Proyecto Humblood

III.

Los días siguientes en el complejos se sintieron interminables. Todo era rutinario, sin acción o cambio alguno. Las mismas personas iban y venían, nadie intentaba hablar concentrándose en lo suyo. A la hora de cambio con el equipo nocturno, no había ninguna novedad que reportar. Sin absolutamente nada que reportar. Sin novedades. La hora del almuerzo solo constituían quince minutos donde tenias que empujar todo a tu boca rápido, porque según West, lo que no ocurría en todo el día podría suceder en ese preciso momento. 

 

Al día siguiente de llegar, el Capitán West me arrastró a su oficina, arrojó un par de hojas que debía firmar y repitió lo que ya sabía. Ni una palabra a nadie. Leí por encima el acuerdo de confidencialidad y se lo devolví. Me despacho tan rápido como había llegado. Tales me ayudó a aprender un par de cosas que el capitán no tomo el tiempo de aclarar, las puertas en los corredores que no tuvieran un lector para mi identificación no eran un lugar donde debería entrar, las llamadas a familiares podrían ocurrir en cualquier momento, pero mayormente al décimo o décimo primer día el capitán daba la orden, y claro, solo era un minuto para informar de tu bienestar y la línea se cortaría. Alicia iba a colapsar. 

 

Me mantuve al margen y la advertencia de no husmear se repetía en mi cabeza cada vez que encontraba divertido caminar para atravesar las puertas y averiguar hasta cuando se pintaría esa luz verde en el lector. La mayoría del equipo tomo mapas y trazaron sus rutas de patrullajes, por mi parte, me mantenía cambiándola todos los días porque si de por sí ya era aburrido el caminar sin rumbo, con una ruta determinada seria peor. Cabe destacar que Tales no estuvo muy contento con mi idea, pero el mismo dijo que no era mi superior y mientras el Capitán West no tuviera problema continuaría haciéndolo de esa manera. 

 

— Evans, es tu turno para llamar a casa. —la voz del capitan se escucho a traves de la radio. Justo como lo menciono Tales, ocurrió al décimo día— Acércate a la zona central y te estará esperando un auxiliar. 

 

— Copiado, señor. 

 

Me desplace todo el camino hasta la salida de la sección charlie, junto a esta esperaba una chica golpeando el piso con su pie con impaciencia. 

 

— ¿Eres el auxiliar? 

 

Me miró a través de sus grandes lentes asintiendo enérgica. 

 

— Tu debes ser Evans, ven sígueme. 

 

Comenzamos a caminar a través de la zona central hasta detenernos frente a un gran escritorio. Tomo un aparato encendiendolo junto al teléfono fijo, comprobó la línea y lo tendió. 

 

— Creo que lo sabes, pero es mi trabajo repetirlo. Un minuto y la línea se corta, se breve y precisa. 

 

Se alejo dándome privacidad. Lleve el celular a mi odio marcando el celular de Alicia. Si no respondía, no sería de extrañar. Estaba en la cúspide de sus finales ahora mismo, entre libros y vasos de café seguramente. 

 

— ¿Hola? 

 

Al tercer pitido escuche su voz en el auricular. 

 

— Hola, es Gala. 

 

Escuche un golpe seco al otro lado. 

 

— ¿Gala? ¡Ya era hora! —la emoción cargaba su voz— ¿Que tal el reclutamiento? 

 

— Todo va perfecto. 

 

— ¿Cuantos hasta ahora? 

 

— Cincuenta, no lo se. ¿Y tus finales? 

 

— Voy increíble, Gala. —soltó un chillido— Mi calificaciones están por los cielos. 

 

— Eso es bueno. —la auxiliar llamo mi atención mostrando el reloj de su muñeca— El tiempo se está por acabar. 

 

— ¿Qué? Apenas empezamos a hablar. —se quejó. 

 

— Lo se, pero cuando vuelva ya tendremos todo el tiempo que quieras. Me tengo que ir, ¿si? Suerte en tus exámenes restantes. 

 

— Suerte en tu reclutamiento, adiós. 

 

— Hasta dentro de unos días. 

 

La línea se cortó y la auxiliar pronto se poso juntó a mi. 

 

— Te acostumbrarás. —me dio una media sonrisa. Sin duda no era personal militar— Al principio también era difícil para mi tener sólo un minuto para hablar con mis hijos pero con el tiempo se hace más fácil. 

 

No supe que responder por lo que le dí una media sonrisa. Me aleje para volver a la sección charlie cuando la habitación se torno roja por la alarma ruidosa que inició de repente. Me tomo por sorpresa el cambio de ambiente, asumí que nada sucedería nunca muy rápido. Quite el seguro de mi arma y avance hasta donde tenía destinado  con mi oído atento a cualquier orden que pudiera venir de la radio. Tales emergió junto al resto del equipo diurno y nocturno, apuntaban a su retaguardia deteniendo su paso al llegar a mi posición. 

 

— Muevanse, la sección se va a cerrar.

 

Todos dimos un paso hacia atrás y una compuerta comenzó a descender cerrando el paso a la sección charlie. Tales se movió hasta llegar junto a mi. 

 

— Evans, si eso vuelve a suceder y estas en la sección, tu trasero debera salir de allí al segundo que inicie, ¿me copias? 

 

— Entendido, Tales. 

 

— Procura siempre apuntar a tus espaldas cómo lo hicimos nosotros. 

 

— Bien. 

 

— Equipo alfa, Tales y Rodríguez, conteo. 

 

El capitán West hablo por la radio e inmediatamente Tales comenzó a hacer la cuenta. Me volví para ver al extremo de la zona central donde se encontraba la sección Delta notando a la otra parte del equipo diurno con Rodríguez haciendo lo que pidió West. 

 

— Quince dentro y quince fuera, señor. Cinco en patrullaje y los diez nocturnos. 

 

Tales hablo por la radio y no tardó en obtener respuesta de West. 

 

— Copiado, manténgase frente a su sección hasta que sea seguro. 

 




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