Proyecto Humblood

IV.

Las cosas no mejoraron con el pasar del tiempo. Luego de lo que ocurrió en la cafetería, Tales se esmero en mantener la distancia y solo nos comunicabamos con monosílabos. Ni hablar del equipo, si antes no hablábamos ahora se alejaban de mi como enfermedad infecciosa. No fue raro para mi que algunas veces al inicio los tomará por sorpresa mirándome, era una chica en un equipo de diecinueve hombres, pero ahora notaba que existía un destello de algo más en sus ojos, mas que mera curiosidad o fastidio por arruinar la perfecta cadena de tetosterona. El ambiente se sentía tenso de cierta forma en el complejo en general. Uno que otro par de ojos del escuadrón élite también iban a parar en mi cuando abandonaba el edificio para cumplir con mis tareas. Mi intuición me gritaba que todos sabían algo que yo no. 

 

¿Pero que podría ser? 

 

Quizás me enteraría en algún momento, o quizás no. Si es que verdaderamente habia algo, era incierto para mi. Lo que si tenia claro es que debía enfocarme en terminar mi trabajo para que el dinero fuera a parar en mi cuenta bancaria y no darle rienda suelta a mi mente sobre lo que sea que ocurría allí. Era un simple complejo con un montón de aficionados a la tecnología y nada más. 

 

Iniciaba mi penúltimo día repitiendo esto último en mi cabeza hasta que la idea quedará plasmada. Mis pies dolían y mis mejillas estaban un poco rojas por recibir el sol directo en mi cara, pero no cambiaría los últimos tres días por lo diez primeros. Estaba preocupada por Walsh, sin embargo. La última actualización que recibimos fue bastante vaga, se encontraba aun atrapado y los otros estaban trabajando en los sistemas para llegar a él. El Capitán West nos presentó diferentes conjeturas cada día y determinó finalmente que alguien daño los sistemas hasta un punto de gravedad de pasar tres dias y ninguno de los internos con inteligencia superior pudiese solucionarlo; dijo también que, quien lo haya hecho encendió las alarmas para llamar la atención y mostrar lo que hizo a una instalación del gobierno saliendo ileso. ¿Le creía? Cuestionable, ¿Quería volver a esos pasillos planos e interminables? No. 

 

Las preguntas que surgieron por la conversación con Tales seguían presentes a pesar del tiempo transcurrido, no era algo que iba a olvidar de un día a otro como si lo que dijo fuese algo que escuchase con frecuencia. La curiosidad seguía latente y si podía lograr que algo escapará de él, lo tomaría y repartiría la información de manera conveniente para aliviar las dudas. Aunque Tales ya no se veía tan amigable, y como mencione, mantenía su distancia. 

 

— Las radios están presentando interferencia. 

 

Rodríguez entro en los dormitorios junto al equipo nocturno hablando para el resto que nos preparabamos. 

 

— ¿Alguna razón en especificó? —preguntó Tales. 

 

— Hombre, ni siquiera me moleste en preguntar. Seguro terminaría con más preguntas que respuestas. —se dejó caer en su cama quitando las botas. 

 

— ¿Algún canal donde no haya interferencia? —continuo Tales. 

 

— Todos están jodidos. 

 

— Ya escucharon equipo diurno. Cualquier cosa que tengan que decir deberán acercarse a la persona en cuestión. 

 

— ¿Llevamos la radio, Tales? —quiso saber Killard. 

 

— Si, existe la posibilidad de que arreglen el problema a mitad del día. 

 

Tales ajustó la radio en su ubicación habitual y salio de los dormitorios. Me apresure en arreglar mi camiseta, alistar mi arma y la radio. Maldije cuando el aparato se resbaló de mis manos yendo a parar en el piso, lo recogí y de mala gana lo puse en su lugar. Trote hasta nivelarme con los demás mientras echaba un vistazo a la zona central. La sección Delta se encontraba rodeada por los soldados del escuadrón élite, algunos entraban y salían pero mayormente solo estaban allí parados. 

 

Cruce la zona de convergencia hasta las puerta de acero donde el sol pego directo a mis ojos. Me aseguraría de colocar un par de lentes de sol en mi bolsa cuando tuviese que volver aquí, no era muy práctico cubrirte con la mano. 

 

— Evans vienes conmigo a la torre de vigilancia. 

 

Mire a Tales que hizo una seña para que lo siguiera. 

 

— Pensé que era rotativo. —eleve mi tono de voz para que me pudiera escuchar ya que iba un poco más adelante.

 

Había estado en la zona norte, este y sur, lógicamente debería ser asignada en la oeste. 

 

— Tus mejillas están rojas como el infierno. Lo último que necesito es a tu padre en mi nuca por ocasionarle quemaduras a la preciosa cara de su ángel. 

 

Me detuve en el comienzo de las escaleras para subir a la pequeña torre. 

 

— Tienes que estar bromeando. 

 

— No. —se asomo por el borde— Ahora sube. 

 

Llegue a su posición y lo encontré mirando hacia las montañas que rodeaban el complejo. 

 

— ¿Quien estará en la zona oeste? 

 

Me pare junto a él con mi ojos fijos en el costado de su rostro. 

 

— El soldado no te importa. 

 

Eleve mis cejas por la impresión. Ignoró mi reaccion llevando su mano a mi mejilla para empujar mi rostro al frente. 

 

— Eso es lo que tienes que mirar. 

 

Di un paso al lado para alejarme de su toque. 

 

— Eres un bipolar. —ataque. 

 

— Tengo trastorno de estrés post-traumatico, ansiedad y ataques de ira. —toco sus dedos mientras nombraba cada uno— No me han diagnosticado bipolaridad, así que no creo que sea adecuado llamarme asi. Te sugiero...—golpeó su barbilla— Tales. 

 

abrí mi boca para replicar pero nada salio. Espero por mi respuesta y se dio por satisfecho cuando no hable. 

 

— Pensé que quedo bastante claro el asunto con mi padre en la cafetería. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.