportunidad de otorgarle una beca del 80% por su historial académico impresionante.
Además el Estado de Massachusetts le brindara una aporte económico por su desempeño escolar a lo largo de sus estudios para su fácil ingreso a esta Universidad —terminó de leer la maestra con una gran sonrisa en su rostro.
El director parecía una estatua, no parpadeaba ni se movía. En cambio Alaska pestañeó muchas veces para retener las lagrimas que se asomaban por sus ojos oscuros, después de doce años de su esfuerzo escolar obtuvieron resultados. Y en un intento fallido de poder controlarse empezó a inhalar y exhalar repetitivamente.
—¡Alaska! —exclamó la maestra llena de alegría—. ¡Felicidades!, ¿irás a Harvard?. ¡Por supuesto que lo harás, el Estado te va apoyar!. ¡Dios mío!. ¡Felicidades, felicidades! —repitió para acercarse a ella y rodearla con sus brazos.
Alaska soltó un sollozo de felicidad y arrugó su nariz—. No me lo puedo creer —respondió balbuceando y por fin sus lagrimas empezaron a descender por su rostro.
La maestra se separó y la vio directamente a sus ojos—. Oh cariño, no llores —pasó la yema de su dedo por su rostro.
—¡Es de felicidad!. ¡Es que aun no me lo creo, por un momento pensé que no tenía oportunidad!. ¡Mi historia llegó a ser de los mejores! —gritó con emoción mientras intentaba controlarse.
El Director soltó un grito de emoción y se levantó de su silla para hacer un extraño baile de la victoria, las mujeres lo vieron con horror pero terminaron riendo.