Gala Evans recurre al hombre que la abandonó a los doce años por primera vez en su vida al verse en apuros monetarios por la adicción de su madre. Tres trabajos ya no eran suficientes y apenas podía alcanzar a terminar el mes, volver a la milicia era su única opción y solo su padre podría hacerla entrar de nuevo luego que su madre lo arruinara todo.
Él no dudó en ayudarla. Gala nunca fue un soldado irresponsable, cumplía sus despliegues con excelencia y logró alcanzar ser sargento a la corta edad de veintiún años, no obstante, la poca cordura de su madre provocó su retiro inminente de las fuerzas armadas. Se mezcló con la gente equivocada para ayudar a su madre y el alto mando militar no podía permitir la sugerente correlación que suponía el que Gala hiciese tratos con tales personas. Pensaba que se había acabado para ella, pero su padre tenia otros planes.
El trabajo que le ofrecía era sencillo. Mitad del mes en un complejo militar de alta seguridad en una ubicacion confidencial cumpliendo turnos de guardia con un pago de tantos ceros que Gala dudaba al pronunciarlo. Solo debía respetar los límites que le indicaría su superior y mantener la boca cerrada alrededor de civiles y personal militar que no estuviese involucrado en su equipo de trabajo. Gala no pensó dos veces en aceptar, era dinero fácil y mucho mejor que ir al desierto.
Ignoraba lo que verdaderamente resguardaria. Esas paredes contenían algo sanguinario y retorcido, algo que hará mejor en ignorar o la meterían en mas apuros de los que estaba en el comienzo.