Proyecto Humblood

XIII.

Estos pasillos nunca fueron tan tenebrosos y escalofriantes como lo eran ahora. Eso por supuesto, como consecuencia de conocer la anatomia interna de Walsh en este mismo lugar. Mis pelos se pusieron de punta al dar mi primer paso dentro recordando todo. Las emociones, el estado de su cuerpo. Abrumador y estresante. 

 

Me desplace al area de Delta opuesta a donde encontré a Walsh, siendo cautelosa y asegurandome de mantenerme cerca de la salida a la zona central. No querría encontrar algún otro cadáver y no poder caminar lo suficientemente rápido antes de desplomarme de la impresión. No creía que mi cuerpo pudiera soportar alguna impresión fuerte sin sufrir un corto, además de que las heridas limitaban mi movilidad, por lo que era lógico que en caso del encendido de la luz de emergencia correr no era una de mis opciones principales. Ni siquiera arrastrarme figuraba en el top cinco. 

 

No cargar con el pesado rifle ayudaba a evitar el dolor, aunque me sentía desprotegida en cierta forma. Un arma tan pequeña como la que me acompañaba solo tenia un total de doce balas en el cartucho, y a juzgar por el estado del cuerpo de Walsh quien llevaba un rifle en el momento del ataque, tan poca defensa no haría ni cosquillas al atacante. También tenia ese ligero sentimiento de ansiedad que persistía en darle algunas vueltas más al asunto de las tan temidas alimañas que manejaban Tales y Lloyd. Honestamente, no era del tipo de creer disparates a la primera, pero se veían tan serios y ofendidos cuando no les creí que me hicieron dudar de si esta vez no era creación de la imaginación de algún sabelotodo aburrido que intentaba hacer sus días aquí más interesantes perturbando al personal que los resguardaba. 

 

Tenía que admitir que me pareció raro que dos hombres hayan sobrevivido y sanado tan bien a siete balas. Nadie sobrevive a eso, técnicamente hablando. Sin embargo, no recuerdo el suceso muy bien y quizás usaron chalecos antibalas que los salvaron de mi inesperado ataque en un desesperado intento por salvar mi para nada suertudo trasero. Existían muchas variables las cuales se amoldaban a lo que es la realidad en si. La normalidad, usando palabras menos técnicas. Creer que mi padre es el encargado de mutar soldados y convertirlos en lo que sea que creían ellos que vieron era tonto. Muy tonto. La peor de las variables a escoger. Un cuento de niños que no me encontraba dispuesta a tragar sin pruebas contundentes. 

 

Repose mi peso contra la pared. La herida en mi abdomen bajo molestaba, pero era como un chiste en comparación con mi espalda. Peter era un bastardo al hacerme venir aquí en esta condición tan deplorable. No sabia si quería que me terminarán de destrozar o simplemente disfrutaba del sufrimiento ajeno. No podia escoger, las dos iban muy bien con él a decir verdad. Levante un poco de mi camisa inspeccionando la herida. Era un aproximado de siete centímetros de largo, jodidamente asquerosa y fea. No fui una belleza natural al nacer, y ahora con esta remodelacion ni soñando lo sería. Suspire devolviendo la camisa a su sitio. Me intentaba hacer una idea de mi espalda, pero eran doscientas astillas. Doscientas heridas cerradas de la misma forma que la de mi abdomen. De menor tamaño, pero mayor cantidad. Lo único que llegaba a mi mente era arte abstracto de un artista extremadamente borracho. Y que odiaba su vida... tanto como yo. 

 

Iniciar la búsqueda de una historia épica para justificar todas las cicatrices no sonaba como una mala idea para matar el tiempo y suprimir el malestar en mi cuerpo. La historia original no se oía tan bien, asi que un cambio que me presentara como alguien heroico era lo mejor que podia hacer. No iba a decir por nada del mundo, "me atacó un hombre con una cicatriz roja en el rostro y venas que sobresalían", eso era igual a individuo fuera de sus cabales. Y yo estaba segura de estar bien alineada con los míos. No necesitaba a la gente en mi cuello sugiriendo cuán bien me haría asistir al centro de ayuda para veteranos y tratar mi estrés postraumático, o en su defecto, si eran creativos, que me sometiera a la voluntad de un psiquiátrico. Mi único estrés postraumático en este punto era no saber si terminaría como Walsh o peor, y solo me internaria en un psiquiátrico de ser cierto el asunto de mi padre con sus soldados mutantes. ¿Cómo en el mundo eso podría ser real? Me creería más que los pollos vuelan. Tenia que comenzar a dejar de pensar en este asunto. Lo hacía tanto que se volvería real. 

 

La puerta a unos metros de mi se abrió. Me puse rígida al ver soldados de la guardia élite con sus trajes completos. El conjunto negro similar al nuestro exceptuando esos tétricos cascos que cubrían todo el rostro del ocupante. Siempre me he preguntado como no les falta el aire, y también como es que todos median más de uno noventa y lucían salidos del gimnasio cada que los veía. Su complexión era gruesa. Brazos, torso, piernas, eran como unos refrigeradores. Una gran y complicada tarea noquearlos en combate, huir seria mejor tactica de sobrevivencia que luchar. Tales sin duda alguna encajaría perfectamente en la guardia élite, él y Lloyd fueron sacados de una máquina de perfeccionamiento a la que nunca tuve acceso. El equipo alfa era lo mío, diferentes tamaños y presentaciones, no te sentirías una rata entre depredadores. 

 

- ¿Sucede algo? -se detuvieron justo frente a mi. Decir si me enfocaban o no era difícil, los cascos convertían la vista de sus ojos en inexistente. 

 

Se tomaron su tiempo en responder. 

 

- Solo valoramos el perímetro. -me hizo saber uno de ellos- Nada de lo que preocuparse, Evans. 

 

Afirme lentamente con la cabeza sin estar muy segura de lo que eso significaba. Valorar el perímetro era su trabajo en las torres, no en la sección Delta. Entre decirles o no, yo prefería quedarme callada. 

 




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