- ¡Gala, tus panqueques están servidos!
Salte en mi lugar por el grito repentino de Alicia. Me moví rapido tecleando en mi celular el número del coronel, tire el papel a la basura con las absurdas indicaciones y volví a la cocina llevando conmigo el cheque antes de que viniera por mi.
- Quiero que le eches un ojo a esto. -lo pegue al refrigerador con un imán- Son tantos ceros que dudo leer la cantidad correcta.
Quito su vista de la cocina entrecerrando sus ojos hacia el cheque. Me senté en la mesa para comenzar a comer.
- ¿Setenta mil dólares? -estiró su cabeza un poco más para lograr verlo bien- Creo que te odio.
- No más de lo que yo lo hago. -lleve el tenedor a mi boca con una media sonrisa.
Me enfocó rodando los ojos. Corte otro pedazo mientras ella servía su plato y se sentaba junto a mi.
- ¿Lo valen? -inquirió con la boca llena. Mi expresión se torno confundida- ¿Los setenta mil dólares valen el soportar a tu padre? -aclaró.
Dudé un poco.
- Si dudas es mala señal.
- Ni siquiera tengo que ver a Peter mientras trabajo. Son otras cosas las que me hacen dudar. -expresé.
- ¿Otras cosas? ¿Que son esas cosas? -indago.
Llene mi boca de comida para darme tiempo y considerar si debería decirle sobre el control de mis finanzas por parte de mi padre. El asunto de Lloyd quedaría fuera, sin embargo.
- Él quiere que le justifique cada uno de mis gastos. -confesé.
Alicia se atragantó tosiendo hasta que sus ojos estuvieron llenos de lágrimas y su cara se torno roja. Llene un vaso de agua y se lo tendi para que pudiera librarse de lo que se encontrará obstruyendo su garganta.
- ¿El quiere que? -habló finalmente con voz entrecortada.
- Controlar mis finanzas. -repetí- No quiere que nada de lo que gane vaya a parar a manos de mi madre.
- Tampoco quiero que eso pase, pero es extremista. Sigue siendo tu madre, le guste o no. -comunicó su desacuerdo.
Suspire haciendo el plato a un lado. Mi apetito desapareció con el inicio de la conversación.
- Le importa muy poco. Debo justificar cada gasto de más de tres dígitos.
- El sabía que tomaste ese empleo para ayudar a tu madre.
- No, de hecho no. -admiti- Nunca se lo hice saber directamente.
Alicia junto sus cejas.
- ¿Que le dijiste cuando lo llamaste?
- Le dije que necesitaba un empleo.
- ¿Y? -movió su mano para que continuará.
- Y que los tres empleos no eran suficientes para mantenerme.
- ¿Y como se entero de lo contrario?
Mordi mi labio sintiéndome a segundos de tener un vómito verbal. No podía decir nada, absolutamente ni una palabra del complejo. Debía ser cuidadosa con lo que dejaba salir sobre Peter.
- Me investigó. -solté con rapidez- Él hombre no sabe lo que es la privacidad.
Alicia me observó con expresión muerta. Parpadeo moviendo sus ojos a un lado levantándose.
- No me gusta eso. -agitó la cabeza caminando por la cocina. Aunque no era muy grande para hacer un gran recorrido- Es violación a la privacidad.
- Si así te sientes tu, imaginate cómo me puse cuando me lo dijo.
Paro sus pasos.
- ¿Por eso tienes esas ojeras y te encontrabas verde al recogerte de la base?
La sorpresa fue instantánea.
- ¿Lo notaste?
Golpeó los costado de su cuerpo con las manos enojada.
- No estoy ciega, pero no era adecuado o amable recibirte diciendo que lucías cómo mi tía abuela Margaret en el ataúd.
El horror se pinto en mi rostro.
- No lo hubieses mencionado.
- Tengo que hacerlo, me preocupa que tu padre te desgaste más que el trabajo en si.
- Te digo que no lo vi más de una vez. -recordé.
- Con esas cosas que me dices, basta encontrarlo una vez para tirar la cordura a la basura.
- No es tan malo. -hice menos el asunto- Solo serán mensajes a su teléfono y nada más.
- No hagas de esto un problema pequeño. -regaño- No es correcto que Peter se meta en tus finanzas y te controle. Tienes veinticinco, no doce.
Reí no por gracia sino ironía pura. Alicia me vio cómo si hubiese perdido la cabeza.
- Me dijo que si ese fuera el caso me estaría abandonando.
- ¿Qué? -exclamó aterrada- ¿Se burló así nada más?
- Es cínico.
- No es cínico, ¡es un enfermo! -corrigió indignada.
- Me paga setenta mil dólares por reclutar. -me encogi de hombros. Se sentía bien que ya no me afectará tanto como lo hizo en el momento.
- No quiero ese cheque en mi cocina. -lo arranco del imán y lo colocó con fuerza en la mesa- Sacalo de aquí.
- ¿Ni siquiera para comprar linda lencería? -soborne.
Se cruzó de brazos elevando una ceja.
- Tendrás que justificar eso a tu padre. -me hizo caer en cuenta.
Mi expresión decayó. Al coronel Lloyd en realidad. Ya no me sentía tan bien.
- Me desanimas. -tome el cheque saliendo de la cocina. Alicia me siguió de cerca.
- No, yo no. -agitó su dedo en mi cara. Guarde el cheque en mi billetera tomando asiento en mi cama- Tu padre.
Una nueva idea se me ocurrió.
- La compras tu y yo te lo pago. -reconstrui mis esperanzas.
- ¿Y que le dirás a tu padre sobre el pago? -y ella las derrumbó.